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domingo, 23 de octubre de 2011

Amantes


Los amantes célebres son famosos en la medida en que chocan con las prohibiciones, pero principalmente en la medida en que la oposición les permite analizar y declamar el amor. Como es lógico, pues, la dialéctica amorosa se desarrolla al margen del matrimonio.

Esto no quiere decir que no existan historias de matrimonios enamorados, pero predominan las historias de matrimonios ejemplares, y en ellas lo que se nos muestra como .admirable es la fidelidad, o la paciencia, virtudes ajenas a la pasión amorosa.

El análisis de la pasión amorosa adquiere su máximo esplendor en los albores del Renacimiento, y los poetas del dolce stil nuovo recogen la tradición del amor cortés.

El amor cortés es el antecedente lejano del flirt. En las prósperas y lujosas cortes de Provenza, la declaración amorosa, pública y poética, era un lujo más que el señor de la casa pagaba y la señora recibía en homenaje. Un trovador fielmente enamorado de la dama era lo que en lenguaje moderno llamaríamos un signo exterior de riqueza.

El canon amoroso del amor cortés exigía la frialdad altiva de la señora y la sumisión desesperada y constante del poeta enamorado. El convenio no podía romperse, ya que entonces la dialéctica amorosa desaparecía.

El apasionado poeta debía poner todo su ingenio para expresar su amor y al mismo tiempo exaltar el frío desdén de la que lo recibía, y, con su comportamiento, la señora tenía que merecer el poético homenaje y expresar con su silencio y sus miradas que apreciaba el arte amoroso sin corres-ponderlo.

lunes, 29 de agosto de 2011

Traumas de la primera relación sexual


Las primeras relaciones sexuales resultan casi siempre desagradables para ambos miembros de la pareja, a causa de determinados motivos psíquicos y físicos.

Las causas físicas dependen principalmente de las condiciones anatómicas y morfológicas femeninas. La pérdida de la virginidad, llamada también desfloración, se efectúa cuando el anillo himeneal es dilatado por el pene. Esta dilatación es siempre más o menos dolorosa, según el grado de sensibilidad al dolor de cada mujer.

El agrandamiento himeneal producido durante la desfloración no va siempre acompañado por una rotura de himen. Lo común es que esta membrana, de estructura elástica, ceda a la introducción del miembro viril y se dilátenlo suficiente para permitir su paso. Sólo en algunas ocasiones puede romperse, produciéndose, en estos casos, una pequeñísima herida cuya longitud raras veces es superior a un milímetro. El sangramiento no es forzoso, dado que la membrana himeneal está irrigada por vasos sanguíneos de calibre muy pequeño que tras romperse se cierran casi instantáneamente.

Es frecuente observar, durante los días que siguen a la desfloración, cierto aumento del flujo vaginal. Este fenómeno, que dura poco tiempo, es del todo normal: consiste en una reacción fisiológica de la vagina en respuesta a la dilatación del himen.

Los motivos psíquicos intervienen en la apreciación del dolor ocasionado por la desfloración, al igual que en cualquier otro proceso doloroso. El principal factor que aumenta la sensibilidad dolorosa es el miedo, determinado a su vez por el desconocimiento del acto que se está efectuando, debido a la falta de una experiencia anterior.

En la especie humana, y a diferencia de los animales inferiores, el acto sexual dista mucho de ser «un reflejo de la médula espinal»: por el contrario, en él participan el espíritu, la imaginación y la estima, características que le imprimen su peculiar sentido humano. De ahí la importancia de que en él intervengan la comprensión y el consentimiento recíprocos.

Para lograr que el acto sexual se realice con normalidad, libre de tensiones emocionales que lo alteren, es imprescindible el acoplamiento espiritual y físico de la pareja. Si la relación sexual se efectúa sólo desde el punto de vista físico, se distorsiona su sentido humano, convirtiéndose en un acto reflejo y bestial en el que terminara por entrar en juego la competencia entre los dos sexos.

La excitación sexual ha de realizarse no a modo de lucha entre dos rivales, hombre y mujer, sino tratando, cada uno de ellos, de entender todos los fenómenos físicos y emocionales que se dan en el otro miembro de la pareja, para poder así comportarse del modo más correcto y conseguir el fin primordial que persigue la sexualidad, sin el cual es imposible toda armonía espiritual: el logro de la culminación sexual, el orgasmo, en ambos miembros de la pareja a la vez.

lunes, 8 de agosto de 2011

Primeras Relaciones Sexuales


En los seres inferiores al hombre, la primera relación sexual tiene lugar cuando el aparato genital alcanza el desarrollo y la madurez necesarios para la reproducción. Aparte del condicionamiento al tiempo y al medio, la madurez sexual es el único requisito para que empiece la descendencia.

En el hombre, en cambio, la madurez física no es la única condición que permite el comienzo de las relaciones sexuales, sino que éstas, como todo acto humano, están ligadas al conjunto de la personalidad, y, por tanto, será también necesaria cierta madurez espiritual.
El hombre y la mujer llegan a la madurez física entre los 12 y los 15 años. Este momento, que en el varón pasa casi desapercibido, está señalado en la mujer por la aparición de la primera regla.

Su presencia indica que se han puesto en marcha mecanismos hormonales que conducirán, luego, a la armonía y equilibrio de todas las hormonas del organismo. Sólo al cabo de uno o dos años a partir de la primera regla (menarquía), la mujer alcanza la madurez necesaria para soportar físicamente un embarazo. Sin embargo, para la primera relación sexual, en la especie humana no se impone sólo este requisito; también se precisa la madurez espiritual suficiente para llegar a entender el verdadero significado del acto y su relación con el resto de la existencia.

Tema de eterna discusión es la conveniencia de mantener o no mantener relaciones sexuales antes del matrimonio.

La relación sexual es una forma de comunicación, y mediante ella hombre y mujer se integran en la forma de pensar, sentir y vivir como pareja. Es cierto que la relación sexual, practicada fuera o dentro del matrimonio, es un camino para llegar al conocimiento recíproco entre hombre y mujer, mas por otra parte no es éste el único camino para llegar a conocerse. La relación sexual no es imprescindible para que exista una profunda comunicación entre dos seres. Entre individuos del mismo sexo también puede darse una gran compenetración sin necesidad de relaciones sexuales.

De ello se deduce que no es éste el camino correcto para llegar a esclarecer si son aceptables o no las relaciones sexuales prematrimoniales.

El hombre, en el transcurso de su vida y motivado por sus creencias espirituales, contrae determinados vínculos con diversas instituciones. Es así como se explica que existan en la historia de la humanidad innumerables religiones o doctrinas, en las que siempre ñgura un mayor o menor número de creyentes. Es evidente que quien profese una religión determinada por haberse vinculado a ella voluntariamente, también voluntariamente acepta las obligaciones o deberes que ésta le impone. Por ello el mahometano rehusa comer carne de cerdo, aunque le apetezca.

En forma análoga, las relaciones sexuales prematrimoniales están condicionadas por los vínculos religiosos que contraemos. Así, si la religión de una mujer le prohibe la práctica de tales relaciones, ella se verá obligada a no efectuarlas y respetar dicho mandamiento, bajo pena de Tener que aceptar las responsabilidades y consecuencias que le comporte su desobediencia.

Es obvio añadir que un hombre que no profese ninguna religión, o bien que profese una religión que admita amplia libertad en la conducta sexual, una vez alcanzad* su madurez física, sexual y espiritual, no tendrá impedimento alguno para trabar relaciones sexuales cuando encuentre una mujer que comparta su forma de pensar y de sentir.

sábado, 6 de agosto de 2011

Excitación y Culminación Sexual - Parte 2


La predisposición psicológica es tan importante para la relación sexual, que se puede afirmar que no es posible llegar a una relación sexual sana si no se participa en ella positivamente, es decir, con un estado de ánimo favorable.

En primer lugar es necesario que exista entre los dos miembros de la pareja un conocimiento y una confianza recíprocos, aun cuando esta confianza puede verse dificultada, por ejemplo, si para aquel hombre o aquella mujer el acto sexual o la simple desnudez representa un hecho vergonzoso. La vergüenza es el principal causante de que, en la mayoría de los casos, las primeras relaciones sexuales no se realicen normalmente. Es una vergüenza absurda por no tener una base real, pero es experimentada por muchas parejas, dando lugar a que la relación sexual no llegue a su plena culminación; pasado un período más o menos corto de tiempo, lo normal es que se superen tales sentimientos.

Otro factor importante que entra en juego en este tipo de relaciones, es la tranquilidad de ánimo con que se llegue a su realización. Cualquier hecho o factor que sea capaz de motivar una tensión nerviosa obstaculiza el apaciguamiento mental, condición necesaria para la entrega mutua entre hombre y mujer, entrega cuyo fin es alcanzar los placeres físicos y espirituales de una sexualidad bien entendida.

Se comprenderá fácilmente la gravedad de las dificultades que deberá soportar una pareja cuando ambos miembros, o uno de ellos, no acepten (o no deseen) los placeres sexuales. Este hecho se da más frecuentemente en la mujer, quien a menudo no admite una completa entrega al disfrute sexual por causas extrínsecas a ella. El rechazo, agravado por el hecho de que la morfología del aparato genital femenino permite la relación aunque no haya deseo, motiva gran parte de las frigideces femeninas.

Las primeras relaciones sexuales están casi siempre dificultadas por la serie de tensiones emocionales que hemos visto, tensiones que, en general, se manifiestan como vergüenza a la desnudez y rechazo de lo sexual. Estos fenómenos, sin embargo, quedan eliminados una vez transcurrido el tiempo necesario para que la pareja se relacione íntimamente, logrando, tanto el hombre como la mujer, una predisposición adecuada para el disfrute espiritual y físico del sexo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Excitación y Culminación Sexual - Parte 1


La excitación sexual se produce por la presencia de estímulos capaces de activar el aparato genital. Dichos estímulos pueden tener innumerables orígenes, pero en general proviene de causas físicas o psicológicas.

La estimulación de cualquiera de las zonas erógenas es capaz, por sí sola, de poner en marcha los mecanismos fisiológicos necesarios para la excitación sexual.

Pero no son éstos los únicos estímulos capaces de desencadenar una respuesta sexual. Las sensaciones que provienen de todos los órganos de los sentidos: oído, vista, olfato, gusto y tacto, en un momento dado pueden sexualizarse, siempre que exista una predisposición psicológica para ello. Las caricias en la mejilla efectuadas por la madre o por el compañero, si bien físicamente son idénticas, difieren mucho por su efecto psicológico, hasta el punto que en el segundo caso pueden adquirir matices sexuales.

Otras veces la excitación sexual puede producirse por efecto de un recuerdo o un pensamiento que aflore y haga revivir momentos sexuales pasados. Son éstos los estímulos psicológicamente puros, capaces de provocar una excitación sexual prescindiendo de las sensaciones facilitadas por los sentidos.

Si bien todo proceso mental puede actuar sobre nosotros al aumentar o exaltar cualquier estímulo sexual físico, frecuentemente se observan fenómenos contrarios, es decir, disminuciones e incluso aboliciones de toda la sexualidad. De este modo se explica que la estimulación de un centro erógeno pueda desencadenar una sensación de repulsión en lugar de una actividad sexual, por ejemplo, cuando no es efectuada por el compañero sexual sino por un desconocido. Las impotencias sexuales, tanto del hombre como de la mujer, tienen casi siempre su origen en fenómenos de índole mental.

sábado, 30 de julio de 2011

Adulterio y Abandono


EL ADULTERIO Y EL ABANDONO

Por lo que atañe a los conflictos sexuales, que tan a menudo están planteados y desarrollados abierta o encubiertamente en obras artísticas o literarias, veamos un ejemplo sencillo: el del adulterio y el abandono. Ante una representación altamente dramática de un conflicto semejante, muchos espectadores experimentarán una emoción creciente que puede llegar a una descarga catártica (como, por ejemplo, el llanto).

Esta emoción puede deberse tanto al temor inconsciente de sufrir agravios similares cuanto al contradictorio deseo, también inconsciente, de provocarlos.

En cualquier caso, la identificación con alguno de los personajes del drama, o con la situación en su conjunto, permite la liberación momentánea de una angustia profundamente personal, cuyas causas pueden ser insolubles o de muy difícil solución. En tal caso, el sujeto necesitará periódicamente sucesivas catarsis que le permitan mantener el equilibrio de su personalidad, según sus propias exigencias morales y las de la sociedad en que vive.

Agregaremos, por último, que todos podemos, mediante una profunda y objetiva introspección, o bien con la ayuda de una persona experta, reconocer y tomar conciencia de nuestros propios procesos de identificación y catarsis, pero esto no significa en lo más mínimo que podamos provocarlos conscientemente; la génesis y el desarrollo de estos fenómenos pertenecen a los estratos subconscientes de la personalidad humana.

Su conocimiento sirve tan sólo (y no es poca cosa) para una comprensión más vasta y profunda de cuanto ocurre en nosotros mismos y en los demás.

miércoles, 20 de abril de 2011

Problemas en la sexualidad


Como hecho básico debemos saber que en los casos de auténtica excitación sexual, estos síntomas -taquicardia, sudoración, tensión muscular, etc.- se instalan cuando el hombre está en la cama con la persona amada y no se confunden con los síntomas propios de la excitación (ansiedad) que aparece antes de ir a la cama.

En los eyaculadores precoces, el comienzo de estos síntomas es brusco; en quienes están excitados sexualmente sin ansiedad, en cambio, el comienzo es habitualmente creciente y estas personas sólo llegan a su apogeo en el momento del orgasmo.

Es fundamental aclarar que las personas con eyaculación precoz y con estos síntomas, producto de la fantasía anticipatoria y del fracaso, deben prestar especial atención a la aparición de taquicardia, sudoración, etcétera, y no confundir su ansiedad con excitación sexual.

En caso de duda o cuando se está seguro de que los síntomas son producto de la ansiedad, es aconsejable detener la acción sexual, disfrutar más de la mirada y de las caricias (por ejemplo, a través de un masaje no sexual), que seguir en una situación que, a causa de su confusión, impedirá el control de la eyaculación.

Por otra parte, sus compañeras deben saber también cuál es el propósito de frenar la crisis ansiosa, de modo de poder colaborar y garantizar así que el coito vaginal se efectúe con más seguridad.

sábado, 16 de abril de 2011

Sexualidad - ¿exitación o ansiedad?


¿Excitación sexual o ansiedad?

Todas las personas tienen, en situaciones sexuales diferentes, sensaciones corporales difíciles de discriminar, que se confunden entre las propias de la excitación sexual y las que pertenecen al terreno de los llamados trastornos de ansiedad.

Por ejemplo, la taquicardia, propia de la excitación sexual, puede ser leída también como muestra de un proceso ansioso. Lo mismo puede suceder con la tensión muscular, la transpiración, la respiración acelerada, etc. Todas estas manifestaciones pertenecen tanto al campo de la excitación sexual como al de la excesiva ansiedad.

Sabemos que uno de los componentes básicos de quienes padecen eyaculación precoz es su exceso de manifestaciones ansiosas. Por lo tanto, es conveniente saber distinguir cuándo estos síntomas responden a su excitación sexual auténtica y cuándo son producto de la excesiva ansiedad. Reconocer esto hará mucho más fácil su manejo en la situación sexual de pareja.

jueves, 14 de abril de 2011

Los Anticonceptivos en la Pareja


Cortan la espontaneidad

Quienes no tienen una pareja estable, confiable, sana y segura, deberán echar a mano a otras alternativas. En esos casos, debe privilegiarse un método de barrera que impida el posible contagio de una enfermedad sexualmente transmisible. Muchos hombres y mujeres rechazan o prefieren evitar el uso de preservativos. Argumentan su menor seguridad en el plano anticonceptivo y se quejan de que son incómodos y restan espontaneidad.

Este rechazo se debe, en general, al hecho de que requieren "premeditación". Un atavismo ancestral quizás actúe a nivel inconsciente y cree conflictos en las personas que no están totalmente convencidas de la licitud del sexo sin fines reproductivos.

Es poco probable que un determinado anticonceptivo pueda distorsionar las relaciones sexuales de la pareja.

La cultura asigna a los rituales del hombre connotaciones antinaturales. Por ejemplo, la ropa oculta el cuerpo e impide la satisfacción inmediata del deseo sexual. Por eso suele ero-tizarse el simple acto de desvestirse, convirtiéndolo en un estímulo sexual.

Deben modificarse los prejuicios hacia algunos métodos anticonceptivos. En lugar de vivir la colocación del preservativo como un hecho incómodo, que interrumpe el juego amoroso, hay que incluir este acto dentro de los rituales sexuales y aprender a disfrutarlo.

Muchos hombres esgrimen la excusa de que les resta sensibilidad. Esto -que puede ser cierto en determinados casos-es de mínima importancia, ya que sólo puede ocurrir al comienzo de su uso. Poco a poco, las terminaciones nerviosas del pene se acostumbran a traspasar la "barrera" del látex, ignorando su existencia. Algo similar a lo que les ocurre a los cirujanos: si no adquiriesen una sensibilidad creciente en las extremidades de los dedos, nunca lograrían operar correctamente utilizando guantes de látex.

A veces, la mala disposicón previa actúa en forma negativa y malogra la experiencia sexual.

miércoles, 13 de abril de 2011

El lenguaje del Amor


Cada uno de nosotros utiliza para comunicarse sexualmente con los demás todo un lenguaje de palabras, miradas, signos y gestos que revelan lo que sentimos, deseamos y rechazamos. Esos códigos varían de una cultura a otra y de una persona a otra.

El lenguaje amoroso usado dentro de las situaciones sexuales es variado.

De manera que las caricias en los pechos y en el pene hacen a la riqueza de la comunicación. Nuestros cuerpos son como mapas. En él existen, como en una lámina de estudio, varias flechas que marcan sobre su cartografía las zonas erógenas culturalmente reconocidas.

No son puntos arbitrarios: coinciden con lugares de gran concentración de terminaciones nerviosas, cuya inervación les concede una especial sensibilidad por lo que pueden responder a una estimulación adecuada. La punta de los pezones y el clítoris en la anatomía femenina, y el pene y aun las tetillas en la masculina entran en esta clasificación.

Pero, ¿toda estimulación de los pechos femeninos es placentera? A veces no. Una diferencia de milímetros, una presión excesiva o la falta de ganas de recibirla modifican la respuesta. Cada uno debe realizar el descubrimiento necesario sobre el "mapa" de su compañero o compañera. Una auténtica travesía para enriquecer la sensibilidad.

Por otra parte, hay que recordar que no todos los días se alcanzan las mismas sensaciones. Ni se obtienen por vía rutinaria o encuentros sin imaginación. Quizás el pelo, la nuca, los pies, los brazos y todo el resto de la superficie corporal estén a la espera de ser visitados. Toda nuestra piel es como un guante que nos cubre y ella es nuestro gran órgano sexual.

Cuando existe confianza y comunicación en la pareja, las posibilidades de placer aumentan. Es importante que leas un libro de Alex Comfort: "La alegría del sexo". Te ayudará en tu vida sexual presente y futura.