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domingo, 9 de diciembre de 2012

Mujeres amantes del café


Claro, que poéticamente sobre rutinas adecuado, nunca ir dos horas sin un saque de cafeína, y sólo le acompañará a las ultimas grandes tostadores, cuando lo único que queremos es una simple taza de Joe y una magdalena. Pero ¿y qué si todo el mundo piensa que su amigo gal atesorado o hermana es un snob café? No los tendría de otra manera.

Esta fiesta, muestre su buzzed ser querido lo mucho que aprecian sus gustos refinados por comprando algunas delicias de la lista de la compra, recopiladas por el fotógrafo magnífico, estrella Gallery Girls y java junkie Angela Pham.

Con los libros gourmet, accesorios de moda, y los convites dulce y sabroso, estamos seguros de que hay algo a tu chica barista le adoran.

lunes, 23 de enero de 2012

Listas para seducir


Cuando nos proponemos seducir a un hombre, enseguida pensamos en el maquillaje llamativo que usaremos, en la combinación de las diferentes sombras y en un labial que destaque nuestros labios.

Sin embargo, según una encuesta realizada, la mayor parte de los hombres prefieren las mujeres más naturales, sin maquillaje pero radiantes. Nosotras, sabemos que algunas veces necesitamos de un mínimo de maquillaje para disimular algunas imperfecciones o para destacar nuestros puntos fuertes de la cara.

Y de eso se trata esta nota, de utilizar el maquillaje de manera tal que podamos seducir a nuestro hombre como a él le gusta. El maquillaje perfecto se consigue a través de pinceladas muy bien pensadas (y disimuladas) que comienzan con la aplicación del corrector en las zonas de la cara que lo necesiten y siguen con unos toques de polvo volátil, siempre del mismo tono de la piel.

Los ojos llevarán muy poco maquillaje: algo de máscara de pestañas, unas cejas bien peinadas y, a lo sumo, una sombra muy clara en la zona del arco superciliar. En los labios, brillo para humectarlos. El resultado final es un maquillaje casi imperceptible pero, que la hará cambiar por completo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La Mujer en la Edad Media


La apelación al discurso médico es una constante para analizar lo femenino. En el siglo XVI hay un interés fuerte por la revisión de este tipo de textos (Hipócrates, Galeno). Se multiplican las disecciones de mujeres en los anfiteatros de las facultades y hay un espíritu caritativo que quiere ayudar las en sus afecciones, con el consiguiente beneficio de la ginecología y la obstetricia.
La mujer va a ser definida en función del órgano que le da sentido: el útero. Ahora, "la sensibilidad del útero sustituye al temperamento húmedo para explicar su inferioridad". Ella es un ser enfermizo al que hay que tratar de aliviar para que no se rebele en su condición. Inclusive se le atribuyen a este órgano sentimientos y comportamientos.

El discurso médico se debate entre las carencias de la anatomía, las imprecisiones del lenguaje y los fantasmas a que da lugar el mito del sexo devorador. La definición de la histeria es de por sí llamativa: "enfermedad de las mujeres sin hombre". En ese momento, los médicos no pueden dar cuenta de que ataca por igual al sexo masculino.

Casi todas las mujeres del Renacimiento tienen un fin: la maternidad. El dar a luz y amamantar ocupan su vida. Las diferencias sociales se ven reflejadas en los embarazos; al no dar de mamar las ricas se embarazan más seguido, ya que durante el período de lactancia disminuye la fertilidad .

La mujer de las clases sociales más bajas es nodriza de los bebés de las de posición más elevada. La primera es condenada a la "lactancia perpetua"; la segunda al "embarazo perpetuo". Dice Martín Lutero: "Aunque se agoten y al final mueran de tanto parir, no importa, para eso existen". Vale la pena tomar algún ejemplo: Florentina Antonia Masi, muerta en 1459, a los 59 años, tuvo 36 hijos.

El parto es algo muy temido. Erasmo señala: "¿Cuál mujer se acercaría a un hombre si conociese y tuviese en mente los azarosos trabajos del parto y las desazones de criar los hijos?". Las mujeres que sobreviven al hecho de dar a luz, a menudo ven morir a sus hijos debido a la inmundicia y a la mala alimentación. Sólo entre un 20 y un 50 por ciento de los niños sobrevive a la infancia.

Muchos mueren a causa de la furia de sus padres y del abandono. El infanticidio es común y castigado. El abandono de los hijos parece ser una marca de la Edad Media. A medida que se afirma la familia monógama moderna, los hijos ilegítimos y sirvientes van siendo excluidos del núcleo. Es costumbre de las clases altas entregar niños a madres adoptivas; los varones tienen más suerte, ya que concebir niñas es considerado una desgracia.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Moda y Exigencias de la Mujer


A partir de este momento el gusto deja de ser representativo de una categoría personal, deja de significar riqueza y suntuosidad, para convertirse en un valor más individual con el que se expresa la propia personalidad. Poco a poco nace el buen gusto.

El buen gusto surge en una sociedad cuya clase rectora tiene las siguientes características: la inestabilidad, el fundamento de su poder en la exclusiva riqueza, y el lujo como expresión de este poder.

En el complejo social que inicia nuestra sociedad contemporánea se crea el arte de la ascensión social. Las riquezas adquiridas dan derecho a ocupar las primeras filas en la vida pública, y, por lo tanto, el simple lujo puede evidenciar al advenedizo y ser motivo de burla. Así, lo que caracteriza a una clase rectora con solera y derecho al dominio es su buen gusto, el uso acertado y hasta discreto de la riqueza que posee. La fastuosidad cobra tintes de discreción y el esplendor se revela más en el cambio de indumentaria, en la sorpresa y en la originalidad, que en la riqueza de lo que se exhibe.

La mujer recibe en cierto modo la primacía de este alarde de buen gusto. La mujer, en la nueva clase, es el exponente exterior de riqueza y poder, y en su indumentaria, en el aderezo de la casa, en el influjo que ejerce sobre quienes la rodean se nace visible su buen gusto. El buen gusto tiene como misión gastar millones sin que se note. Una mujer de buen gusto —recordemos que los grandes magazines la han citado a menudo— es Jacqueline Kennedy. Jamás la hemos visto luciendo galas suntuosas. En apariencia sus trajes pueden salir de un prét-á-porter, su peinado es el de un sin fin de mujeres, en algunos momentos casi ha parecido que repetía hasta la saciedad un mismo modelo de sombrero y de traje.

A pesar de todo sabemos que tiene millones en joyas, perfumes a raudales pieles para llenar un tren. Pero esta mujer, que no es hermosa ni especialmente inteligente, sabe utilizar todos los elementos que la riqueza pone a su disposición, combinándolos de modo que no se sepa de dónde proviene su aire de seguridad y que la fingida sencillez sea difícilmente imitable.

El buen gusto exige, pues, una deliberación personal y una cierta teatralidad preparada. El buen gusto elabora también un prestigio, una fama. La mujer de buen gusto sabe que en un momento dado, si decide ponerse alguna prenda hasta cierto punto extravagante, quienes la contemplan decidirán sin vacilar que si ella se lo pone es de buen gusto.

El buen gusto crea una atmósfera. La mujer de buen gusto no sólo se ocupa de su indumentaria. El arte de mantener, modificar, y hacer viva una casa con pequeños cambios y con una permanente gracia forma parte de su actividad. El buen gusto se extiende en el arte de recibir invitados, de saber siempre el momento en que debe hacerse la invitación, en la combinación de comensales, en la comida que se sirve, que no sólo será abundante.

El buen gusto se detiene en el umbral de la amabilidad. No se adentra en los dominios de la belleza, no juzga un cuadro, ni un poema, ni una gran empresa. El buen gusto no tiene que aventurarse nunca más allá de lo que causa placer. En realidad tiene el influjo de una sonrisa.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El buen gusto de La Mujer


Hablamos muy a menudo del buen gusto, y no nos acordamos de que tal concepto es relativamente moderno. El buen gusto arraiga en una sociedad que confiere a la relación social su máximo valor. El hombre ha vivido siempre en sociedad, pero durante la mayor parte de su historia las relaciones sociales se han hallado estructuradas por encima de las decisiones personales.

En los pueblos antiguos, en la cambiante Edad Media, los hombres, desde su nacimiento, tuvieron un lugar establecido en la escala social. Este lugar vasallo o señor, siervo o dueño—, implicaba unos deberes y derechos, un comportamiento y, naturalmente, una indumentaria. La indumentaria expresaba tanto como las actitudes a qué estrato de la sociedad pertenecía el individuo, y a pesar de que con la nueva sociedad mercantil el lujo penetró en Occidente, los elementos esenciales de la indumentaria no cambiaban.

Los hombres y las mujeres eran dueños de un vestido o de una capa, del mismo modo que podían serlo de un mueble o de un pedazo de tierra. Cuanto más lujosa era una prenda tanto más duraba, tanto más era digna de ser heredada. Los vestidos, pues, pasaban de padres a hijos y eran la orgullosa expresión de un gremio o de una clase.

Los hombres podían escoger dentro de un límite muy estricto, porque hasta los colores eran significativos. La indumentaria podía ser rica y bella, pero jamás determinante de un capricho o de un gusto particular. El traje caro, heredado o comprado, aparecía y reaparecía en los momentos oportunos, del mismo modo que en la actualidad un magnate de la industria se muestra en público con su coche particular.

En los inicios del Renacimiento el lujo despliega una orgía de colores. El gusto se complica y sus valores son la suntuosidad y la riqueza: telas preciosas, damascos, terciopelos, pieles, brocados, amplios escotes, acuchillados, refajos amplios y orlados. Las joyas subrayaban el esplendor de telas y encajes.

En los siglos venideros se acentúa cada vez más la diferencia fundamental entre las clases, y, naturalmente, las posibilidades económicas de las clases. La dominante aumenta su suntuosidad, añadiendo la peluca a las demás riquezas. La peluca será otro determinante de la clase social.

Pero después de las grandes revoluciones sociales el vestido se democratiza. Desde luego, existen elementos distintivos de clase. Persisten los uniformes de trabajo, y ciertos elementos de lujo, como el sombrero, los zapatos y la riqueza de telas y joyas, determinan la clase rectora.

Pero el traje deja de ser distintivo propio de una clase, y el lujo creciente de la sociedad industrial hace cada vez más cambiante la moda, y las variaciones limitan hasta cierto punto el lujo antiguo. El color deja de ser signo de suntuosidad, y un hecho tan sencillo como la industrialización del algodón pintado con trepa, que se llamaba indianas —lo que más adelante se llamó cretonas— pone los colorines al alcance de todo el mundo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Fracasos y traumas en la mujer


Una mujer puede haber tenido una existencia absolutamente vacía de contenido y, a pesar de ello, no tener ninguna impresión de fracaso, porque la sanción pública es absolutamente aprobatoria y ella no puede imaginar otra existencia que la que ha llevado. Ha vivido siempre pendiente de los otros, no ha tomado nunca una decisión propia, pero ha vivido de acuerdo con la opinión ajena.

Para la mujer, el fracaso más persistente en el tiempo es la soltería. Mientras al hombre el matrimonio se le muestra como una obligación, a la mujer se le presenta como un estado social que la eleva. Para la mujer el matrimonio es el éxito en sí. Las llamadas novelas rosas terminan en matrimonio porque el final feliz es una expresión del éxito social. La soltería lleva consigo una serie de humillaciones, más o menos paliadas según el grado evolutivo del núcleo social.

El período de la menopausia puede ser causa de que despierte en la mujer la impresión de fracaso. Y puede producir estados de depresión profunda, ya que la mujer se descubre desprovista de lo que ha sido instrumento de su éxito: su juventud, su belleza y su condición de hembra. Y la impresión de fracaso se hace más profunda porque el éxito anteriormente obtenido no le ha dejado ninguna situación estable.

La impresión de fracaso puede producirse por reflejo del fracaso del marido. Mejor dicho, por lo que la mujer considere que es fracaso del marido. La mujer que se ha propuesto impulsar al marido hacia el éxito se considera fracasada si él no ha alcanzado los signos exteriores de este éxito, que para ella son los únicos que cuentan, pues son los únicos con los que se siente gratificada.

El fracaso puede llegarle en relación con la carrera que ha emprendido. No pocas mujeres han chocado con los innumerables obstáculos que la sociedad masculina opone a su promoción. Si ha tenido la osadía de emprender una carrera de prestigio o bien remunerada, la resistencia será mucho mayor, y más aún si se propone alcanzar un puesto de mando. Muchas mujeres, al emprender la carrera, han pensado que la oposición masculina no era más que un tópico ya revisado.

Han creído que en su caso no se produciría y que su valor y su tesón darían el mismo resultado que en sus compañeros de ejercicio. Cuando se da cuenta de la latente oposición se encuentra ya cansada.
Pero la mayoría de las veces la mujer se siente fracasada y no sabe exactamente por qué.

La impresión de fracaso se matiza de frustración. No puede decir que no haya alcanzado el lugar que se había propuesto, porque no se había propuesto absolutamente nada. Pero siente profundamente que no ha realizado sus facultades, que hay algo, en ella, que podía haberse realizado y no se realizó. La relación con quienes la rodean se hace difícil porque ella tiene la impresión de que desconocen su propio valor.

Esta indeterminada impresión de fracaso se produce frecuentemente en la sociedad donde vivimos porque la mujer se halla raramente compensada en la situación en que se encuentra. En nuestra sociedad el camino más fácil para la mujer es situarse en el lugar que le ha designado la tradición.

En los años de preparación para la futura existencia aprende a confiar en el otro: el padre, el novio, el marido. Los primeros años de matrimonio, con los hijos, la apartan de toda actividad profesional. Cuando los niños se valen por sí solos y puede revisar su situación, descubre que la vida que tiene organizada no la compensa. Entonces viene la impresión de fracaso.

Las normas para evitar el fracaso no existen, a pesar de la ingente literatura que existe sobre el arte de triunfar. Pero lo que sí es posible es tratar de organizar nuestra existencia de modo que veamos un poco claro en ella. Es decir, conocer qué nos proponemos y plantearnos las dificultades objetivas. Hoy la mujer no puede avanzar ciegamente, como lo hacían nuestras abuelas. Existen demasiados elementos de atracción que le hacen comprender que no le basta su tradicional actitud pasiva.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El fracaso en la Mujer


La moral burguesa ha puesto en vigor la veneración del éxito y, en consecuencia, el terror al fracaso. En la moral antigua el hombre podía ser vencedor o vencido y en ambos casos era un héroe, pues su dimensión moral y ejemplar no dependía de una situación exterior sino de su comportamiento. Para la moral burguesa lo importante es la evidencia pública de la prosperidad.

Es la opinión de los demás lo que cuenta, es su aclamación lo que nos da la certeza de que no se ha fracasado. Para el fracasado existe algo más terrible que la condena, existe el olvido y el silencio.

Esta adecuación entre finalidad individual y finalidad colectiva ha llegado a considerarse la clave del comportamiento normal y, en consecuencia, del éxito, de modo que la llamada de Erich Fromm para que sea revisado el concepto de normalidad se ha considerado revolucionaria.

Erich Fromm enuncia simplemente que en una sociedad organizada de modo que el sádico pueda ejercer impunemente su sadismo, un hombre normal será un inadaptado. Es, pues, un error grave dar como pauta de normalidad la simple adecuación. Fromm también denuncia el miedo a la libertad, la terrible necesidad que tiene el hombre de sentirse protegido, mandado, obligado a seguir en el redil de la ortodoxia oficial.

Todo ello nos lleva a la conclusión de que la mayoría de los hombres contemporáneos se sienten fracasados cuando se han quedado en el primer peldaño de una ascensión que la sociedad en la cual viven les exige. Y esta situación es vergonzosa porque produce el desprecio de los demás, Cada hombre, cada mujer, pueden fracasar en grados muy distintos y en función del estrato social que les juzga.

Por lo tanto, podemos dudar de los valores absolutos de éxito y fracaso y de su contenido moral, pero no podemos dudar de su existencia. Cuando alguien se siente fracasado, lo es ya, pues su sentimiento es la reacción a la condena de los seres humanos que le rodean.

¿Cuándo se siente fracasada la mujer?

En la sociedad antigua el éxito o el fracaso de una mujer estaban claramente determinados. Una mujer había fracasado al no cumplir con las funciones específicas de su condición de hembra. Una mujer soltera, o una mujer casada y sin hijos, podía considerarse fracasada. Una mujer casada y con hijos podía ser desgraciada, pero nunca fracasada.

miércoles, 20 de julio de 2011

La Belleza en la edad media


¿Cómo es suplantada el agua? Por el frotado, el polvo y el perfume. Se presta atención a las partes del cuerpo que no se cubren: rostro y manos, y el agua (moderada en sus efectos nocivos por vino o vinagre) sólo se considera apropiada para la boca y las manos.

El polvo aparece por primera vez como un champú seco y se transforma en un elemento de distinción social (ningún aristócrata se deja ver sin él). El perfume también es muy importante (especialmente en forma de toallas). Lo que interesa, fundamentalmente, es la apariencia de limpio.

Nuevos cánones de belleza

En el período moderno, la belleza de la mujer cambia sus cánones: pasa de lo esbelto a lo relleno: de lo sencillo al maquillaje. Se modifican los hábitos de comida y la delgadez se transforma en símbolo de pobreza. Las mujeres de clase alta quieren distinguirse de sus hermanas subalimentadas, enfermas de raquitismo y escorbuto. También comienzan a plantearse diferencias, ya que no sólo hay que diferenciarse de los hombres sino de otras mujeres de clase social inferior.

La modernidad viene así acompañada de la belleza, y este canon se mantiene 300 años: piel blanca, pelo rubio, labios y mejillas rojos, cejas negras, cuello y manos largos y finos, pies pequeños, pechos firmes, redondos y blancos. Las pestañas son vistas sin valor estético, por lo que se las ignora y, a veces, se las arranca del todo.

Con la imprenta (mediados del siglo XV), aparecen en Europa libros de secretos de belleza, escritos en general por hombres. El pintarse no está totalmente aprobado, sin embargo, las mujeres insisten en embellecerse. A las que se pintan se las acusa de alterar el rostro de Dios, lo que esconde el temor masculino al engaño. El siglo XVIII tratará de poner fin al artificio del maquillaje imponiendo la estética de lo natural.

La mujer se oculta, pese a que muestra los pechos lechosos, embellecidos con polvo o colorete. Debe ser delicada para oponerse á la virilidad del hombre. A diferencia de la Edad Media, la belleza no es vista como algo maligno sino necesario. La fealdad se asocia con el vicio y lo inferior.

Entre los años 1500 y 1700 se produce un resurgimiento de la castidad y la timidez. Por ejemplo, para dormir, el camisón reemplaza al desnudo y la mitad inferior del cuerpo se convierte en algo innombrable y prohibido (en la pintura, esa zona aparece cubierta por hojas de higuera o de parra).

domingo, 17 de julio de 2011

Ejercicios Físicos para Mujeres


ENTRADA EN CALOR
Ejercicios de movilidad de las articulaciones involucradas y de elongación de los músculos a utilizar (5 minutos como mínimo). Ejercicios aeróbicos (carrera, trote, escalador) para incrementar la frecuencia cardíaca y la irrigación de sangre a las piernas (6 minutos como mínimo 12 minutos como máximo).

-Tiempo total: 10 minutos.

SILLON DE ABDUCTORES
• Músculos utilizados: abductores de cadera, glúteos medio y menor. En forma accesoria glúteo mayor y tensor de la fascialata.

- El ejercicio puede realizarse de dos maneras: con el trortco inclinado hacia adelante (trabajan más ¡os glúteos) y con el tronco apoyado en el respaldo (trabajan más los abductores). En éste último nunca arquear la columna lumbar..

MULTI CADERA
• Músculos utilizados: glúteos mayor e isquiotibiales

- Mantener siempre la cadera en una flexión de aproximadamente 30 a 90 grados para evitar que la curvatura lumbar se acentúe.
- No es recomendable para aquellas personas que presenten molestias en la región lumbar.
- Este ejercicio es semejante al que se realiza con polea.
- Siempre, para realizar ejercicios de glúteos la espalda no debe estar derecha, sino Inclinada hacia adelante.

ESTOCADAS
• Músculos utilizados; glúteos,isquioti-biales,cuádriceps.

- Para principiantes se debe realizar el ejercicio con ambos pies apoyados, separados algo más que el ancho de hombros. Se flexlona la rodilla de adelante, siempre con la pierna de atrás ligeramente flexionada y el talón levantado. La rodilla de adelante no debe pasar la línea de la punta del pie. El peso del cuerpo debe repartirse entre ambos pies y la cadera

martes, 5 de julio de 2011

La Boda para la mujer - Parte 2


De acuerdo; hemos exagerado. Este lo es intolerable. Pero es que a veces la manera más convincente de demostrar que algo está llegando a ser intolerable es exagerarlo al máximo, llevarlo hasta sus últimas consecuencias, a las más absurdas. Y el hecho de que la mujer, o de que muchas mujeres están en venta es incontrovertible. Y también intolerable. La mujer necesita al hombre, pero el hombre también necesita a la mujer, y, sin embargo, normalmente se atreve a ser él mismo, y no vive tan pendiente de gustar.

Por eso podemos llegar a la conclusión de que si bien procurar gustar es algo que honra a todo ser humano (hombre o mujer), porque es una deferencia hacia los demás y una muestra de respeto para con uno mismo, el hecho de que el gustar se convierta en una obsesión es aniquilador; despersonaliza y cosifica, o sea, arruina la personalidad y convierte a los seres humanos en cosas.

b) Las niñas tienen que ser obedientes y sumisas. Esta obediencia y sumisión, que hace unos años se llamaba modestia, se ha considerado tradicionalmente el principal adorno de la mujer. Es uno de los requisitos indispensables de la feminidad, palabra mágica cuyo principal encanto reside en que nadie sabe exactamente cómo definirla, pero que se puede expresar con un encogimiento de hombros y la sonrisa vaga y coqueta de quien está en el intríngulis. De todos modos —y dejando de lado esta espinosa cuestión (la de la feminidad)—, hay que tener presente que tampoco la docilidad y la sumisión acaban aquí. Ahondemos un poco más.

Lo más grave de estas adorables y femeninas cualidades es que llevan a la mujer a aceptar como buenas —sin atreverse ni siquiera a reconsiderarlas un momento— una serie de normas de conducta que le vienen impuestas desde la infancia y cuya principal finalidad es conseguir que se adapte plenamente a su condición de ser humano a medias, de ser humano al que no se sabe bien por qué le están sutilmente vedadas las actividades que mejor contribuyen al desarrollo de la personalidad del individuo, y a su conciencia de incidir de alguna manera en el mundo; de ser humano, en definitiva, cuya única misión consiste en hacer agradable la vida a los hombres y en perpetuar la especie, cuando lo que debiera hacer es pensar por su cuenta, discutir las normas de conducta y enfrentarse a ellas. Dejar, en resu midas cuentas, de ser sumisamente femenina para convertirse en un ser independiente que somete a crítica lo que se le inculca y que decide por sí mismo su destino.

c) El fin de toda mujer es casarse y tener hijos. Puesto que el hombre es animal social, parece lógico que viva en compañía y que se una a otro ser del sexo opuesto formando una sociedad cuyo fin sea el satisfacerse mutuamente las necesidades afectivas y sexuales y educar a los hijos. Hasta aquí muy bien. Nada que objetar. Lo que sí es criticable es el considerar que la participación social de la mujer termina así, en tan estrechos horizontes, y que fuera del matrimonio nada le incumbe, todo le es ajeno.

Este planteamiento adolece del defecto al que anteriormente nos hemos referido: la pequenez. Es una visión del mundo estrecha, limitada, mezquina. Y a quien perjudica mayormente es a la mujer, que de hecho se limita a la sociedad matrimonial, porque el hombre, mediante el trabajo, encuentra la manera de incidir en la realidad, de participar en otras sociedades y ser plenamente animal social.

d) El matrimonio colma todas las necesidades y apetitos de la mujer. Otro error. Otra pequeña idea falsa. No hay necesidad de demostrarlo. Basta ir por ahí, mirar la cara de muchas de las mujeres de más de cuarenta años y preguntarles por su matrimonio. El torrente de palabras es anonadador y tristemente ilustrativo. El descontento, el rencor, la insatisfacción y la necesidad de descargarse las impulsan a hablar, dando la impresión, en algunos casos, de que se recrean en su propia desgracia y de que encuentran en ella la respuesta adecuada a su fracaso.

Y, sin embargo, lo curioso es que sus diatribas se dirijan sistemáticamente contra el marido, como si él, y no la ideología responsable de que ellas pongan todos sus anhelos y esperanzas en el matrimonio, fuera el único culpable de la insostenible situación.

La mayoría de ellas piensan que si se hubieran casado con otro hombre..., que si él ganara más dinero..., si fuera menos egoísta..., y no ven que la causa del fracaso no es el marido sino el enfoque que ellas han dado al matrimonio al convertirlo en su única aspiración, al condenar todos sus intereses y afectos en las cuatro paredes del hogar. No se dan cuenta, en resumen, de que el verdadero responsable es la pequeña idea que ellas tienen de sí mismas y de sus necesidades, del hombre y del mundo.

domingo, 3 de julio de 2011

La Boda para la mujer - Parte 1


Parece evidente que existen dos maneras de entender el matrimonio: una femenina y otra masculina. A esta diferente concepción del matrimonio cabe atribuir la mayor parte de los problemas que ambos cónyuges se plantean, que son, en muchos casos, suficientemente graves como para destruir si no la unión en sí (extremo al que se llega difícilmente, sobre todo por presiones de índole social, en los países en que no existe divorcio), sí al menos la comunión afectiva entre los esposos y la posibilidad de dialogar.

Examinemos ahora la concepción femenina del matrimonio y veamos hasta qué punto está cargada de idealismo y falta de contacto con la realidad, y hasta qué punto, por tanto, es responsable del ulterior fracaso.

Pero para ello tendremos que partir de la educación que se da a la mujer, y de los principios que se le inculcan, principios, o, como los llamaremos en adelante, pequeñas ideas, que condicionan a la mujer hasta el extremo de impedirle —si no sabe liberarse a tiempo de su maleficio— pensar con independencia de criterio, tomar decisiones, amar libremente, y otras actividades propias del ser humano, sin las cuales resulta imposible que hombres y mujeres puedan realmente comunicarse.

A las niñas se las educa con diminutivos: que si la muñequ/ta, que si el vestidito, que si los pastel/tas, la casita... Luego vienen las monjitas o las señoritas (suplicio absurdo) y finalmente, con o sin intervención de San Antonio, la boda —LA BODA— en mayúsculas y sin diminutivo.

Pero ya es tarde; las niñas, que entre tanto se habían convertido ya en mujerezto, se han acostumbrado a las cosas pequeñas, o, mejor dicho, a las pequeñas ideas. Estas pequeñas ideas las han recibido envueltas en papeles de brillantes colores, como caramelos, y como caramelos las han engullido. Y con estas pequeñas ideas la niña, ya mujer, ha de vivir y educar a sus hijos.

¿Cuáles son y qué tienen de malo esas pequeñas ideas ?

Vayamos por partes: ¿cuáles son? ¡Oh!, pues muy corrientes. Pueden formularse, además, de muy diversas maneras, pero en esencia se reducen a las siguientes:

a) Las niñas tienen que gustar. Deben, por tanto, hacer lo posible por gustar: ir bien vestidas, bien peinadas, hacer monadas y ¿cómo no? ser un poco hipócritas, porque, desengañémonos, sin una pizquita de hipocresía es imposible complacer a todo el mundo.

Examinemos ahora la cuestión más de cerca (qué tiene de malo). Eso de gustar, que parece tan inofensivo, se convierte en fuente de prohibiciones —no ensuciarse, no despeinarse, no moverse bruscamente...— y, en la escuela, en falta de espontaneidad —sonreír cuando no se tienen ganas, saludar a unos amigos de mamá que son pesadísimos, decir «no, gracias, ya he merendado» cuando una se muere por comer unas cuantas galletitas con cualquier tontería.

¿Sólo eso? No, sólo eso, no. Sigamos.Enlace

La niña, que va reprimiendo sus tendencias a manifestarse tal cual es —por gustar, por complacer—, se va convirtiendo cada vez más en producto, en objeto. Y como la competencia es realmente agobiante —abundan las mujeres aún más que los detergentes— la cosificación (o sea, el hecho de convertirse en cosa) llega a extremos inconcebibles. A veces a uno le da por pensar que a ciertas mujeres no les falta más que regalar puntos para la vuelta al mundo de dos personas, o boletos para el sorteo de un seiscientos.

¿Y el hombre ? El hombre, como es lógico, no sabe por dónde anda. Se pierde en el laberinto de las minifaldas, de los ojos sombreados por largas pestañas (postizas o no), de los graciosos movimientos insinuantes, y, a la hora de comprar (casarse) puede que esté tan aturdido que se queda con lo que menos se ajuste a su manera de ser y a sus necesidades.

lunes, 27 de junio de 2011

Sexualidad - Diferencias entre hombres y mujeres


Ya sabemos que no solamente las hormona deciden cuál será la reacción sexual de hombres y mujeres en materia amatoria. En el libro titulado "El erotismo", un afamado sociólogo italiano llamado Francesco Alberoni intenta explicar estas distancias conductuales entre los dos sexos a la hora del amor.

El especialista analiza las diferentes formas de concebir el erotismo para hombres y mujeres: ellos se excitan con los cuerpos desnudos y en acción. Imaginan a las mujeres como seres poseídos por el sexo, desesperadas por arrojarse sobre ellos para amarlos.

Las piensan como con los mismos impulsos que los propios hombres. "La pornografía masculina elimina la resistencia femenina, la necesidad del galanteo, la súplica femenina de amor", dice Alberoni. Como explicamos anteriormente, cuando el hombre eyacula y su deseo decae abruptamente, es común que a los pocos segundos quiera estar vestido y en otro lado. Si bien esto tiene sus matices, este tema suele afectar a las mujeres: ellas viven esta conducta como rechazo y desinterés, y esto no es así, ya que es el organismo quien produce esta actitud en los hombres.

Ahora bien, la pregunta es cómo conciben ellas el erotismo. Alberoni dice que hay cuestiones culturales que las relegan a un segundo plano: el de la pasividad. Es por ello que deben estar a la expectativa de que los hombres se acerquen para seducirlas. Sin embargo, las tendencias liberadoras de los últimos años han logrado revertir parcialmente esta situación, aunque esta costumbre social aún es muy poderosa y condicionante.

En lo social podemos hallar más de una diferencia entre varones y mujeres:

La mujer necesita una continuidad sexual, a diferencia del hombre que se caracteriza por lo discontinuo. Ellas desean ser amadas y gustadas de manera permanente y duradera. Los hombres, en cambio, experimentan emociones distintas, que no los obligan a mantener estas relaciones continuas con las mujeres.

Esto también se explica ciesde lo fisiológico. Para ellas, muchas veces la relación sexual es sólo un medio para lograr la atracción afectiva. En cambio, para ellos puede significar el fin en sí mismo. La mujer busca amor, continuidad y placer (traducido en las caricias), mientras que el hombre sólo parece preocuparse por satisfacerse sexualmente (busca la penetración).

• Ellos se sienten atraídos por las formas, por la belleza y por el encanto. A ellas, en cambio, n les atrae tanto lo externo como lo interior. Milán Kundera decía que "Las mujeres no buscan a los hombres hermosos. Las mujeres buscan a los hombres que han tenido mujeres hermosas".

lunes, 13 de junio de 2011

Ejercicios para Mujeres


"Los mejores resultados los obtengo mediante las clases de gimnasia -que realizo siempre con sobrecargas de un kilo en cada pierna-. También trabajo mucho los glúteos y la cadera (músculo abductor). Ando mucho en bicicleta, hago patinaje y escalador, que es muy bueno. La caminata rápida es muy eficaz (en un mínimo de 20 minutos y por lo menos dos veces por semana) siempre y cuando se realice correctamente."

SILLON DE ADUCTORES

- Músculos utilizados: aductores de cadera, recto anterior del cuadríceps

- La columna debe estar bien alineada

- No separar la reglón lumbar del respaldo de la silla. Para esto esta máquina (como la anterior) no tiene un respaldo recto sino que presenta una cuña en j la zona lumbar que facilita un buen apoyo.

- El movimiento debe ser lento, para no producir lesiones.

- Esta máquina no es recomendable para las personas que están haciendo una rehabilitación por un reimplante de cadera o quienes tengan un principio de osteoporosis.


POLEA BAJA

- Músculos utilizados: glúteos mayores e isquiotibiales.

- Tener en cuenta las mismas indicaciones dadas con el ejercicio realizado en multicadera.

- No balancearse ni redondear la espalda

domingo, 29 de mayo de 2011

Sexualidad - consejos de mujeres


El acceso masivo a los métodos es muy importante, pero más aún lo es la información confiable y completa para decidir con libertad y aprovechar al máximo las posibilidades de cada método.

Además del derecho de toda «apersona a planificar el crecimiento de su familia, las mujeres deberían contar también con todas las posibilidades para proteger su propia salud y la de sus hijos a través de los métodos anticonceptivos autorizados por la ley de cada país. Cuando los embarazos se suceden con menos de dos años entre uno y otro aumenta el riesgo para la mamá y el hijo. Además, los embarazos frecuentes agotan a la madre, aumentan el riesgo de bebés con bajo peso al nacer, con desnutrición o retardo del desarrollo físico y mental.

También, el tiempo que la mamá dispone para dedicar a cada hijo es menor. Asimismo, después del cuarto parto aumenta el riesgo por complicaciones como hemorragias, toxemia (intoxicación de la sangre), anemia, infecciones, desnutrición y mal desarrollo para la mamá y el bebé. Las mamas demasiado jóvenes (menores de 15 años) también tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones obstétricas y sus hijos de nacer antes de tiempo o morir.

Además del acceso a los métodos en sí, es imprescindible contar con la información suficiente como para elegir con libertad y hacer el mejor uso de cada sistema de planificación. Los llamados métodos "naturales", que consisten básicamente en no mantener relaciones sexuales durante los días de mayor fertilidad, se rigen por la ovulación de la mujer, dependen de ciclos muy regulares y no alcanzan los niveles de efectividad de los métodos científicos.

En estos casos se cuentan los días del ciclo para identificar los días fértiles e infértiles, se mide la temperatura basal o se observan las secreciones vaginales.

Una de las causas de su ineficacia es que los espermatozoides pueden tener hasta 72 horas de sobrevida dentro del cuerpo de la mujer. Por lo tanto, aunque no tenga relaciones en los días más "peligrosos", un espermatozoide podría alcanzar el óvulo hasta tres días después de ingresar al cuerpo.

Asimismo, el método de la lactancia-amenorrea se basa en la infertilidad de la mujer en las primeras semanas luego del
parto.

La lactancia materna por sí sola puede proteger en forma efectiva durante los primeros seis meses después del parto, siempre que la mujer no haya tenido su primer período menstrual después del parto -el sangrado de las primeras ocho semanas no se considera menstruación-el bebé reciba leche materna en forma exclusiva y la lactancia se produzca cada 3 horas durante el día y la noche.

domingo, 17 de abril de 2011

La maternidad como destino


Casi todas las mujeres del Renacimiento tienen un fin: la maternidad. El dar a luz y amamantar ocupan su vida. Las diferencias sociales se ven reflejadas en los embarazos; al no dar de mamar las ricas se embarazan más seguido, ya que durante el período de lactancia disminuye la fertilidad.

La mujer de las clases sociales más bajas es nodriza de los bebés de las de posición más elevada. La primera es condenada a la "lactancia perpetua"; la segunda al "embarazo perpetuo". Dice Martín Lutero: "Aunque se agoten y al final mueran de tanto parir, no importa, para eso existen". Vale la pena tomar algún ejemplo: Florentina Antonia Masi, muerta en 1459, a los 59 años, tuvo 36 hijos.

El parto es algo muy temido. Erasmo señala: "¿Cuál mujer se acercaría a un hombre si conociese y tuviese en mente los azarosos trabajos del parto y las desazones de criar los hijos?". Las mujeres que sobreviven al hecho de dar a luz, a menudo ven morir a sus hijos debido a la inmundicia y a la mala alimentación.

Sólo entre un 20 y un 50 por ciento de los niños sobrevive a la infancia. Muchos mueren a causa de la furia de sus padres y del abandono. El infanticidio es común y castigado. El abandono de los hijos parece ser una marca de la Edad Media. A medida que se afirma la familia monógama moderna, los hijos ilegítimos y sirvientes van siendo excluidos del núcleo.

Es costumbre de las clases altas entregar niños a madres adoptivas; los varones tienen más suerte, ya que concebir niñas es considerado una desgracia.

miércoles, 13 de abril de 2011

El lenguaje del Amor


Cada uno de nosotros utiliza para comunicarse sexualmente con los demás todo un lenguaje de palabras, miradas, signos y gestos que revelan lo que sentimos, deseamos y rechazamos. Esos códigos varían de una cultura a otra y de una persona a otra.

El lenguaje amoroso usado dentro de las situaciones sexuales es variado.

De manera que las caricias en los pechos y en el pene hacen a la riqueza de la comunicación. Nuestros cuerpos son como mapas. En él existen, como en una lámina de estudio, varias flechas que marcan sobre su cartografía las zonas erógenas culturalmente reconocidas.

No son puntos arbitrarios: coinciden con lugares de gran concentración de terminaciones nerviosas, cuya inervación les concede una especial sensibilidad por lo que pueden responder a una estimulación adecuada. La punta de los pezones y el clítoris en la anatomía femenina, y el pene y aun las tetillas en la masculina entran en esta clasificación.

Pero, ¿toda estimulación de los pechos femeninos es placentera? A veces no. Una diferencia de milímetros, una presión excesiva o la falta de ganas de recibirla modifican la respuesta. Cada uno debe realizar el descubrimiento necesario sobre el "mapa" de su compañero o compañera. Una auténtica travesía para enriquecer la sensibilidad.

Por otra parte, hay que recordar que no todos los días se alcanzan las mismas sensaciones. Ni se obtienen por vía rutinaria o encuentros sin imaginación. Quizás el pelo, la nuca, los pies, los brazos y todo el resto de la superficie corporal estén a la espera de ser visitados. Toda nuestra piel es como un guante que nos cubre y ella es nuestro gran órgano sexual.

Cuando existe confianza y comunicación en la pareja, las posibilidades de placer aumentan. Es importante que leas un libro de Alex Comfort: "La alegría del sexo". Te ayudará en tu vida sexual presente y futura.

miércoles, 6 de abril de 2011

La Osteoporosis en la Mujer


Las mujeres pueden salvar su vida aprendiendo algunos datos sobre la mortal enfermedad, llamada osteoporosis, que afecta a 25 millones de estadounidenses, la mayoría de ellos mujeres que pasaron la menopausia.

La Fundación de Lucha Contra la Osteoporosis, de Estados Unidos, asegura que esta enfermedad figura en cuarto lugar como causa de muerte de mujeres. Estos son los datos sobre la osteoporosis que pueden salvar su vida siguiendo los consejos.

• La osteoporosis afecta a la mitad de las mujeres de más de 50 años con una notable carencia de calcio.

• Las fracturas de cadera producidas por la osteoporosis provocan alrededor de 50.000 muertes por año, y el riesgo que tiene una mujer de fracturarse la cadera es igual a la suma de su riesgo de contraer cáncer de mamas, de útero y de ovarios.

• Los niños y las mujeres jóvenes (de 11 a 25 años), las mujeres embarazadas y las que estén amamantando deben tomar diariamente 1.200 miligramos de calcio. Las mujeres mayores deben tomar 1000 miligramos, au-mentando la dosis hasta 1.500 miligramos por día.

• Los ana-lisis de densidad ósea pueden ayudar a saber la fortaleza de sus huesos.

• La terapia de reemplazo de estrógenos detiene la pérdida ósea causada por deficiencia de estas hormonas después de la menopausia y puede reducir a la mitad el riesgo de fracturas.

• La calcitonina puede evitar la pérdida ósea, aliviar el dolor causado por fracturas e, inclusive, estimular la formación de hueso nuevo. Se aplica mediante una inyección y lo pueden recibir también aquellas mujeres a las que se les recomienda no tomar estrógenos, como las pacientes que también padecen de cáncer de mama.

Las mujeres que sufren osteoporosis, con frecuencia se caen y rompen sus huesos, pero no hay que creer que los rompen en la caída con el gal-pe, sino que se fracturan ,y por eso caen.

martes, 5 de abril de 2011

Dietas - Para Mujeres Esquisitas


Dieta para mujeres esquisitas

En ayunas: 1 vaso de agua.

Desayuno: infusión (té, café o mate), 1 rodaja de pan integral, o 3 galletitas integrales, 1 cucharada sopera de queso blanco.

Bocado 1: clara de huevo duro rellena con queso blanco, zanahoria rallada y pimienta o 1 kiwi.

Bocado 2:1 crocante.

Almuerzo: caldo más 1 cucharadita de levadura de cerveza, 1 de germen de trigo y 1 sopera de salvado. Un plato tamaño postre de pasta a elección con salsa de tomate diet y 1 cdta. aceite o pesto diet. Bavarois de frutillas o durazno al natural diet.

Bocado 3: 1 crocante o 2 yogur más un yogur con frutas.

Bocado 4:1 kiwi o V2 yogur más 1 cucharada de frutas.

Merienda: té, café o mate. 50 gramos de queso tipo mozzarella o port salut y 2 galletitas integrales con mermelada diet.

Cena: caldo, 1 cucharada de salvado de trigo o , avena. Tomate italiano I con ensalada de berro y cebollines o tomate relleno con pollo y ensalada de zanahorias, rabanitos, pepino y cebolla. 1 pera al natural diet con canela y mermelada diet.

sábado, 2 de abril de 2011

Isabel Tudor


Isabel Tudor (1533- 1603)
"¿Debo culparme de alguna manera por la debilidad de mi sexo? Si es así, entonces mi vida no ha valido la pena."
(Palabras dichas al Parlamento en 1601)

Para su pueblo siempre fue la reina virgen. Se presentaba con ropas almidonadas y ornamentadas, cargada de perlas y mostrando su cuerpo como algo inaccesible. Pero se mimetizaba con una figura masculina y daba valor a sus soldados si lo consideraba necesario. Era en los momentos de crisis cuando ella ofrecía esa imagen andrógina. No quería que las mujeres se identificaran con una reina débil e incompetente.

No se casó (lo que implicó no tener heredero al trono) para no someterse a ningún hombre. Durante su reinado, hubo oposición y habladurías. Se decía, al mismo tiempo, que tenía muchos amantes e hijos ilegítimos y que sufría una malformación física. Es evidente que Isabel sostenía, aunque mujer, una fuerte autoridad, y esto era un desafío a la sociedad renacentista, de carácter fuertemente misógino.

viernes, 25 de marzo de 2011

Juana de Arco


Juana de Arco (1412-1431)
La doncella de Orléans fue una mujer singular que luchó contra los ingleses y libertó a esa ciudad. Quiso apoderarse de París, pero por orden del rey tuvo que desistir. Abandonada, cayó en manos de sus enemigos ingleses quienes la quemaron viva acusada de herejía.

Juana era un personaje desafiante. Decidió vestirse de varón y alejarse del modelo matrimonial tradicional. En su juicio se le reprochó esta actitud y se la convenció de cambiar sus ropas masculinas por femeninas. Ella accedió en un principio pero se arrepintió después.

Su travestismo, al que se agrega su decisión de mantener la virginidad, la convirtieron en una mujer sumamente tranagresora para la época. Fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920.