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martes, 28 de agosto de 2012

Aspectos claves para tu boda


Consejos e informaciones para las parejas que preparan su boda Parte 2

EL PRESUPUESTO
Hay que hacer un pequeño estudio de los ahorros y futuros ingresos para ver hasta dónde se puede llegar en el pago de un alquiler o entrada y plazos de una compra. La aportación de los padres suele ser también un factor muy importante, aunque sea un poco delicado es interesante consultarles sobre cuál será su ayuda.

COMPRA O ALQUILER 
 Depende, además del presupuesto, de que la vivienda guste más o menos, sea de compra o alquiler y que esté en un barrio que guste, bien por su entorno o por tener a familiares o amigos en las proximidades. ¿Tenéis cuenta en el banco o libreta de ahorros?, es interesante consultar sobre los préstamos y facilidades que se conceden para la compra de vivienda; suele bastar un aval de dos personas solventes y una situación laboral estable.

¿COMO ENCONTRARLO?
El sistema más fácil y rápido es cojer un periódico, local en el que se anuncien el máximo de pisos y consultarlo con un plano para ir viendo la localización de cada piso. Recortar o señalar los más interesantes e ir a informarse personal o telefónicamente sobre los mismos. Preguntar sobre las principales características, precio, facilidades de pago y horas de visita para verlo. Generalmente los domingos por la mañana pueden visitarse los pisos en venta o alquiler, con lo cual se facilita mucho esta labor de búsqueda.

UNA COCINA MODERNA Y PRACTICA SIRVE PARA... COCINAR
Desde luego que en vuestra nueva vivienda hay que instalar una cocina con todas las ventajas que ofrecen los modernos muebles y electrodomésticos. Si la vivienda es vieja puede renovarse. Pero la cocina sirve para cocinar... hay que empezar ya a practicar algunos platos fáciles. Un buen libro de cocina, o varios, pueden ser una buena ayuda, así como las recetas que os expliquen vuestras mamas (madre y suegra, naturalmente}. El hombre actual ya no tiene tanto impedimento para colocarse un delantal y echar una |>iano a su mujer, principalmente si ella también trabaja es lo justo ¿no?.

viernes, 24 de agosto de 2012

Consejos para armar tu boda


Consejos e informaciones para las parejas que preparan su boda Parte 1

LA LISTA DE BODA
Es la mejor manera de asegurarse de que nos regalen lo que realmente precisamos y nos gusta. Entre dos y tres meses antes de la boda hay que escoger el comercio en que se desea preparar. Lo mejor es ir a un comercio que sea especializado en Listas de Boda y que ya tenga tradición en ello, pues aunque este servicio lo ofrecen muchas tiendas pequeñas suele haber muchos artículos para elegir y más problemas en cuanto a entregas. Hay muchos comercios que ofrecen, además, un tanto por ciento en efectivo sobre el importe total de los objetos que os regalen; es importante consultarlo. En un par o tres de tardes completas, asesorados por una dependienta (que desde entonces cuidará de vuestra lista), se confecciona la relación de todo lo que deseéis. Procurad que haya gran variedad de precios, pues no se puede obligar a nadie a gastar más de lo previsto.

AL RECIBIR LA PARTICIPACION...
Los familiares y amigos que reciban la participación o invitación para la Boda llamarán a vuestras casas para preguntar dónde tenéis la Lista de Boda. Sin ningún reparo se lo podéis explicar y, al mismo tiempo, procurad ya confirmar la asistencia a la Ceremonia y al banquete.

¿QUE HAY QUE PONER EN LA LISTA DE BODA?
Una relación completa de lo que es aconsejable poner en la Lista de Boda es imposible ofrecerla de una sola vez, por lo tanto cada mes iremos desglosando los distintos apartados de que debe constar para que no olvidéis nada y tampoco añadáis cosas sin utilidad (por muy bonitas que sean). ¿De acuerdo?. Empezamos por...

LA CRISTALERIA
12 copas de agua
12 copas de champagne
12 copas de vino (tinto)
12 copas de vino bian-co
6-12 copas de coñac
6-12 copas de licor
6-12 copas para Jerez
6-12 jarras de cerveza
6-12 vasos de whisky
6-12 vasos de refresco
1 jarra para el agua

Complementaria:
6 vasos para agua de diario
6 vasos para vino de diario
1 juego de sangría

martes, 21 de febrero de 2012

Noche de Bodas


La actitud de desprecio total y el rechazo absoluto que adoptan los hombres ante las mujeres que han cedido al amor y se han mostrado generosas de su cuerpo —actitud que es consecuencia de una herencia cultural multisecular—, condiciona aún más a las mujeres a mostrarse inflexibles, y, en muchos casos, incluso las induce a rechazar manifestaciones de afecto que ellas pueden considerar pecaminosas o peligrosas en el sentido de que pudieran inducirlas a cometer actos «de los que luego tengan que arrepentirse».

Esta contención, sobre todo en los casos en los que el noviazgo, casi siempre por razones económicas, debe prolongarse excesivamente, acaba por sumir a ambos novios en una especie de frigidez afectiva y sexual que luego ha de dificultar gravemente la convivencia entre ambos.

Por una parte, el marido se siente orgulloso de su «caballerosidad», y, por otra, se nota inseguro. Tiene miedo de que su «gesto» no sea bien interpretado, de que ella lo comente con alguien, o de que ocurra cualquier otro hecho que ponga en entredicho su reputación de «hombre». Puede suceder también que la haga responsable a ella («esa tonta») de su abstención, porque con su comportamiento no ha hecho más que dificultar las cosas.

Ella, por su parte, sentirá también un alivio momentáneo. Sin embargo, su angustia no desaparecerá del todo. Se dormirá sabiendo que «aquello» simplemente se ha retrasado, pero que más tarde o más temprano tendrá que «soportarlo». Eso si no se le ocurre pensar, como sucede algunas veces, que su marido es impotente, homosexual, o, lo que se da con más frecuencia, que no la quiere.

Si los jóvenes recibieran una educación sexual adecuada, y si durante el noviazgo no hubieran de reprimir tanto los impulsos espontáneos que tienden a fortalecer los lazos afectivos que los unen, la «noche de bodas» no plantearía ningún problema a ninguno de los esposos, ya que estarían preparados tanto física como psíquicamente para ella, y el hecho de empezar su nueva vida en común no se convertiría en un trauma, sino que sería la feliz culminación de todo un proceso de conocimiento y estimación mutuas.

La causa del problema, el no saber cómo comportarse, estriba en la falta de educación sexual y en la índole de las relaciones prematrimoniales. En otras circunstancias el problema no existiría. Quede claro : en otras circunstancias. En la actualidad existe y es causa de malentendidos que a veces pueden tener consecuencias extraordinariamente importantes. Atengámonos, pues, a las actuales circunstancias y veamos cuál es la mejor manera de hacer frente a la situación.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Casamentera en Bodas


La casamentera propiamente dicha nace y muere con la vida pública de los salones, en una sociedad hecha de apariencias y de disimulo. En una sociedad agrícola bien organizada la casamentera tiene poco que hacer, ya que se sabe con sobrada antelación qué condiciones se requieren para el reparto, o unión, o conservación de la tierra.

La sociedad agrícola no admite ninguna demora en el estado de soltería, ni en la vida pública se utilizan eufemismos que permitan la delicada actividad de la casamentera.

En el salón, en donde se daban cita los estratos oscilantes de la burguesía, es donde se desarrollaba en pleno auge la actividad de la casamentera. Mientras la gente bailaba, hablaba, cantaba, organizaba juegos de prendas y de naipes, ella observaba, escogía sus pupilos y empezaba su tarea.

Para evitar fracasos la actual casamentera utiliza con agilidad el arte de la maledicencia. Sabe muy bien que el lenguaje directo no le suministraría datos sobre la real situación económica de los individuos, y sabe también, de paso, que no puede fiarse de las apariencias. Las casamenteras más brillantes y artistas saben utilizar la ignorancia de los mismos indi-.duos que manipulan, haciendo concebir esperanzas que luego no se realizan.

La condición necesaria para su labor es que existan a su alcance un buen número de muchachas cuyas dotes no sean de fácil aclaración. En algunos casos, ya no tan fáciles ni frecuentes, puede darse que la muchacha sea difícil de casar porque posea mucho dinero pero no el rango familiar adecuado.

El trabajo más perfecto que puede llevar a cabo una casamentera es unir dinero y prestigio. La sociedad plutocrática es una sociedad que se expresa como una burda imitación de la sociedad aristocrática que la precede.

Trata de reproducir la autoridad que el noble posee por el simple hecho de su nacimiento, y lo hace no sólo imitando sus formas de vida, sino comprando viejos títulos o adquiriendo títulos nuevos. En los salones, en donde afluyen estratos de la riqueza creciente y decadente, la casamentera tiene terreno abonado y su habilidad consiste en lograr este feliz complemento.

martes, 1 de noviembre de 2011

La Noche de Bodas


Con excesiva frecuencia este delicado asunto ha sido tratado de manera ligera, frivola. Ha sido el tema de numerosos vodeviles y de no pocos chistes de mejor o peor gusto. Y la verdad es que el problema es bastante serio, sobre todo para las mujeres, ya que en esa noche precisamente se decide para muchas de ellas la felicidad o la infelicidad conyugal.

En las sociedades de tipo patriarcal la noche de bodas le convierte en una especie de rito ancestral en que el hombre demuestra su potencia sexual y la mujer pierde la virginidad.

Sin llegar a los extremos de exhibir (el hombre, por supuesto) por el balcón la sábana manchada de sangre en los casos en que se daba por supuesto que la novia era virgen, o de tener que soportar, como nuestros abuelos, una terrible algazara, que duraba toda la noche, en el caso de que contrajera matrimonio con una viuda, lo cierto es que aún hoy esa noche sigue teniendo gran importancia y que está íntimamente ligada a la virginidad de la mujer.

No en vano las novias se siguen vistiendo de blanco —aun en los casos en que, en rigor, y puesto que el color blanco simboliza precisamente la virginidad, debiera vestirse de cualquier otro color— y siguen llevando velos y flores de azahar.

¿Y cuál suele ser la actitud de la mujer ante todo este aparato, ante todo el espectáculo que se ha montado a su costa y en el que sólo faltan el bombo y el platillo? (En ciertos pueblos, y en las bodas de la «gente bien» de la localidad, no falta ni siquiera eso).

Las mujeres, por lo general, lo encajan encantadas. Han sido educadas en la creencia de que la virginidad por sí misma constituye su bien más precioso y que de un simple hecho físico depende que su matrimonio pueda llegar a realizarse, no menos que toda su felicidad futura.

Por eso defienden «su fortaleza» tan encarnizadamente, incluso de su propio deseo y del deseo del hombre al que quieren y que va a convertirse en su marido, convencidas de que, si cediesen a sus presiones, a veces incluso chantajes, podrían ser luego despreciadas por él y tratadas como «una cualquiera», con lo cual se verían frustradas en su mayor —casi única— aspiración: la de convertirse un día en esposas y madres.

sábado, 27 de agosto de 2011

El Desengaño en el Matrimonio


En este punto las cosas, no tiene nada de extraño que, apenas consumado el matrimonio, se produzca el desengaño. Desengaño del que el hombre no se resiente por lo general excesivamente, en parte porque se siente responsable a causa de los reproches (mudos o no) de que le hace objeto la esposa y en parte también porque él, fuera de casa, en el trabajo, con los amigos y con las aventuras ocasionales, vive su vida.

En cambio, para la mujer el golpe es mucho más duro, y las consecuencias mucho más terribles.

Ya hemos dicho que el objetivo de la vida de una mujer educada tradicionalmente es el matrimonio. Fracasado o simplemente en crisis éste, siente que se derrumba el mundo a su alrededor.

Inconscientemente cae en la contradicción de reprochar a su marido el que lleve una vida independiente, que trabaje, que no esté siempre a su lado diciéndole que la ama y que no puede vivir sin ella, y de empujarle al mismo tiempo a prosperar, a subir, cada vez más, para realizarse de este modo a través del consumo, comprando, y para comprar necesita que él gane cada vez más dinero.

Y es que para la mujer no están nada claros los límites que existen entre ella y su familia. Al haber puesto todas sus aspiraciones en el matrimonio, se ha convertido a sí misma en su matrimonio; de ahí que todos sus afanes se reduzcan a la familia y a lo relacionado con el hogar. De ahí también que viva a través del marido y de los hijos y que para éstos su constante presencia llegue a ser ago-biadora, ya que ella no puede dejar de intervenir en cualquiera de los asuntos que les afectan, ni siquiera en lo relacionado con su actividad profesional.

Mientras los hijos son pequeños encuentran en ellos la razón de su existencia, y el afecto de los chiquillos la resarce de alguna manera del vacío en que se encuentra.

Sin embargo, esta compensación de carácter afectivo no és muy duradera. Los hijos crecen, se van haciendo cada vez más independientes y no soportan fácilmente una madre dominante o hiperprotectora.

De este modo, ella se va sintiendo cada vez más sola, más inútil y fracasada. Condenada a un trabajo agotador (el del hogar) que nadie le reconoce como tal y que no tiene ningún aliciente —siempre lo mismo: fregar, lavar, planchar, cocinar—, pierde sus energías en estas pequeñas tareas que no le proporcionan satisfacción alguna y que acaban de sumirla en un mundo aparte, en el que todas las cosas parece que se pongan obstinadamente en contra suya.

¿Y a quién hacer responsable de esta situación ?

La respuesta es clara: a las pequeñas ideas. Ellas son quienes han conducido a la mujer a este estado de cosas. Sin la pequeña idea de que la mujer está hecha solamente para el hogar, muchas mujeres encontrarían satisfacción adecuada a sus necesidades de orden social en un trabajo productivo realizado fuera de casa.

Si se librara de la obsesión de casarse, optaría por el matrimonio sólo en el caso de que estuviera realmente segura de que ha encontrado al compañero adecuado para compartir su vida. Si no pretendiera vivir a través del marido y de los hijos, éstos probablemente la amarían y la respetarían más porque verían que el amor de ella es completamente desinteresado y respetuoso para con sus distintas individuales.

La mujer podrá desarrollarse plenamente sólo cuando, despreciando las pequeñas ideas aprendidas, sea capaz de abrirse camino por sí misma, de acuerdo con su propia manera de pensar y con sus verdaderas inclinaciones.

martes, 23 de agosto de 2011

La Idealización del Hombre de la Pareja


¿Cómo soporta el hombre esta idealización? Por una parte no puede evitar sentirse también encantado al apercibirse de que su novia le considera tan maravilloso (léase machó) como nunca había soñado ser.

Por otra parte, estima que no es necesario desencantarla explicándole que es menos maravilloso de lo que ella cree y que, además, sería inútil, porque seguramente no lograría convencerla.

Y ¿cómo es en realidad el hombre? De muchas maneras, como todos los humanos (hombres y mujeres), pero educado de distinta forma. Con menos cuentos, más en contacto con la realidad. Por eso para el hombre el matrimonio no es una meta, un fin en sí mismo, sino una manera de organizar su vida privada de tal modo que pueda dar satisfacción a sus necesidades más inmediatas adaptándose al mismo tiempo a las normas que la sociedad le impone.

Y, sin embargo, simplemente porque para él el matrimonio no lo es todo, parece injusto hacerle reproches. A él no le han educado exclusivamente para marido, y su mundo, aunque en muchos casos bastante reducido también, acostumbra a tener horizontes más amplios que el universo femenino.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Diferencias en la Pareja


¿Y cómo superar estas diferencias? Pues bien. Ante todo es necesario tener presente que, aparte de la diferencia de caracteres —diferencia que puede ser más o menos acusada según los casos—, existe una diferencia educacional de la que ni hombres ni mujeres son responsables directamente, y que sólo pueden remediar, por una parte, siendo conscientes de ella, y, por otra, mediante un esfuerzo de comprensión mutua y de verdadero cariño.

No hay que impacientarse en ningún caso. Como parece ser que «el predicar con el ejemplo» suele dar buenos resultados, lo mejor es que la mujer, dosificándolas y sin hacerse pesada, insista en sus atenciones y demostraciones de cariño para con el marido de manera que éste, insensiblemente, se vaya acostumbrando a ellas y acabe por corresponder.

Los reproches, las quejas, los dramas y los llantos no hacen más que agravar la situación, pues el marido considera «que no hay para tanto» y se siente vagamente culpable, lo que no contribuye a mejorar la situación sino a empeorarla, porque el sentimiento de culpa le hace reaccionar con violencia y, de esta manera, las relaciones se van haciendo cada vez más tirantes.

Quede claro, por tanto, que lo que hay que hacer es mostrarse comprensivo en todo momento y aprovechar con inteligencia las ocasiones favorables, y saber abandonar la partida cuando las circunstancias lo requieran. En definitiva: el viejo «tira y afloja».

De todos modos, es necesario hacer notar que la actitud del hombre obedece también a otras causas (el trabajo productivo, el tener que enfrentarse con las incidencias a menudo nada gratas de la «lucha por la vida», etc.) y que, por tanto, no es posible que un matrimonio pueda vivir en perpetuo idilio, encerrados ambos esposos en una torre de marfil, sin contacto con el mundo exterior.

Asimismo debe la mujer tener presente que si ella dejara el hogar para trabajar también fuera de Enlacecasa, sus horizontes se ampliarían, disminuiría su necesidad, a veces enfermiza, de afecto, y, por tanto, disminuirían también sus exigencias, y que, al enfrentarse con problemas parecidos a los que afectan a su marido, tendría más cosas en común con él y reinaría entre ambos este compañerismo que sólo es posible hallar entre personas que sienten las mismas inquietudes y que comparten afectos e intereses.

Vemos, por tanto, que si bien suele ser cierto que los hombres se comportan muchas veces de manera egoísta y poco considerada, es igualmente cierto que el universo femenino es demasiado cerrado, y que el hombre puede fácilmente ahogarse en él. Por eso a la mujer le incumbe también esforzarse por estar en contacto con el mundo; saber lo que ocurre, leer, interesarse por la actividad profesional del marido, etc., y también, y esto sería la solución más eficaz, ejercer, aunque sólo fuera durante unas horas, una actividad que la satisficiera fuera de casa, de manera que se relacionara diariamente con otras personas, con lo cual el marido no sería su única posibilidad de incidir en el mundo, ni se vería obligado a llenar, él sólo, el vacío afectivo que, por lo general, se va creando alrededor de la mayoría de las amas de casa.

martes, 2 de agosto de 2011

Matirmonio - Eduación del Marido


Qué poco preparados llegan por regla general los hombres al matrimonio! Por ello, y para facilitar la educación de los maridos, se han escrito estas páginas, divididas. para mayor claridad, en tres apartados que corres-rorden a la educación de la afectividad (enseñar al marido a ser cariñoso), a la educación doméstica (enseñarle a colaborar en las tareas del hogar, o, como mínimo, a no obstaculizarlas) y a la educación sexual (hacerle comprender que también la mujer experimenta necesidades de este upo y que del satisfacerlas o no depende en gran medida su equilibrio psíquico y su felicidad). Es realmente difícil, cuando de «educación del marido» trata, saber por dónde empezar.

¡Existen tantas cosas, pequeñas cosas que una mujer desearía cambiar de su mando! ¿Y cuáles son esas cosas? «¡Oh, quisiera que mi marido fuese más atento conmigo, que se interesase más por mis problemas,- que me consultase más a menudo, que me hablara como cuando éramos novios, que fuese más cariñoso, que me llevara más a menudo a cenar fuera, al cine...» Estas cosas y otras parecidas acostumbran a responder la mayor parte de las mujeres cuando se les pregunta a este respecto. Y si nos fijamos bien, todos estos deseos o velados reproches pueden reducirse a un solo problema: el de la afectividad.

La educación que se da a la mujer tiende a convertirla en un ser dulce, cariñoso y lleno de atenciones para con los demás. A la niña se la educa sentimentalmente. En cambio, al niño no. Desde su más tierna edad oye aquello de que «los hombres no lloran», se le dan juguetes bélicos y se encuentra, además, con una serie de prohibiciones sociales que le impiden jugar con muñecas, hacer comidas, «labores», y, en general, toda una serie de actividades que siempre han sido consideradas femeninas.

Teniendo presente estas cosas ya no podemos extrañarnos tanto de que al hombre adulto le cueste tanto mostrarse «cariñoso», y más en público, puesto que, dada la mentalidad absurda que impera entre nosotros, estas demostraciones de afecto podrían suscitar comentarios como los siguientes: «es un calzonazos», «se le cae la baba por su mujer» y otros parecidos, que, como es lógico, habrían de herir profundamente al marido.

Por todo esto, y porque no hay que olvidar que la afectividad es el resultado de una educación determinada, la mujer no debería hacer responsable a su marido individualmente de este defase emocional, sino darse cuenta de que lo que ocurre es que la diferente educación que ha recibido es causa de esta especie de inhibición afectiva. Por otra parte debería comprender que también a él puede chocarle su manera de comportarse, hasta el punto de considerarla a veces «pegajosa» o «pesada», y sentirse algo cohibido ante sus muestras de cariño.

jueves, 7 de julio de 2011

Problemas internos de Pareja


Podría decirse que existen dos clases «tipo» de desajuste matrimonial: la desavenencia íntima, que suele ser menos evidente pero mucho más peligrosa, y el choque que es producto de las presiones ejercidas sobre el matrimonio por circunstancias ajenas a la intimidad de la pareja.

El choque íntimo se debe a las presiones que en la relación conyugal se ejercen de dentro a fuera, aun cuando a veces, por mor de las conveniencias sociales, nada de ello vislumbran los extraños.

Los distintos niveles de cultura, la desarmonía sexual, las alteraciones temperamentales, pero principalmente las diferencias de educación y de mentalidad, podrían ser especificaciones de estos conflictos latentes, dificilísimos de extirpar, ya que el germen de desunión —y, por tanto, el germen de desafección y decepción— se oculta en lo más íntimo de la pareja y afecta a la respectiva personalidad y libertad de los cónyuges.

Asimismo existe el choque matrimonial producto de la presión que el mundo circundante, externo al matrimonio en sí, ejerce sobre la pareja, actuando con su rechazo o su reprobación sobre el comportamiento íntimo de los cónyuges.

Las diferencias de raza, de religión e incluso de nacionalidad o clanes políticos adversos, son un ejemplo claro de cómo el mundo exterior puede crear —y de hecho crea— antagonismos difícilmente salvables, a no ser que los consortes posean una gran dosis de fuerza moral, un profundo amor y una perfecta identidad de fines y propósitos.

Las desigualdades de tipo íntimo (menos visibles, pero más intensas e insalvables, aunque los cónyuges pertenezcan a un mismo estrato social y económico, si no existe entre ellos armonía sexual e identidad cultural) llevan a la desunión matrimonial, aunque no se exteriorice.

Por el contrario, las desigualdades de tipo externo, mucho más espectaculares, significan unas barreras dificilísimas de romper al comienzo de la relación amorosa, pero salvado el primer momento (tal experiencia sólo pueden permitírsela personalidades muy formadas y maduras), estas mismas presiones, no menos que el desgarramiento que cada cónyuge ha tenido que sufrir para vencer ancestrales prejuicios, se convierten en fuente de auténtico amor y compenetración.

Por otra parte, estas barreras pueden llegar a desaparecer por sí solas (las debidas a nacionalismos xenófobos, por ejemplo) y la marcha de la humanidad tiende a levantarlas o a convertirlas en fácilmente franqueables.

martes, 5 de julio de 2011

La Boda para la mujer - Parte 2


De acuerdo; hemos exagerado. Este lo es intolerable. Pero es que a veces la manera más convincente de demostrar que algo está llegando a ser intolerable es exagerarlo al máximo, llevarlo hasta sus últimas consecuencias, a las más absurdas. Y el hecho de que la mujer, o de que muchas mujeres están en venta es incontrovertible. Y también intolerable. La mujer necesita al hombre, pero el hombre también necesita a la mujer, y, sin embargo, normalmente se atreve a ser él mismo, y no vive tan pendiente de gustar.

Por eso podemos llegar a la conclusión de que si bien procurar gustar es algo que honra a todo ser humano (hombre o mujer), porque es una deferencia hacia los demás y una muestra de respeto para con uno mismo, el hecho de que el gustar se convierta en una obsesión es aniquilador; despersonaliza y cosifica, o sea, arruina la personalidad y convierte a los seres humanos en cosas.

b) Las niñas tienen que ser obedientes y sumisas. Esta obediencia y sumisión, que hace unos años se llamaba modestia, se ha considerado tradicionalmente el principal adorno de la mujer. Es uno de los requisitos indispensables de la feminidad, palabra mágica cuyo principal encanto reside en que nadie sabe exactamente cómo definirla, pero que se puede expresar con un encogimiento de hombros y la sonrisa vaga y coqueta de quien está en el intríngulis. De todos modos —y dejando de lado esta espinosa cuestión (la de la feminidad)—, hay que tener presente que tampoco la docilidad y la sumisión acaban aquí. Ahondemos un poco más.

Lo más grave de estas adorables y femeninas cualidades es que llevan a la mujer a aceptar como buenas —sin atreverse ni siquiera a reconsiderarlas un momento— una serie de normas de conducta que le vienen impuestas desde la infancia y cuya principal finalidad es conseguir que se adapte plenamente a su condición de ser humano a medias, de ser humano al que no se sabe bien por qué le están sutilmente vedadas las actividades que mejor contribuyen al desarrollo de la personalidad del individuo, y a su conciencia de incidir de alguna manera en el mundo; de ser humano, en definitiva, cuya única misión consiste en hacer agradable la vida a los hombres y en perpetuar la especie, cuando lo que debiera hacer es pensar por su cuenta, discutir las normas de conducta y enfrentarse a ellas. Dejar, en resu midas cuentas, de ser sumisamente femenina para convertirse en un ser independiente que somete a crítica lo que se le inculca y que decide por sí mismo su destino.

c) El fin de toda mujer es casarse y tener hijos. Puesto que el hombre es animal social, parece lógico que viva en compañía y que se una a otro ser del sexo opuesto formando una sociedad cuyo fin sea el satisfacerse mutuamente las necesidades afectivas y sexuales y educar a los hijos. Hasta aquí muy bien. Nada que objetar. Lo que sí es criticable es el considerar que la participación social de la mujer termina así, en tan estrechos horizontes, y que fuera del matrimonio nada le incumbe, todo le es ajeno.

Este planteamiento adolece del defecto al que anteriormente nos hemos referido: la pequenez. Es una visión del mundo estrecha, limitada, mezquina. Y a quien perjudica mayormente es a la mujer, que de hecho se limita a la sociedad matrimonial, porque el hombre, mediante el trabajo, encuentra la manera de incidir en la realidad, de participar en otras sociedades y ser plenamente animal social.

d) El matrimonio colma todas las necesidades y apetitos de la mujer. Otro error. Otra pequeña idea falsa. No hay necesidad de demostrarlo. Basta ir por ahí, mirar la cara de muchas de las mujeres de más de cuarenta años y preguntarles por su matrimonio. El torrente de palabras es anonadador y tristemente ilustrativo. El descontento, el rencor, la insatisfacción y la necesidad de descargarse las impulsan a hablar, dando la impresión, en algunos casos, de que se recrean en su propia desgracia y de que encuentran en ella la respuesta adecuada a su fracaso.

Y, sin embargo, lo curioso es que sus diatribas se dirijan sistemáticamente contra el marido, como si él, y no la ideología responsable de que ellas pongan todos sus anhelos y esperanzas en el matrimonio, fuera el único culpable de la insostenible situación.

La mayoría de ellas piensan que si se hubieran casado con otro hombre..., que si él ganara más dinero..., si fuera menos egoísta..., y no ven que la causa del fracaso no es el marido sino el enfoque que ellas han dado al matrimonio al convertirlo en su única aspiración, al condenar todos sus intereses y afectos en las cuatro paredes del hogar. No se dan cuenta, en resumen, de que el verdadero responsable es la pequeña idea que ellas tienen de sí mismas y de sus necesidades, del hombre y del mundo.

domingo, 3 de julio de 2011

La Boda para la mujer - Parte 1


Parece evidente que existen dos maneras de entender el matrimonio: una femenina y otra masculina. A esta diferente concepción del matrimonio cabe atribuir la mayor parte de los problemas que ambos cónyuges se plantean, que son, en muchos casos, suficientemente graves como para destruir si no la unión en sí (extremo al que se llega difícilmente, sobre todo por presiones de índole social, en los países en que no existe divorcio), sí al menos la comunión afectiva entre los esposos y la posibilidad de dialogar.

Examinemos ahora la concepción femenina del matrimonio y veamos hasta qué punto está cargada de idealismo y falta de contacto con la realidad, y hasta qué punto, por tanto, es responsable del ulterior fracaso.

Pero para ello tendremos que partir de la educación que se da a la mujer, y de los principios que se le inculcan, principios, o, como los llamaremos en adelante, pequeñas ideas, que condicionan a la mujer hasta el extremo de impedirle —si no sabe liberarse a tiempo de su maleficio— pensar con independencia de criterio, tomar decisiones, amar libremente, y otras actividades propias del ser humano, sin las cuales resulta imposible que hombres y mujeres puedan realmente comunicarse.

A las niñas se las educa con diminutivos: que si la muñequ/ta, que si el vestidito, que si los pastel/tas, la casita... Luego vienen las monjitas o las señoritas (suplicio absurdo) y finalmente, con o sin intervención de San Antonio, la boda —LA BODA— en mayúsculas y sin diminutivo.

Pero ya es tarde; las niñas, que entre tanto se habían convertido ya en mujerezto, se han acostumbrado a las cosas pequeñas, o, mejor dicho, a las pequeñas ideas. Estas pequeñas ideas las han recibido envueltas en papeles de brillantes colores, como caramelos, y como caramelos las han engullido. Y con estas pequeñas ideas la niña, ya mujer, ha de vivir y educar a sus hijos.

¿Cuáles son y qué tienen de malo esas pequeñas ideas ?

Vayamos por partes: ¿cuáles son? ¡Oh!, pues muy corrientes. Pueden formularse, además, de muy diversas maneras, pero en esencia se reducen a las siguientes:

a) Las niñas tienen que gustar. Deben, por tanto, hacer lo posible por gustar: ir bien vestidas, bien peinadas, hacer monadas y ¿cómo no? ser un poco hipócritas, porque, desengañémonos, sin una pizquita de hipocresía es imposible complacer a todo el mundo.

Examinemos ahora la cuestión más de cerca (qué tiene de malo). Eso de gustar, que parece tan inofensivo, se convierte en fuente de prohibiciones —no ensuciarse, no despeinarse, no moverse bruscamente...— y, en la escuela, en falta de espontaneidad —sonreír cuando no se tienen ganas, saludar a unos amigos de mamá que son pesadísimos, decir «no, gracias, ya he merendado» cuando una se muere por comer unas cuantas galletitas con cualquier tontería.

¿Sólo eso? No, sólo eso, no. Sigamos.Enlace

La niña, que va reprimiendo sus tendencias a manifestarse tal cual es —por gustar, por complacer—, se va convirtiendo cada vez más en producto, en objeto. Y como la competencia es realmente agobiante —abundan las mujeres aún más que los detergentes— la cosificación (o sea, el hecho de convertirse en cosa) llega a extremos inconcebibles. A veces a uno le da por pensar que a ciertas mujeres no les falta más que regalar puntos para la vuelta al mundo de dos personas, o boletos para el sorteo de un seiscientos.

¿Y el hombre ? El hombre, como es lógico, no sabe por dónde anda. Se pierde en el laberinto de las minifaldas, de los ojos sombreados por largas pestañas (postizas o no), de los graciosos movimientos insinuantes, y, a la hora de comprar (casarse) puede que esté tan aturdido que se queda con lo que menos se ajuste a su manera de ser y a sus necesidades.

viernes, 1 de julio de 2011

Desigualdades y rupturas de Matrimonio


LAS DESIGUALDADES CONYUGALES
El matrimonio es un «estado» y un continuo proyecto a realizar conjuntamente por dos seres humanos de diferente sexo. En la pareja humana que se ama de verdad no puede ocurrir como entre los animales.

Éstos, en determinado momento dan y reciben corporalmente para después seguir cada uno su camino, sin volver a encontrarse jamás, excepto en algunas especies en las que el macho y la hembra conviven un tiempo juntos para cuidar a sus crías.

No. La pareja humana está formada por dos seres que, además de estar unidos sexualmente, tienen por delante un camino que recorrer. Un camino que recorrerán juntos y durante el cual, juntos, irán creando vida y amor. Es una entrega sin reservas, es un darse para siempre: este camino es la gran aventura de los cónyuges, ya que su mutua entrega compromete hasta la médula la realidad íntima de cada uno de ellos.

Todo hombre o mujer perteneciente a nuestra moderna civilización siente, al unirse a su pareja, el deseo y la ambición de alcanzar juntos un porvenir común. Sean cuales fueren sus creencias, la pareja humana que se une para formar un hogar realiza un acto volitivo de continuidad y de permanencia.

MATRIMONIOS ROTOS
Desgraciadamente, son muchos los casos en los que estos deseos resultan fallidos y la pareja rompe su unión con los consiguientes traumas sentimentales, familiares y sociales. Sin necesidad de grandes y extraordinarios dramas, el cotidiano acontecer de la vida se encarga, en numerosas ocasiones, de reducir a la nada aquel impulso sagrado que empujó un día a un hombre y a una mujer a hacerse mutua entrega de sí mismos.

Las causas que pueden acabar con un matrimonio son innumerables e incalificables, ya que un mismo hecho puede ser motivo de desavenencia en una pareja, mientras puede significar un auténtico lazo de unión para otra (como ocurre, por ejemplo, con los problemas o graves disgustos causados por los hijos, o con la obtención de un brillante nivel económico).

Pero es indudable que el germen de un matrimonio fallido se encuentra siempre en la inadecuada elección de la pareja. Se realizan matrimonios cuya desigualdad entre ambos cónyuges es tan notoria que, con grandes probabilidades de acierto, se puede predecir que dicho matrimonio está abocado al fracaso.

lunes, 20 de junio de 2011

Como mejorar el sexo en la pareja


Para la mujer el sentido más importante es el tacto. En la relación sexual a ella le interesa dónde, cómo y con qué intensidad la tocan para conseguir su excitación. La mujer no estará preparada para recibir y triplicar la energía sexual, ya que las regiones primarias estarán no congestionadas (no están henas de sangre, como es necesario en estos momentos.

Para que se cumpla este requisito, primero se deberán estimular los puntos sensibles secundarios (detrás del cuello, de las orejas, la espalda, la cara interna de los brazos y casi toda la piel, depende de cada mujer) para ir preparando las otras zonas, que son las realmente importantes.

Por ello, cuando el hombre comienza el juego sexual estimulando los pezones o el clítoris, la mujer se bloquea, y esto hace que la curva de excitación de la que hablábamos (la lubricación) se haga mucho más lenta. Para el varón, en cambio, el sentido más importante es el visual. De ahí la importancia de los filmes eróticos, los espejos, las luces y la lencería erótica, que no es tan fundamental para la mujer como para el hombre.

El gran problema desde el punto de vista cultural es que el hombre cree que la mujer se excita de la misma forma que él. Así, el varón lleva a su casa videos pornográficos para que ella se excite, logrando el efecto contrario al buscado.

El cree que ella se desespera por ser penetrada todo el tiempo, mientras que lo que ella quiere es jugar, ser acariciada y mimada. Si el hombre logra entender que la mujer siente distinto, seguramente se acortarán muchas de las distancias que separan a los sexos.

En cuanto a los hombres, ocurre algo similar: muchas de ellas creen que siempre debe ser el macho quien inicie sexual-mente los juegos, y quien deba estimularla. De hecho, a todos los hombres les gusta que ellas también actúen y tengan un rol más protagónico en la relación sexual. Es más, ellos también necesitan que los exciten para lograr una buena erección.

Tanto en las mujeres como en los varones, el deseo sexual está regulado por una hormona, que es la testoste-rona. En los varones el deseo es más continuo que en las mujeres, que poseen un deseo más cíclico. En ellas, el período pre y post menstrual inmediato aumenta su predisposición sexual.

Según diversas teorías, esto se debe al brusco descenso de la progesterona, que es la hormona que inhibe el deseo sexual. Al descender, la mujer aumenta su deseo amatorio. Otros especialistas explican este fenómeno diciendo que es un pico de testosterona en la mitad del ciclo, que tarda unas dos semanas en actuar, el que produce el aumento del deseo antes y después de la menstruación.

Además, el deseo sexual femenino está más ligado con lo cultural. Por ello, se dice que el ambiente y la necesidad de compromiso de la mujer influye en su deseo amatorio.

viernes, 17 de junio de 2011

Diferencias entre hombres y mujeres en el Sexo


Desde afuera, parece difícil entender qué es lo que motiva las profundas diferencias de comportamiento y de actitudes tanto en hombres como mujeres en materia de sexo. Sin embargo, estas distancias que todos vemos como complejas son un tema corriente para los profesionales especializados en el tema.

Para acercarnos a una explicación de esta problemática, consultamos al doctor Martín Ruiz, médico sexólogo especializado en disfunciones sexuales en el Beth Israel Hospital de Nueva York, Estados Unidos. El doctor Ruiz sostiene que las diferencias entre as respuestas sexuales del varón y la mujer pueden ser explicadas, ya sea desde un punto de vista fisiológico, o bien desde el terreno cultural.

Respecto de lo fisiológico, podemos decir que los tiempos de excitación del hombre y de la mujer son totalmente opuestos. El varón tiene una excitación muy rápida, que corresponde a la erección, mientras que la mujer tarda mucho más en excitarse: necesita un tiempo especial para conseguir la lubricación que la lleve al mismo nivel de excitación que el hombre.

Esta diferencia de tiempos es absolutamente normal y es la que justifica que, a diferencia de los hombres, las mujeres necesiten del llamado juego previo antes de llegar a la penetración.

Lo ideal, entonces, es que el momento del coito se produzca cuando ambos amantes hayan llegado a este punto máximo de excitación. Aquí podemos ver la primera gran diferencia entre los dos sexos, que suele derivar en las disfunciones amatorias: ellos quieren la penetración apenas logran la erección, lo cual hará que encuentren a la mujer en el inicio del período de excitación.

El hombre está sumamente estimulado, mientras que ella recién inicia a "ponerse en clima" en la relación. Si el varón no respeta esta necesidad femenina de los juegos sexuales previos, muy posiblemente el encuentro sexual se vea frustrado. Como vemos, este tipo de desfases están relacionados con el diferente "timing" de cada uno de los amantes.

¿Cómo podemos solucionar este problema?
"Simplemente, conociendo la respuesta del otro integrante de la pareja. Dialogando y comunicándose con el amante podremos resolver este problema con facilidad.", sostiene el doctor Ruiz.

domingo, 10 de abril de 2011

8 Secretos para ser una mejor Cónyuge


Nunca es demasiado tarde para ser un buen cónyuge. El gran secreto es la buena disposición a comprometerse con el otro, dice un afamado psiquiatra estadounidense, el doctor James Hodge, que ofrece los siguientes consejos:

Llegue a un acuerdo con su pareja sobre cómo gastarán el dinero. "Las peores peleas de una pareja son sobre el dinero —dice el doctor Hodge, profesor emérito de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad del Noreste de Ohio—. Por ejemplo, si la mujer es amarreta y el marido gasta el dinero a manos llenas, hay que llegar a un acuerdo."
El tendría que obligarse a ahorrar algo del dinero y ella tendría que tratar de aflojar el codo de vez en cuando.

Deje que su pareja tenga tiempo para estar solo. Estar juntos todo el tiempo no es bueno para ninguna relación. Todo el mundo necesita tiempo para estar solo, pensar, escuchar su música favorita y trabajar en proyectos personales. Permita a su pareja tener ese tiempo.

Acaricie al otro. "Cuando más tiempo hace que una pareja ha estado junta, menos se acaricia —dice el Dr. Hodge—. ¿Cuánto hace desde la última vez que tomó a su pareja de la mano mientras miraba TV?" Inclusive, una gentil caricia en la espalda es una buena manera de decir: "Estoy aquí y estoy contenta de que tú también lo estés".

Haga que el otro se sienta protegido. Cuando su pareja tiene un problema, asegúrele que usted está a su lado para ayudar.

Demuestre a su pareja que usted aprecia las cosas que éste hace. Si su marido saca la basura y lleva a pasear al perro, dígale gracias de vez en cuando. Si su esposa prepara una comida sabrosa todas las noches, ocasionalmente dígaselo: "Querida, estuvo deliciosa".

Hágase tiempo para hablar sobre ustedes y los acontecimientos del día.
Den un paseo después de almorzar, disfruten un trago juntos o laven los platos juntos. Lo importante es que hablen para que cada uno sepa lo que el otro hace y piensa.

Compartan momentos graciosos.
"Las parejas tienen que compartir las risas todos los días —dice Hodge—. Hagan cualquier cosa para producir ese momento gracioso, ya sea alquilando una película cómica o actuando de manera humorística."

Demuestren afecto. Sorprenda a su pareja con flores. Llámela sólo para demostrar su cariño. Un poco de afecto, puede hacer milgros con un matnmomo

viernes, 8 de abril de 2011

Crisis de Matrimonio


La fórmula para superar las crisis matrimoniales residen en que los esposos logren establecer la igualdad en el cumplimiento de las tareas hogareñas.

De acuerdo con una investigación realizada por la trabajadora social israelí Claire Rabin: "La sabiduría consiste en encontrar buenos motivos para seguir casados". El marido y la esposa deben dividirse las tareas hogareñas, aseguró la investigadora.

Un estudio que se centró en la Universidad norteamericana de Seattle y continuó en la inglesa de Cambridge alcanzando a 150 parejas, comprobó que las mujeres interrogadas se mostraron menos felices que sus maridos por sentir que su relación no es honesta y mucho menos igualitaria.

Para Rabin la igualdad no es "mitad y mitad", sino la expresión de una gran amistad, de respeto en las elecciones del otro, aunque no aporte pa-ramantenerelhogar. "En síntesis —dice la experta—, que nadie se sienta utilizado por el otro."

jueves, 31 de marzo de 2011

Historia de la Pareja - Matrimonios


La mujer va a aparecer definida con relación a los hombres: hermana de, hija de, esposa de, nieta de... En este período de la modernidad, ella no se encuentra al margen de la cuestión económica. Ahora, la figura femenina debe procurarse su propia dote. Es cierto que las características de ésta serán diferentes según la clase social a la que pertenezca la mujer.

Para las clases altas y medias, el contrato matrimonial es el negocio más importante que una familia hace; sin embargo, este modelo no se aplica a toda la sociedad. La mujer de clase baja tiene que trabajar para mantenerse, pero no se admite la independencia femenina. Lo que significa que el trabajo tiene su razón de ser en el aporte que ella realiza al contrato matrimonial. Lamujer sin dote puede acceder a un casamiento con alguien situado en el nivel más bajo de la escala social.

En este período, la mujer trabaja en las granjas agrícolas; en la industria doméstica (colabora con sus padres o maridos en el despacho o venta de lo producido en el hogar); en la industria de la seda o pertenece a la servidumbre (con todas las gradaciones: damas de salón' como cúspide de su carrera).

Ahora bien, para conseguir trabajo es importante la educación, bien que escasea en la época. Existen escuelas de caridad (S. XVII) y pequeñas escuelas. Se procura que la mujer tenga buena presencia: "... el ideal era vestido limpio, aunque zurcido, cuello almidonado, aunque viejo, calcetines sin agujeros y zapatos lustrados".

¿Quién con quién?
Las hijas de abogados y de hombres del clero se casan con aquellos de la misma profesión paternal; las sirvientas reales con jornaleros, tratando de establecer una granja; las sirvientes ciudadanas con sirvientes ciudadanos, con el proyecto de crear un pequeño negocio independiente (bar, cafetería). La hilandera se casa con el cardador o el tejedor, de ahí que no se interrumpe el ciclo del trabajo. La mano de obra no calificada (floristas, vendedoras ambulantes) que no tiene dote, o que la ha gastado por alguna enfermedad, se casa con hombres de su misma condición.

Entre 1550 y 1800, las mujeres que mueren solteras son entre el 5 y el 25 por ciento. La edad del casa- miento se eleva. Cuanto mayor es la crisis económica, más notoria es la demora para casarse. En general, la mujer no se casa con alguien situado por debajo de su estatus social.

domingo, 27 de marzo de 2011

Historia de la Pareja - El Casamiento


El casamiento: algunos cambios, los mismos intereses

Para la mujer, el matrimonio es su destino. Para el hombre, en cambio, llega a ser un proceso que le facilita su accionar. El marido da protección, sostén y paga impuestos. La mujer es compañera y madre, además de al-fabetizadora de sus hijos. El casamiento tiene la finalidad de la reproducción en un marco protegido. Sin embargo, éste es un tramo de grandes dificultades para las mujeres: cargan con mucha responsabilidad pero no gozan de independencia. De ellas dependen la fecundidad y la armonía familiar.

Los jurisconsultos establecen edades legales para casarse y los médicos preservan a las niñas de uniones prematuras o demasiado tardías. Se eleva el conocimiento de la práctica obstétrica y se conocen así los peligros de un embarazo para una adolescente apenas formada. A fines del Renacimiento, la sexualidad aparece como legítima y necesaria. Si se casa a la mujer sin su consentimiento, se es culpable a los ojos de la naturaleza.

La unión armoniosa de los sexos depende de un acuerdo físico y espiritual: ahora la jovencita no es soporte pasivo del varón y su volunt; Se le concede el derecho de participar en construcción de su destino. Obviamente, t to choca con una sociedad en la que las niñ son objeto de transacción, moneda de car bio de un poder económico y de un prestig social. De todas formas, se intenta luch, contra alianzas que sólo le dan prioridad a ambición social, sin tener en cuenta el entei dimiento afectivo y físico de los cónyuge: aunque todavía no se puede situar el ame como base de la pareja.

En esta etapa de la historia, un matrimo nio es un contrato que supone un intercam bio de bienes que caen bajo la óptica de marido. Los asuntos monetarios se antepo nen -si bien no como antes- a los deseos necesidades y naturaleza de las mujeres. Er el período anterior a la Reforma y al Concilio de Trento, el acto matrimonial no es un consentimiento y juramento de amor y fidelidad, sino un contrato seguido luego de un acto sexual. En un testamento de 1599, un padre le legó a su hija algunas ovejas y un marido. "A mi hija Majorie, le dejo LX ovejas y un marido y la concedo en matrimonio a Edward, hijo de Reynold Shajtoe." Contraer matrimonio por amor, sin tierras o bienes, es asegurarse una vida de sufrimiento.

Casi todos los maridos son mayores que sus esposas, lo que les permite combinar el papel de padre y esposo. Las ideas de los predicadores como las de los humanistas ubican a la mujer en el hogar, el silencio y la sencillez. Existen varios manuales de confesión y guías matrimoniales en los que se limitan las actividades sexuales. El acto sexual no debe practicarse frecuentemente; debe hacerse frente a frente, sin usar las manos o la boca, sin obscenidad ni desnudez visible, y sin insultos.
Sin embargo, casi todos los códigos morales le dan al marido el derecho de golpear a la mujer en "actitud de corrección". El adulterio es la manera más fácil (para los hombres) de disolver matrimonios; si bien entre las clases pobres, la causa más común de disolución es el abandono.

viernes, 11 de marzo de 2011

Problemas de Martimonio - consejos en la pareja


Los expertos pueden predecir si un matrimonio tendrá probabilidades de divorciarse con sólo realizar tres simples preguntas sobre la relación, según afirma un psicólogo que estuvo investigando más de dos mil parejas.

En una investigación, se logró predecir con una sorprendente exactitud del 94 por ciento, si las parejas se encaminaban al divorcio en un lapso de tres años, según asegura el Dr. John Gottman, profesor de psicología de la Universidad de Washington, en los Estados Unidos.

Estas son las preguntas que realizaron el Dr. Gottman y sus colaboradores: ¿Cómo se pelean? No importa la frecuencia de las peleas de una pareja, afirma Gottman. "Lo importante es cómo solucionan sus diferencias. Si las discusiones están signadas por la negatividad, el matrimonio, seguro, está destinado a tener problemas."

Las parejas destruyen buenos matrimonios al atacar la personalidad o el carácter del otro, o haciendo bromas hostiles o mal intencionadas. Todas estas actitudes hacen que la otra persona se ponga a la defensiva, y cuando ambos cónyuges están a la defensiva, el matrimonio va inexorablemente a la ruina.

¿Los cónyuges tienen más sentimientos positivos que negativos hacia el otro?

"En un matrimonio estable, los intercambios acalorados suelen compensarse a través del humor o del cariño", dice el Dr.

Gottman, autor de "Por qué fracasan o triunfan los matrimonios".

Los científicos han descubierto que las parejas que están felizmente casadas tienen al menos cinco gestos o acciones positivos por cada intercambio negativo, según este psicólogo.

"Las parejas que pasan mucho más tiempo riendo, haciendo bromas, acáriciándose tocándose y haciendo el amor, tienden a permanecer unidos, —mientras que aquellos que pasan mucho tiempo cruzando lanzas, probablemente se encaminan al divorcio."

¿Cómo es el punto de vista de ambos sobre el pasado de la pareja, "Nada puede predecir el futuro de un matrimonio mejor que la manera en que la pareja relata su pasado —dice Gottman—. Cuando el matrimonio se tambalea, marido y mujer recuerdan sus primeros tiempos en sus aspectos negativos."

Eso significa que si alguna vez tuvo un recuerdo tierno de la primera cita y ahora en cambio sólo vienen a su mente las cosas malas que sucedieron, podría ser que su matrimonio estuviera en peligro.

"Poner un enfoque negativo a su pasado es ud temprano signo de advertencia de que la relaciór inevitablemente fracasará", dice el Dr. Gottman.

Pero si advierte cual quiera de esos síntomas eso no quiere decir que m habrá solución para su pa reja. Significa, en cambie que usted debe pedir ayud lo más pronto posible.

"Ser conscientes de qu algunos rasgos específicc son los que llevan al divo: ció puede devolverlos al a mino positivo", dice Got man.