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miércoles, 29 de octubre de 2014

Fotos de sus estrías que luchan por el amor propio


 #estrías #amor #autoestima #fotos

El cuerpo de una mujer pasa por muchos cambios en el curso de la vida. El tramo de la pubertad, el aumento de peso repentino por qué algunas niñas pasan por la adolescencia, el embarazo con todos los cambios de su cuerpo y, finalmente, la flacidez que viene con el envejecimiento. El resultado de todos estos cambios son marcas que son el cuerpo, y en muchos casos se ven como defectos.

Con el fin de mostrar que hay belleza en estas señales dejadas en la piel, los movimientos han surgido por la belleza de la verdad, que se escapa de la pantalla grande y la televisión. El último de ellos es el "amor sus líneas '. Creada por "dos madres que celebran las mujeres reales, cuerpos reales y en sí el amor verdadero", el canal de Instagram Amor sus líneas concentrados fotos de los cuerpos femeninos y sus estrías, que son tan comunes, se convirtió en muy femenina.

Los creadores de la cuenta de Instagram permanecen en el anonimato y alentar a las mujeres de todo el mundo a enviar fotos de sus "líneas" a la loveyourlines@gmail.com correo electrónico. Aquí están las fotos del proyecto.

martes, 28 de febrero de 2012

Instinto, inteligencia y amor en el sexo


En primer lugar, tanto el hombre como la mujer deberían procurar informarse de todo lo relacionado con el amor. Deberían aprender que el placer sexual sólo será completo cuando mediante una serie de caricias ambos esposos estén preparados afectivamente para él.

Que no hay que precipitarse, sino, por el contrario, hacerlo durar lo más posible, de la misma manera que se intenta prolongar cualquier otro placer. Finalmente convendría que supieran que, después del amor, no hay que separarse bruscamente sino prolongar durante el mayor tiempo posible la intimidad y el bienestar que de él se derivan.

Y, sin embargo, la mujer suele considerar que «la iniciativa le corresponde al hombre», y esta consideración la induce a una pasividad y a una timidez capaces de hacer perder el entusiasmo al hombre más enamorado.

El hombre, por su parte, considera que todo saldrá bien sin necesidad de previsión y esfuerzo. Suele confiar en el instinto, sin tener en cuenta que el instinto, sin el freno que le imponen la inteligencia, el cariño y el respeto por el ser amado, es excesivamente brutal y a todas luces insuficiente para crear un vínculo sólido sobre el que se pueda fundar la estabilidad del matrimonio.

Vemos, por tanto, que la responsabilidad del éxito o del fracaso de «la noche de bodas» recae por igual en el hombre y en la mujer, y que ambos han de hacer lo posible por facilitarle las cosas al otro, por lo que el ir al matrimonio sin preparación alguna no es un acto indiferente, sino que constituye un verdadero atentado contra la propia felicidad y la del ser amado.

Solamente nos resta ya insistir un poco más sobre la importancia de la «noche de bodas» y de las futuras «noches» para el equilibrio físico y psíquico de ambos cónyuges, destacando el hecho de que un mal comienzo, una torpeza cualquiera, cometida por descuido o por ignorancia, es suficiente para crear entre los esposos un clima de desconfianza o de rencor que sólo con el tiempo, mucho amor y demostraciones de cariño y consideración por ambas partes, podrá llegar a desvanecerse.

martes, 14 de febrero de 2012

El Noviazgo y las Bodas


Pero no todo son rosas en este efímero reinado femenino. Antes lo decíamos: en el noviazgo la mujer tiene la facultad de conceder o negar sus favores al galán. Y aquí está el problema: «¿Hasta dónde puedo "llegar" con mi novio... ?»

Esta es la pregunta latente en todas las muchachas que mantienen relaciones más o menos formales con un joven. Y buena prueba de ello son las miles de cartas que sobre este tema se reciben en los populares «correos sentimentales».

Según la más estricta moral puritana, la novia debía llegar al matrimonio no sólo virgen sino también absolutamente ignorante de la realidad sexual. La principal muestra de su castidad residía en la firmeza y en la habilidad para guardar la «cindadela».

 El varón que no podía obtener —ni su caballerosidad se lo permitía— el menor favor de su prometida, debía buscar fuera del noviazgo —generalmente, muy largo— la satisfacción de sus necesidades sexuales, precisamente originadas por la relación amorosa y sentimental con la mujer amada... pero intocable.

Hoy este modo de proceder es objeto de «contestación»; en nuestro mundo moderno, con sus masivos medios de comunicación e información, es absurdo pensar que se puede mantener a una joven en la más absoluta ignorancia de las realidades sexuales. Por otra parte, la mayor igualdad de derechos y deberes exige que la fidelidad, y, por ende, la abstención, sean practicadas por los dos componentes de la pareja.

El hombre ha abdicado muchas de sus prerrogativas y es natural que exija a su «novia» una mayor entrega y un mayor conocimiento. Hoy que los novios planean de una manera mucho más constructiva y conjunta su porvenir matrimonial, ¿van a dejar en el terreno de la incógnita una faceta tan decisiva de la vida conyugal como es la relación sexual?

Esta es una realidad perentoria. Y muchos matrimonios han fracasado por ignorar y eliminar deliberadamente durante su ilusionado noviazgo todo enfrentamiento con la posibilidad de una ulterior incomprensión en el terreno de la sexualidad; pero aún perduran muchos vestigios de rígidas costumbres anacrónicas, y si bien en teoría todos comprenden la necesidad de una instrucción y educación sexual previa al matrimonio, en la práctica siguen vigentes muchas restricciones que actualmente ya carecen de justificación.

«Ceder», «claudicar», «resistir»... Mientras no se borren estos vocablos conformistas del lenguaje de los enamorados y no sean sustituidos por «conocimiento», «responsabilidad» y «lealtad», la estratégica defensa de la «ciudadela» seguirá siendo para la mujer, igual ahora que en los viejos tiempos, un arma y un medio de elevar su precio en el mercado del matrimonio, en el que ella sigue siendo un objeto cotizable.

viernes, 13 de enero de 2012

El encanto masculino


Es mucho lo que los hombres pueden hacer para proyectar una imagen animada y jovial. Las líneas de belleza están orientándose cada vez más hacia el mercado masculino respondiendo a las crecientes demandas de un sector que fue olvidado por mucho tiempo.

Gracias a esta nueva tendencia los rituales de belleza masculinos ya no se limitan a la ducha y al afeitado: hoy se puede hacer mucho más.

- Para el baño reemplace el típico jabón de tocador perfumado, por un gel espumante para ducha que dejará su piel más suave - si usted pensaba que una piel rugosa y seca era sinónimo de virilidad empiece a reconsiderar este supuesto-.

- Si su rostro se ve ajado y opaco pruebe aplicarse un tónico refrescante sin alcohol, no sólo después de afeitarse. También limpie su piel con él durante el día: borrará instantáneamente los efectos del cansancio.

- Cuando sus ojos estén irritados, coloqúese compresas frías de té de manzanilla en sus párpados mientras permanece recostado escuchando una música relajante. Diez minutos bastan para recuperar el brillo de la mirada y ahuyentar la fatiga ocular.

- ¿Las arrugas se están haciendo demasiado evidentes? No se consuele pensando qué el hombre cuanto más maduro, más atractivo. Cómprese una emulsión revitalizante antiarrugas para colocarse después del afeitado. También existen cremas nutritivas y emulsiones hidratantes especiales para pieles masculinas.

- Al afeitarse elija espumas de buena calidad que prevengan irritaciones.

- Tenga en cuenta que la forma como huele también es un signo de juventud y vitalidad. A veces cambie su perfume importado por una fragancia fresca y deportiva. Lo hará sentirse más animado.

- Antes de irse a dormir masajee sus pies con una pomada refrescante.

- Una vez por semana vaya al sauna o baño turco, es un ritual maravilloso para la piel y la relajación.

- Si odia los deportes, no se prive de una buena caminata diaria. Elija una zona con árboles o adopte la buena costumbre de dar un par de vueltas a la manzana después de comer para bajar la comida. Se Irá a dormir menos pesado y se despertará verdaderamente bien.

- Si tiene canas olvídese de los matizadores marrones y oscuros que son una antigüedad. Acepte la nueva tonalidad de su cabello y deje que el efecto rejuvenecedor lo proporcione un corte bien actual realizado por manos profesionales. Si el pelo gris lo deprime consulte con el peluquero sobre alguna tintura natural que no le arruine el cabello.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Amor Cortés


El amor cortésamor que se nutre de palabras y se nutre de deseos que ya se sabe que no han de ser satisfechos— tiene su lugar adecuado en las reuniones mundanas, en donde se habla, se juega y se baila.

En el amor cortés el papel de la mujer era simplemente existir como ejemplo de belleza y de virtud: en cambio, en la moda del galanteo amoroso que tiene su auge en los salones barrocos, la dama ha perdido su altivez y puede ser conquistada, seducida.

El enamorado tiene que aguzar todo su ingenio para dar a conocer su amor con lentitud y habilidad, a fin de que la mujer amada no lo rechace sino que se vea envuelta en la pasión amorosa, y, cuando quiera apelar a su propia virtud, descubra que ella misma es un fiel reflejo de la pasión del enamorado.

La lentitud del galanteo, condición indispensable para que se convierta en un arte, depende, claro está, de la resistencia que la mujer oponga a dejarse seducir, por su consciente y deliberada virtud, o por el arte del coqueteo.

La inocencia, la virtud y el coqueteo dan un matiz específico a la actividad galante del seductor. La inocencia de la mujer es la que ofrece, sin duda alguna, mayores posibilidades, y exige mayor habilidad.

Las reacciones de una mujer inocente son imprevisibles; su ignorancia de lo que realmente quiere lograr el seductor hacen que su actitud pase de la audacia al miedo sin razón aparente, y de aquí que, a los ojos de un hombre sin demasiada pericia, el comportamiento de una coqueta y de una muchacha inocente no ofrezca ninguna diferencia.

El experto, en cambio, sabe distinguir una coqueta de una muchacha candorosa y así no cae en las redes de una seductora redomada que se finge inocente.

No hay que confundir la coqueta con la casquivana. La coqueta es consciente de su arte y su propósito es mantener la dependencia del galanteador sin concederle nunca nada, es decir, sin permitirle llegar al logro de sus deseos.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las dos caras del Noviazgo


Tan sólo con la maravilla del pleno enamoramiento comienza a tomar cuerpo la idea de estar el uno destinado al otro y apuntan unos propósitos matrimoniales en la «informal» relación amorosa.

Si bien la juventud no gusta de rótulos que clasifiquen y encorseten sus sentimientos, el hecho mismo de mantener y prolongar esta situación —llámesela como se quiera— durante la cual el atractivo sexual se ha sublirnado en una voluntad de acercamiento e identificación con el otro miembro de la pareja, presupone un deseo de agradarse mutuamente y de aprehender la esencia vital del compañero.

Aunque los jóvenes actuales no lo reconozcan, esta situación tiene todas las caracteristicas del noviazgo a la antigua usanza.

El noviazgo, como toda situación humana, es complejamente ambiguo y tiene sus aspectos positivos y negativos. Tomemos como ejemplo este mismo deseo de agradar al compañero mostrando lo mejor de uno mismo. ¿Su reverso?: el frecuentísimo e inconsciente engaño.

Tanto él como ella desean concordar con la imagen ideal que ella y él se han forjado, quieren identificarse con esa personalidad utópica por perfecta, y para ello tratan de reprimir y paliar, cuando no esconder, los defectos, inclinaciones, hábitos y gustos que no correspondan a aquel ejemplar modelo de enamorado y enamorada.

El novio se afana en obsequiar a la muchacha, a veces con regalos e invitaciones que no corresponden a su real situación económica, y esconde, por ejemplo, su falta de valor. Ella finge un interés que no siente por las aficiones culturales o deportivas del muchacho y reprime, por ejemplo, su carácter violento y dominador... Resultado: son insinceros con su pareja y se engañan a sí mismos, ya que la verdadera personalidad resurge impetuosa a los pocos meses de la vida conyugal.

Bien es verdad que en numerosas ocasiones la fuerza del amor ha convertido la ficción en realidad. ¡Cuántos hombres han llegado a realizar auténticas proezas espirituales o materiales tan sólo por no defraudar a su amada...! Y más de una mujer se ha instruido o ha dado un total cambio a su vida y a su mentalidad para quedar a la altura en la que su ilusionado amante la tenía situada.

Pero no debe olvidarse nunca que en la vida matrimonial es difícil mantenerse perennemente sobre un pedestal.

Si bien en el «noviazgo» actual existe el peligro de un exceso de diversión que empuja al escapismo y a la irresponsabilidad, debemos reconocerle la notable ventaja de ofrecer —gracias a las costumbres de la sociedad moderna e incluso a los mismos medios de diversión— muchas más oportunidades a los jóvenes de ambos sexos para convivir sin trabas: viajes, excursiones, estudios, trabajo... Los enamorados tienen ocasiones sobradas para tratarse no sólo en calidad de tales, sino también como camaradas y amigos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

La Bendición Nupcial


La ceremonia de la boda ha tenido lugar. El banquete no ha sido excesivamente espléndido, pero la familia «ha hecho lo que ha podido». Todos se han ataviado lo mejor posible. La novia, por supuesto, vestía de blanco.

Se ha comido, se ha bebido, se ha bromeado (lo que decíamos, con mejor o peor gusto), y se ha bailado; pero como todo tiene un fin, también la fiesta ha terminado. Los invitados se retiran a sus casas. ¿Y los recién casados? También se retiran. Algunos, inmediatamente, se van ya «de viaje de novios», con lo cual el momento fatídico se retrasa unas horas.

Otros se van directamente a su nueva casa o a un hotel. Tanto da. Más tarde o más temprano acaban por quedarse solos. Y están cansados, nerviosos. No es raro que, recién despedidos de la familia y de los amigos, estalle la primera discusión (de casados, claro). El pretexto es lo de menos. El verdadero motivo es la tensión nerviosa a la que ambos están sometidos.

Puede ser que la novia, totalmente ineducada sexualmente y habiendo oído ciertas historias terribles acerca de lo mal que se lo pasan las mujeres cuando son desfloradas, sienta miedo y rompa a llorar o incluso intente fugarse y volver junto a su familia. (No son muy raros todavía los casos en los que la joven desposada ha de ser puesta en brazos de su marido por sus padres, a los que acude presa de una crisis de nervios.)

Sin embargo, el novio, por lo general, no se siente mucho más tranquilo. Son muchos los que, por así decirlo, «abandonan». Dándose cuenta de que ella está asustada y cansada, y como se sienten también inseguros, piensan que lo mejor es que «no ocurra nada» por el momento. Que al día siguiente, pasada la tensión...

jueves, 3 de noviembre de 2011

El dulce amor en la pareja


TIEMPO DE ESPLENDOR

El noviazgo resulta delicioso, además de constructivo, si la pareja —principalmente el varón— sabe crear y mantener en su relación íntima el clima romántico y siempre vigente del cortejo amoroso.

Para la mujer, el tiempo de su noviazgo está rodeado de un halo de ilusión que ya nunca más volverá a iluminarla. Le esperan mayores dichas sin duda —el matrimonio, la maternidad, el envejecer junto al hombre amado—, pero nunca volverá a sentirse tan dueña del mundo y del amor como en esta época esplendorosa en que el enamoramiento ha cristalizado en un sentimiento profundo de apego y de aceptación de un destino común.

Tradicionalmente la mujer vive en este período el punto culminante de su poder femenino: es cortejada por un hombre y sabe que sólo ella tiene en sus manos el poder de dispensar o negar los favores que el galán solicita.

Por un corto espacio de tiempo la sociedad patriarcal le concede algo que siempre le ha negado: poder decisorio, la alegría de no sentirse un ser disminuido que pasa del poder del padre al del esposo. Le concede el regalo embriagador, y transitorio, de lo que vulgarmente podría llamarse «tener la sartén por el mango». La atención del novio está fijada en ella; y el novio es un varón, que la halaga, la mima y se muestra rendido y completamente entregado a su voluntad.

Si en la sociedad patriarcal la mujer está alienada, al menos durante el noviazgo las presiones paternalistas se suavizan y le es dable manifestarse como alguien más que una eterna «menor»; durante este fugaz período es una persona en el pleno ejercicio de su responsabilidad.

martes, 25 de octubre de 2011

Casamentera y Celestina


Llámase casamentera aquella mujer habilidosa en concertar matrimonios. Suele ser una persona de mediana edad, soltera, casada o viuda, aunque lo más corriente es que su entusiasmo derive de una experiencia social-mente feliz.

La casamentera conoce, o ha conocido, las ventajas del matrimonio y está convencida de que de su propia experiencia ha sacado los conocimientos suficientes para descubrir las cualidades que hacen una pareja perfecta. No hay que confundir la casamentera con la celestina, que describiremos más adelante.

La casamentera no confunde las relaciones matrimoniales con las amorosas, y generalmente no se mueve por espíritu de lucro. Sabe, sin necesidad de llegar a definiciones, que no le interesan, que el matrimonio es una institución que sirve de base a una sociedad bien estructurada, que ella aprueba. Es una mujer ordenada, conservadora, de una ortodoxia a toda prueba, y las personas solteras la angustian como ejemplo de desorden, y, en consecuencia, de inmoralidad.

La casamentera no es una mujer vulgar, posee cualidades de creación y de mando que su condición de hija y de esposa obediente no le ha permitido encauzar. Su vida reducida al ámbito del hogar no le basta, y, aunque no se da cuenta de ello, necesita una proyección pública de sus actividades y el aplauso de la sociedad.

La casamentera no actúa por interés inmediato. Si es madre de muchas hijas, se dedicará a ellas primero, naturalmente; pero una vez resuelto el problema familiar se preocupará de encontrar marido a las demás mujeres que la suerte le pone al alcance. La casamentera concibe su actividad como un arte y se siente tanto más feliz y entusiasmada cuanto más crecen las dificultades. El honor más alto es lograr que un soltero recalcitrante ceda a sus instancias de matrimonio.

Porque la casamentera sabe muy bien que tiene como beneficiaría la mujer, por la sencilla razón que las normas sociales han desprovisto a la mujer de todo poder para decidir su futuro. Su habilidad requiere un agudo sentido de observación, un agudo sentido práctico y un escepticismo amable y contemporizador. No espera mucho de los seres humanos, sabe que la plena felicidad no es alcanzable, y que la comodidad y el acuerdo con el medio ambiente la sustituyen con ventaja.

martes, 30 de agosto de 2011

Impulsos Reprimidos en el Amor


Catarsis es palabra de origen griego que significa purificación, y que la farmacopea clásica utilizaba preferentemente en sentido físico. La psicología moderna se ha adueñado del sentido metafórico o espiritual de la palabra, para designar un fenómeno psíquico bien definido: la «purificación» o liberación que experimenta un individuo al desahogarse, mediante una descarga emotiva, de ciertos violentos impulsos subconscientes que, por diversos motivos, han sido reprimidos y pugnan por manifestarse.

Se trataría, por así decirlo, de una válvula de escape del subconsciente. La catarsis así entendida es siempre un fenómeno emotivo, nunca racional o intelectual; en su génesis interviene una multitud de factores,. pero aquí señalaremos tan sólo el que más nos interesa, es decir el proceso psicológico llamado «identificación». En su sentido más general, se dice que un sujeto se «identifica» inconscientemente con cualquier objeto o persona que, por algún motivo, complete su personalidad o la repare una carencia.

Por ejemplo, es muy frecuente la identificación con objetos que simbolizan claramente el poder, la fuerza o el éxito en cualquiera de sus formas; es el caso de esos hombres que, a fuerza de hacer vida sedentaria, son incapaces de correr cien metros sin agitarse, pero se sienten sumamente orgullosos de la velocidad y potencia de sus automóviles, que en este caso constituyen el objeto con el cual inconscientemente compensan su propia debilidad física.

En el aspecto sexual, la identificación tiene gran importancia porque permite al individuo atribuirse virtudes que, en realidad, no son suyas, pero de las que necesita intensamente para mantener su propio equilibrio psíquico. Es el caso de la mujer que se identifica con los gustos, la manera de vestir y peinarse, y, en suma, con la personalidad de alguna célebre estrella cinematográfica; el éxito sexual (verdadero o aparente) de la persona con la cual se identifica, compensa las dudas o temores inconscientes acerca de su propia sexualidad.

Otro aspecto puede presentar el proceso de identificación, aspecto que nos acerca más aún a la catarsis subsiguiente : nos referimos a aquella forma de identificación mediante la cual el sujeto reconoce (o cree reconocer) en otra persona, o bien en una situación públicamente aceptada (como, por ejemplo, la ficción del cine, el teatro o la novela), un determinado conflicto que inconscientemente él mismo padece.

El sujeto, en este caso, puede «revivir» como perteneciente a otra persona ese contraste que no logra resolver en su interior y ni siquiera enfrentar conscientemente. Una intensa participación emotiva hacia ese conflicto «de otros» da lugar, entonces, a la catarsis.

sábado, 27 de agosto de 2011

El Desengaño en el Matrimonio


En este punto las cosas, no tiene nada de extraño que, apenas consumado el matrimonio, se produzca el desengaño. Desengaño del que el hombre no se resiente por lo general excesivamente, en parte porque se siente responsable a causa de los reproches (mudos o no) de que le hace objeto la esposa y en parte también porque él, fuera de casa, en el trabajo, con los amigos y con las aventuras ocasionales, vive su vida.

En cambio, para la mujer el golpe es mucho más duro, y las consecuencias mucho más terribles.

Ya hemos dicho que el objetivo de la vida de una mujer educada tradicionalmente es el matrimonio. Fracasado o simplemente en crisis éste, siente que se derrumba el mundo a su alrededor.

Inconscientemente cae en la contradicción de reprochar a su marido el que lleve una vida independiente, que trabaje, que no esté siempre a su lado diciéndole que la ama y que no puede vivir sin ella, y de empujarle al mismo tiempo a prosperar, a subir, cada vez más, para realizarse de este modo a través del consumo, comprando, y para comprar necesita que él gane cada vez más dinero.

Y es que para la mujer no están nada claros los límites que existen entre ella y su familia. Al haber puesto todas sus aspiraciones en el matrimonio, se ha convertido a sí misma en su matrimonio; de ahí que todos sus afanes se reduzcan a la familia y a lo relacionado con el hogar. De ahí también que viva a través del marido y de los hijos y que para éstos su constante presencia llegue a ser ago-biadora, ya que ella no puede dejar de intervenir en cualquiera de los asuntos que les afectan, ni siquiera en lo relacionado con su actividad profesional.

Mientras los hijos son pequeños encuentran en ellos la razón de su existencia, y el afecto de los chiquillos la resarce de alguna manera del vacío en que se encuentra.

Sin embargo, esta compensación de carácter afectivo no és muy duradera. Los hijos crecen, se van haciendo cada vez más independientes y no soportan fácilmente una madre dominante o hiperprotectora.

De este modo, ella se va sintiendo cada vez más sola, más inútil y fracasada. Condenada a un trabajo agotador (el del hogar) que nadie le reconoce como tal y que no tiene ningún aliciente —siempre lo mismo: fregar, lavar, planchar, cocinar—, pierde sus energías en estas pequeñas tareas que no le proporcionan satisfacción alguna y que acaban de sumirla en un mundo aparte, en el que todas las cosas parece que se pongan obstinadamente en contra suya.

¿Y a quién hacer responsable de esta situación ?

La respuesta es clara: a las pequeñas ideas. Ellas son quienes han conducido a la mujer a este estado de cosas. Sin la pequeña idea de que la mujer está hecha solamente para el hogar, muchas mujeres encontrarían satisfacción adecuada a sus necesidades de orden social en un trabajo productivo realizado fuera de casa.

Si se librara de la obsesión de casarse, optaría por el matrimonio sólo en el caso de que estuviera realmente segura de que ha encontrado al compañero adecuado para compartir su vida. Si no pretendiera vivir a través del marido y de los hijos, éstos probablemente la amarían y la respetarían más porque verían que el amor de ella es completamente desinteresado y respetuoso para con sus distintas individuales.

La mujer podrá desarrollarse plenamente sólo cuando, despreciando las pequeñas ideas aprendidas, sea capaz de abrirse camino por sí misma, de acuerdo con su propia manera de pensar y con sus verdaderas inclinaciones.

viernes, 19 de agosto de 2011

En la búsqueda del príncipe azul


¿Y el hombre ? También muy idealizado, no se inquieten. El HOMBRE ha de ser fuerte como Sansón y enamorado como Romeo, astuto como Ulises y candido como un niño, poderoso como Estados Unidos y simpático como Andorra, con la gracia de un efebo y la experiencia de un viejo.

Como se comprenderá, incluso para un HOMBRE resulta muy difícil reunir estas cualidades.

De soltera, la muchacha soluciona el desfase que existe entre su ideal y la realidad saltándose a la torera la realidad mediante el procedimiento de convencerse a sí misma de que él no es así, sino que se comporta así por determinadas razones, o porque está nervioso, y que cuando se casen ya saldrá a flote su maravillosa y recóndita verdadera naturaleza (la de Príncipe Azul).

De esta manera el «cuando nos casemos» se convierte en la piedra filosofal capaz de convertir a un hombre normal y corriente en Príncipe Azul y de igualar una jovencita juiciosa al niño que cree aún en los Reyes Magos.

lunes, 15 de agosto de 2011

Arte y espectáculos en la Pareja


Se hace evidente, ahora, la particular significación que estos procesos psíquicos adquieren con respecto al mundo del arte en general, y especialmente al arte que se manifiesta como espectáculo.

El arte, al dirigirse a los sentimientos en forma más o menos directa, gracias a su carácter de comunicación sensible y gracias a su variedad de representaciones, constituye un terreno ideal para las más variadas posibilidades de identificación por parte de los espectadores o admiradores, permitiendo la consiguiente catarsis.

Naturalmente, el arte no es el único terreno propicio para la identificación, porque cierta clase de instintos o conflictos reprimidos encuentran posibilidades de descarga más eficaz e inmediata ante otro tipo de manifestaciones.

Es el caso, por ejemplo, de ciertos espectáculos deportivos, que dan lugar a verdaderos fenómenos colectivos de identificación (se dice «mi» equipo de fútbol, etc.) con la consiguiente catarsis de envidias, odios, y, en general, sentimientos de violencia de una pugna o torneo. Cualquiera puede hallar otros ejemplos adecuados en las costumbres actuales.

sábado, 13 de agosto de 2011

La Pareja - educación de maridos


Como hemos apuntado anteriormente, entendemos por «educación doméstica» el hecho de enseñar al marido a ayudar en los trabajos de la casa, y, lo que es más difícil, convencerle para que «se deje enseñar» a realizar estos menesteres.

Desde que el ser humano se hizo sedentario, hace muchos millares de años, los varones y las mujeres se repartieron el trabajo de la siguiente manera: el varón salía a cazar y a pescar para conseguir los alimentos fundamentales, y la mujer permanecía en casa al cuidado de los hijos, de los animales domésticos y de las tierras, en las que se empezaba a cultivar algunas plantas. En el hogar la mujer se ocupaba también de tejer, de fabricar utensilios de cerámica, etc.

Ha llovido mucho desde entonces. El varón, para vivir, ya no se ve obligado a cazar ni a luchar a muerte con su prójimo por una presa cualquiera. Sin embargo, la mujer sigue en casa. Con lavadora, aspiradora y demás, pero sigue en casa. Y esto no es justo. En una sociedad tan desarrollada industrialmente como la actual, la mujer debería haberse incorporado plenamente al proceso productivo y los enojosos trabajos caseros deberían haberse colectivizado de tal manera que no esclavizaran a nadie.

A la mujer se le ha tendido una trampa, está en un círculo vicioso. Vean si no. La mujer se ocupa de las cosas del hogar porque «no trabaja», y no trabaja porque se tiene que ocupar de la casa. De esto se desprende que si ella no hace un esfuerzo real para que las cosas dejen de funcionar de esta manera, dentro de unos cuantos millares de años más la situaciórf seguirá, en lo que a la mujer respecta, igual que en el neolítico.

Sólo podrá romper las cadenas que la esclavizan mediante al hecho consumado. Si trabaja, si ejerce una profesión, las tareas domésticas se harán solas. Descubrirá de pronto que en vez de lavar la ropa en casa, aunque sea con ayuda de una lavadora, puede recurrir a una lavandería que le devolverá la ropa limpia y seca; descubrirá que comer en los restaurantes es agradable y variado, o que las comidas sencillas que se preparan en casa en un momento son las más sanas y que además no engordan; descubrirá que sus hijos aprenden a desenvolverse solos con gran rapidez y que se vuelven cada día más sociables; descubrirá que el planchado, si compra la ropa con inteligencia, es una actividad que ha pasado a la historia; descubrirá, en fin, que un mundo nuevo se abre ante ella y que, sin saber cómo, se ha liberado de un suplicio absurdo.

¿Y en cuanto a la educación del marido? Pues bien: se hará también sola. Si el varón se considera incapaz de realizar cualquier trabajo doméstico es porque su educación se ha realizado en otra dirección (recordemos que las cocinas, las muñecas, las labores le estaban prohibidas), por lo que se sentiría disminuido en su calidad de varón si se viera obligado a prestar ciertos servicios.

Y, sin embargo, las tareas del hogar no son femeninas en sí, sino que lo son porque hasta ahora las ha realizado la mujer, y esto porque ella, como ser humano de segunda categoría, debía realizar los trabajos menos satisfactorios desde el punto de vista de la realización personal.

viernes, 29 de julio de 2011

Síntomas de excitación sexual


Cómo distinguir los síntomas

Como hecho básico debemos saber que en los casos de auténtica excitación sexual, estos síntomas -taquicardia, sudoración, tensión muscular, etc.-

Se instalan cuando el hombre está en la cama con la persona amada y no se confunden con los síntomas propios de la excitación (ansiedad) que aparece antes de ir a la cama. En los eyaculadores precoces, el comienzo de estos síntomas es brusco; en quienes están excitados sexualmente sin ansiedad, en cambio, el comienzo es habitualmente creciente y estas personas sólo llegan a su apogeo en el momento del orgasmo.

Es fundamental aclarar que las personas con eyaculación precoz y con estos síntomas, producto de la fantasía anticipatoria y del fracaso, deben prestar especial atención a la aparición de taquicardia, sudoración, etcétera, y no confundir su ansiedad con excitación sexual.

En caso de duda o cuando se está seguro de que los síntomas son producto de la ansiedad, es aconsejable detener la acción sexual, disfrutar más de la mirada y de las caricias (por ejemplo, a través de un masaje no sexual), que seguir en una situación que, a causa de su confusión, impedirá el control de la eyaculación.

Por otra parte, sus compañeras deben saber también cuál es el propósito de frenar la crisis ansiosa, de modo de poder colaborar y garantizar así que el coito vaginal se efectúe con más seguridad.

miércoles, 27 de julio de 2011

Barreras sociales en la pareja


El matrimonio «burgués» ideal sería el realizado entre personas de un idéntico estrato social y sin grandes desniveles económicos. En el mundo rural pervive aún la prevención contra el forastero «que se lleva» la novia del pueblo, o contra la extraña que se inserta en la estrecha comunidad pueblerina a través de su matrimonio con un convecino.

Naturalmente es absurdo pensar que en el mundo sin barreras, hacia el que vamos, la elección de la persona con la cual se desea construir un hogar, debe reducirse al limitado círculo del clan familiar o de la cerrada clase social. Es imposible poner muros y delimitar los campos donde escoger el cónyuge que habrá de compartir la vida matrimonial; los viajes, los medios de comunicación y la democratización de la enseñanza tienden a romper los muros de ancestrales compartimentos estancos.

La juventud, que marcha decididamente hacia el último tercio del siglo xx, mantiene un contacto tan directo y estrecho entre los dos sexos, que la atracción amorosa surge entre las parejas cuyos miembros proceden de los más dispares estamentos sociales. Y, en muchos casos, precisamente esta disparidad es factor de atracción, como ocurre con la fascinación que los jóvenes bohemios —e incluso los hippies— ejercen sobre las «bien educadas» jovencitas burguesas.

Las simples barreras económicas y sociales han sido frecuentemente rotas en innumerables creaciones literarias —más que en la vida real— gracias a los poetas y a los espíritus sentimentales; desde el rosado «romance» de la humilde pastora y el gallardo príncipe a las grandes tragedias amorosas, sin olvidar a las pálidas y decimonónicas doncellas que luchaban por librar sus contrariados amores de la tiranía de un linajudo y severo padre o de la codicia de un malvado tutor...

Pero no hay que olvidar que toda esta literatura amorosa pone la palabra FIN cuando comienza —en realidad— la vida cotidiana y común de la pareja víctima de tantas tribulaciones. Es decir, cuando el telón se levanta sobre la realización concreta y diaria del vulgar «contigo, pan y cebolla».

El problema se agrava en los países clasistas, porque entonces las barreras han dejado de ser externas para incidir directamente en la convivencia cotidiana de los esposos. La desigualdad social —aún más que la económica— entraña, desgraciadamente, una profunda disparidad de sensibilidad, educación y cultura, que la pareja perteneciente a diferentes estratos sociales, sólo con grandes esfuerzos podrá superar a lo largo del camino del matrimonio.

sábado, 23 de julio de 2011

Diferencias de edad en la pareja


LA EDAD, ¿FACTOR DE DESAJUSTE?

La diferencia de edad entre los cónyuges es un signo externo de desajuste matrimonial. Y, sin embargo, no es este aspecto exterior el que puede hacer fracasar un matrimonio, sino algo más íntimo; la diferencia de madurez entre la pareja.

Y esta diferencia de madurez, que abarca aspectos tan trascendentes como la sexualidad, la inteligencia, la voluntad y la responsabilidad, puede darse, y de hecho se da frecuentemente, entre matrimonios de igual edad, sobre todo cuando éste ha sido realizado muy tempranamente y la pareja en el transcurso de los años se ha ido haciendo adulta mental y socialmente, pero siguiendo un ritmo diferente de maduración.

Asimismo la diferencia de edad cronológica puede ser un factor de desunión tanto cuanto más joven sea el cónyuge menor; es muy diferente la boda entre una muchacha de dieciocho años (casi una adolescente) con un hombre de cuarenta, que la realizada por una mujer madura de treinta y cinco años con un hombre de sesenta, aun cuando en este caso la diferencia de años sea aún mayor.

Así, pues, más que de una diferencia externa de edad, el matrimonio debe precaverse contra una íntima diferencia de madurez. Esa muchacha de dieciocho años, difícilmente alcanzará el completo desarrollo de su personalidad, dada su situación de «eterna menor» dentro de la pareja conyugal.

jueves, 21 de julio de 2011

El Lenguaje del Amor


Cada uno de nosotros utiliza para comunicarse sexualmente con los demás todo un lenguaje de palabras, miradas, signos y gestos que revelan lo que sentimos, deseamos y rechazamos. Esos códigos varían de una cultura a otra y de una persona a otra.

El lenguaje amoroso usado dentro de las situaciones sexuales es variado. De manera que las caricias en los pechos y en el pene hacen a la riqueza de la comunicación. Nuestros cuerpos son como mapas.

En él existen, como en una lámina de estudio, varias flechas que marcan sobre su cartografía las zonas erógenas culturalmente reconocidas. No son puntos arbitrarios: coinciden con lugares de gran concentración de terminaciones nerviosas, cuya inervación les concede una especial sensibilidad por lo que pueden responder a una estimulación adecuada. La punta de los pezones y el clítoris en la anatomía femenina, y el pene y aun las tetillas en la masculina entran en esta clasificación.

Pero, ¿toda estimulación de los pechos femeninos es placentera? A veces no. Una diferencia de milímetros, una presión excesiva o la falta de ganas de recibirla modifican la respuesta. Cada uno debe realizar el descubrimiento necesario sobre el "mapa" de su compañero o compañera. Una auténtica travesía para enriquecer la sensibilidad.

Por otra parte, hay que recordar que no todos los días se alcanzan las mismas sensaciones. Ni se obtienen por vía rutinaria o encuentros sin imaginación. Quizás el pelo, la nuca, los pies, los brazos y todo el resto de la superficie corporal estén a la espera de ser visitados.

Toda nuestra piel es como un guante que nos cubre y ella es nuestro gran órgano sexual. Cuando existe confianza y comunicación en la pareja, las posibilidades de placer aumentan. Es importante que leas un libro de Alex Comfort: "La alegría del sexo". Te ayudará en tu vida sexual presente y futura.

miércoles, 13 de julio de 2011

El Orgasmo en la Pareja


Con el período de máxima excitación, deviene el orgasmo y la eyaculación en el varón. Esto provoca un rápido descenso en la excitación, lo cual deriva en una sensación de desgano inmediatamente posterior al coito. De allí el dicho popular que indica que cuando el varón eyacula "quiere darse vuelta y dormir".

Fisiológicamente, está preparado para eso, ya que entra en un período en el que pierde la motivación sexual: a los veinte años, este plazo es de dos minutos, y con la edad los tiempos se alargan cada vez más.

Este es otro punto en el que hombre y mujer responden de manera distinta: ellas pueden quedar en el mismo nivel de excitación después de tener un orgasmo, o descender, pero poco. La curva de pérdida de la excitación (que en el hombre se produce casi instantáneamente después del éxtasis), en las mujeres se produce de forma mucho más lenta.

Esto es lo que hace que la mujer después de lograr el éxtasis, desee seguir abrazando a su pareja, tocándolo, e incluso pidiéndole más sexo. Por otra parte, las mujeres pueden tener más de un orgasmo, y orgasmos más prolongados.

Este es el esquema básico de las fisiologías masculinas y femeninas, lo cual condiciona la respuesta sexual de ambos. No obstante, la actitud de los amantes también está condicionada por lo cultural. La reacción amatoria es, entonces, una mezcla de lo físico y lo cultural.

sábado, 9 de julio de 2011

Racismo y Religión en el Amor


Con respecto a las barreras raciales existen diversos grados de rigor; es más tolerable la unión de un blanco con una lejana mujer china o japonesa (la raza blanca siente, pese a su superioridad técnica, un cierto respeto por la cultura secular y el exótico «misterio» de la raza amarilla) que el matrimonio realizado entre blancos ynegros.

El problema racial, con su carga de tipo social y político, puede llegar a ser un cáncer nacional que obnubila la mente y empuja a tomar partido no sólo a los núcleos familiares a los que pertenece la pareja, directamente afectados, sino también a los círculos periféricos componentes de sus respectivos estratos sociales.

Son más repudiables, para una mentalidad racista, los lazos conyugales contraídos por una mujer blanca y un hombre de color que a la inversa (a no ser que el marido sea un fabuloso príncipe oriental, especie ya muy escasa y cuyos tres o cuatro últimos representantes están demasiado ocupados en sus caballos de carreras y en sus «romances» con estrellas de cine, para pensar en realizar una unión duradera y estable). Los colonizadores blancos conquistaron a las mujeres indígenas, considerándolo un privilegio de su raza. Pero ¡ay del hombre de color que osó mirar a una mujer blanca!

Y. sin embargo, paradójicamente, en el caso concreto Id problema racial norteamericano, la posibilidad de un matrimonio entre una mujer blanca y un hombre negro nene más viabilidad que el caso contrario, ya que también entre los discriminados negros norteamericanos la mujer sufre una doble alienación: como negra y como mujer.

¿Por qué? Porque, por regla general, el acceso a la Uni-versidad —punto de contacto humano entre la juventud, por ende, favorable a la atracción amorosa— es más fácil para el hombre negro que para su compañera de color

Por su parte las barreras religiosas —exceptuando desusados fanatismos— también tienden a desaparecer. Todas las denominaciones cristianas reconocen en sus legislaciones la realidad del matrimonio mixto, tanto entre cristianos de confesión distinta como entre una persona cristiana y una persona de otro credo o agnóstica.

Pero el problema se plantea cuando los dos contrayentes son sinceros creyentes de su religión y desean transmitir a sus hijos sus respectivas creencias. Aquí, realmente, ya no se trata de barreras exteriores, sino de convicciones íntimas que afectan a la convivencia marital y a la educación de los hijos, poniendo en peligro el precioso don de la libertad personal de los cónyuges.

Pero será, precisamente, la auténtica vivencia de su respectiva fe la que puede ayudar a estos esposos, ya que la autenticidad y sinceridad de sus creencias es un valor humano en sí mismo, que probablemente ayudará a comprender y respetar las creencias —o el agnosticismo— del otro consorte.