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jueves, 25 de abril de 2013

Dando una vuelta


Puede ser una cuestión de días, meses y quizás años. El tiempo depende de cada uno ... Pero una vez que pasas esta turbulencia aspecto sentimental atrás y ver que todo está como lo fue la mejor sensación del mundo, después de todo, la felicidad, sin duda, no tiene precio.

Hacer frente a la frustración y aceptar el final es bastante difícil, pero es necesario, porque este momento es un proceso de auto-conocimiento. La Dra. Carlota Fiuza nos ayudará a superar esta delicada situación. Mira:

- En primer lugar, es recomendable para ahogar sus penas y llorar para aliviar la angustia como para superar cualquier pérdida es necesario entender lo que se perdió en realidad, y luego elaborar el duelo e invertir emocionalmente en otras metas.

- "El segundo paso para hacer una reaparición es reanudar la vida social, vuelva a conectar con la familia y hacer actividades placenteras," dice el Dr. Carlota.

- Después de la fosa inicial, es hora de dar cuenta de ganancias y pérdidas en todo esto. Lo ideal es que no debe tomar una herida tal durante mucho tiempo y no ver como una tragedia. La cosa más importante a considerar es reflejar las responsabilidades de cada uno en la relación.

- Finalmente, después de auto-conocimiento, abre tu corazón de nuevo es más fácil que nunca! Sin embargo, tenga cuidado de no caer en otra trampa para ver si sumido en la desesperación.

Aunque parezca una tarea cuesta arriba a su vez que, dejar ir a esa persona que pensabas que era el amor de su vida y ser feliz de nuevo no es algo imposible: mirar hacia los lados o hacia atrás y ver cuántas veces algún amigo, vecino prensa o colega vez has estado en esta situación y ha superado este mal. Pruebe también!

martes, 31 de julio de 2012

Consejos para superar una crisis matrimonial

La clave de un matrimonio no reside en cómo se manejan las discusiones, sino en cómo comparten el resto de su vida. Tanto si usted considera que su pareja es el paraíso, como si piensa que tal vez le vendrían bien algunos retoques o si está a punto de rendirse, le proponemos que ponga en práctica estas treinta formas de acrecentar y mejorar el amor que los une para superar la crisis.

Preste atención a los detalles de la vida de su pareja. Por ejemplo, si a su marido le gusta el tango, ¿usted sabe por qué, desde cuándo o qué es lo que más le gusta de este género musical? Del mismo modo, cuéntele por ejemplo algunos detalles interesantes de su clase de yoga y muéstrele su colección de perfumes. Este conocimiento mutuo es el que da sentido a la vida en común y la fortaleza para sortear las tormentas.

Tenga en cuenta que algunos cambios como el nacimiento de un hijo, una enfermedad, cambios en el trabajo y el mismo paso del tiempo van modificando a las personas: hay que mantenerse al día con las "noticias" del otro. Demuéstrele a su pareja que usted lo conoce y comprende sus estados de ánimo.

El cariño y la admiración son dos de los elementos más importantes en una relación duradera y gratificante. Aunque las parejas pueden distraerse por los errores de su compañero, si siente que la persona con la que se casó es dig-na de respeto y cariño todavía hay esperanza.

Una forma de descubrir si el amor todavía está vivo es tratar de retrotraerse a los primeros tiempos. Traten de recordar la primera vez que se vieron, qué disfrutaban juntos, a qué amigos frecuentaban, qué los hacía reír. Vuelvan a los viejos lugares y las costumbres de los primeros meses de casados.

Reflexione acerca de lo que más admira de su pareja y lo que más enciende su pasión. Cuánto más en contacto estén con los sentimientos positivos que albergan el uno por el otro menos probabilidades habrá de que se muestren despreciativos ante una diferencia de opinión.

Preste atención a los pequeños pedidos. Por ejemplo, si su marido dice "¡qué frío!", en lugar de ignorarlo ofrézcale un café o unos mates calentitos. Asimismo, si usted le comenta que consiguió algo que estaba buscando hacía tiempo y recibe de su parte una felicitación, una pregunta o un comentario es porque él está prestando atención a su pedido.

Cada uno y en conjunto respondan a las siguientes preguntas: ¿tienen ganas de verse al final de la jornada?, ¿disfrutan mirando televisión o haciendo las compras en el supermercado juntos?, ¿el tiempo se pasa volando cuando salen a pasear? Acercarse es la base de la conexión emocional, la pasión y la satisfacción. Si tiene dudas sobre qué responder, simplemente ponga en práctica estas premisas y observe los resultados.

Comentar cómo le fue en el día a cada uno es muy importante como ayuda para soportar las tensiones que no son provocadas por el matrimonio y evitar que éstas influyan sobre la pareja. Es importante que los dos se escuchen. Trate de elegir un momento que resulte adecuado para los dos.

Trate de encontrar las peticiones razonables dentro de cada reclamo. Por ejemplo, si su marido quiere salir a cenar a lo de unos amigos, pero usted está muy cansada, en lugar de negarse piense que en realidad quiere compartir con usted ese buen momento. Puede "negociar" la idea de pasar sólo a tomar un café.

Tenga en cuenta que al elegir una pareja a largo plazo está eligiendo inevitablemente una serie de problemas sin solución con los que deberá convivir durante todo ese tiempo. La forma de prosperar es aceptarlos y aprender a tratarlos.

Cuídese a usted misma. Respete sus propios tiempos y espacios personales. No se olvide de disfrutar de lo que más le gusta. Estar bien le dará una mejor predisposición para ocuparse de su pareja.

Los planteos agresivos suelen ser la señal de que la persona que los hace no se siente reconocida, respetada y amada por el otro. Ante una situación así, trate de mantener la calma y escuchar a su pareja. Si la agresión persiste o sobrepasa los límites de lo tolerable, protéjase.

En las discusiones esté atenta para no echarle toda la culpa a su pareja. Use frases que se refieran a usted en lugar de él, describa lo que está pasando sin evaluar ni juzgar, exprésese con claridad, sea amable y agradecida y no se guarde nada.

Amar a una persona no significa estar siempre de acuerdo con ella. Todos los resentimientos reprimidos se transforman en odio. Por eso, es mejor no dejar pasar mucho tiempo para comentar lo que le molesta.

Cambiar para mejor es un trabajo duro, pero con cada paso hacia adelante el camino se vuelve más fácil y gratificante. Prepárese para los retrocesos momentáneos y acepte la necesidad de reapren-der una lección hasta incorporar el mecanismo. Los dos deben estar dispuestos a acompañarse mutuamente en el crecimiento y buscar ayuda si es necesario.

Preste atención a la influencia que tiene la familia de cada uno en la relación. No son ocos los casos en que matrimonios felices se convirtieron en campos de batalla a causa de las opiniones de suegros, hermanos, cuñados o primos segundos.

Tenga en cuenta que las dificultades económicas, el desempleo y las deudas importantes suelen ocupa un lugar preponderante en la relación. Aunque ninguno de los dos esté especialmente interesado en el dinero, la simple necesidad de cubrir los gastos más elementales genera un nivel de estrés que repercute en la pareja.

Si alguno de los dos siente la necesidad de alejarse, no se trata necesariamente de una crisis terminal. En todo caso, lo mejor es tomar las cosas con calma, dialogar todo lo que sea necesario y, sobre todo, respetar los tiempos del otro.

La intimidad reafirma nuestros lados femeninos y masculinos más que cualquier otra actividad en pareja que realice el matrimonio, pero para tener una relación satisfactoria no deben faltar la creatividad y la consideración. Cuando se cambia la manera de hacer el amor no se necesita cambiar de pareja.

Ante una situación de estrés, algunas personas tienden a priorizar y concentrarse en lo más urgente, por lo que suelen olvidar las responsabilidades que consideran menos importantes. En cambio, otras se diversifican y adquieren conciencia de la variedad de problemas a la que deben hacer frente. Es común que ellos se sientan agobiados por todo lo que queda por hacer y tal vez tengan dificultades para decidir por dónde comenzar. Si comprende esta situación evitará gran cantidad de peleas.

El amor que siente por sus hijos no compite con el de su pareja. Tómense tiempo para estar juntos solos al menos un rato a la semana.

Recuerde que lo que a usted le resulta fácil preguntar puede ser difícil para el otro; así como lo que a usted le resulta fácil escuchar puede ser doloroso para el otro, y viceversa.

La mayoría de las parejas comienza los altercados por alguna situación específica y termina discutiendo acerca de su manera de discutir. Si se calma y se toma el tiempo para escuchar a su pareja aumentarán las posibilidades de que él la escuche.

No permita que las obligaciones cotidianas interfieran con la posibilidad de disfrutar con su pareja. La ropa para planchar puede esperar un rato más; si la casa está limpia no necesita otra repasada una vez cada tanto; la cama puede hacerse antes de acostarse. Su pareja necesita que se ocupe de ella i hoy mismo.

Es muy fácil que también el trabajo se convierta en una excusa para encerrarse en sí mismo. Comunicarse con el otro no requiere de un gran esfuerzo físico. No deje pasar oportunidades que podrían  ser únicas.

Los especialistas afirman que existen cuatro situaciones de "terapia intensiva" de una relación. Estos consisten en que sus integrantes:
a)consideren que los problemas matrimoniales son muy graves.
b)intenten solucionar los problemas a solas porque hablar parece inútil.
c) empiecen a llevar vidas separadas.
d) se sientan solos.

El matrimonio no es sólo educar a los chicos y dividir las tareas hogareñas. También se refiere a la posibilidad de crear una vida interior juntos, una conexión que supere la cotidianeidad.

Los pequeños rituales íntimos generan una conexión única entre los integrantes de una pareja. Brindar con una copa de vino todos los aniversarios de su casamiento, mirar películas de acción que fascinan a los dos, seguir la trayectoria de un autor y leer juntos sus novelas, salir ambos a correr dos veces por semana son sólo algunos \ ejemplos que hablan de la unidad.

Conocer los valores de su pareja y hablar sobre ellos es imprescindible. Usted debe saber qué es lo más importante para él, y él, qué es lo más importante para usted.
i Dentro de esta escala, cuánta más compatibilidad haya, mejor. En las diferencias debe reinar la tolerancia y la comprensión. Además, cada aspecto tiene su propia escala de valores independiente: el trabajo, los hijos, los fines de semana, el tiempo libre, el espacio propio, los  amigos y la familia son sólo algunos de ellos.

Si sienten que no pueden resolver la situación por sus propios medios, siempre está la posibilidad de solicitar ayuda a un profesional de la psicología que coordine y dirija la tarea.

viernes, 21 de octubre de 2011

El Egoismo en la pareja


Estas posibilidades, investigadas en laboratorio por Johnson y Masters, revelan la necesidad de que las parejas aprendan a conocerse gradualmente y recuerden los complejos vínculos existentes entre amor y sexualidad.

Ello implica, como han podido observar las modernas escuelas analíticas, la superación de la fase infantil en la que la satisfacción es un hecho egocéntrico. El individuo adulto debe saber que la unión de dos personas comprende la consecución del más elevado grado de madurez; por lo tanto, el egoísmo entendido como satisfacción limitada a los propios sentidos es un infantilismo con peligrosas repercusiones en la vida cotidiana.

Por su parte, el altruismo no debe ser entendido como pasiva sumisión a la voluntad ajena, como docilidad renunciadora, sino como la búsqueda, entre los dos, de la felicidad conyugal, recordando que los eventuales obstáculos pueden ser superados fácilmente siempre y cuando no sean dramatizados. Al hablar de un caso de desadaptación de una pareja, Oswald Colle afirma textualmente: «Toda pareja necesita un cierto período de adaptación hasta que los deseos sexuales y los hábitos de cada uno hayan alcanzado una confianza capaz de satisfacer a ambos.»

Este período de adaptación no depende tanto de la adquisición de técnicas eróticas refinadas como de la necesidad de conocerse y satisfacerse. Esta superación de la fase narcisística vuelve a ser expresada perfectamente por Colle: «Amar es algo más que sentir el placer del propio cuerpo; es el hecho de volverse hacia el "tú", significa que dos personas se convierten en un "nosotros" y que, en realidad, éstas se entregan y se aceptan totalmente y no sólo en el aspecto sexual

En estas afirmaciones cabe reconocer el espíritu de Wilhelm Reich, quien consideraba el acto sexual como una suprema fusión de la pareja con el Universo. Hoy está demostrado científicamente que el acto sexual implica y abarca toda la esfera psicofisica, por lo que, muy lejos de ser un momento negativo en el ámbito de la vida del hombre, es un momento de libre creatividad, un juego dichoso y una resolución de tensiones.

Si todo esto no sucede en el primer encuentro, cosa que es normalísima, conviene que los cónyuges discutan libremente esta cuestión, que traten de comprenderse y de abandonar remotos tabúes, y que, gradualmente y una vez superada toda reserva egoísta, se unan realmente tanto en lo psíquico como en lo físico.

lunes, 17 de octubre de 2011

Comunicación sexual en la pareja


Transformar las críticas en pedidos

La sexualidad es la parte más íntima y privada de su personalidad, y usted no será capaz de revelar sus deseos no satisfechos si no está seguro de que su pareja no se enojará, criticará o ignorará.

Este ejercicio está diseñado para transformar sus comentarios críticos en manifestaciones positivas.

Consejos: Detrás de todo requerimiento sexual hay un deseo escondido. Usted debe determinar cuál es el deseo oculto en su crítica, y de esta forma sabrá manifestar lo que quiere, en términos específicos y positivos. Aquí hay algunos ejemplos. El primero es para mujeres, el segundo para hombres.

Crítica: "Lo único que te interesa es el sexo"

Deseo oculto: "Quiero que seas más afectivo"

Manifestación positiva del deseo:
"Me gusta que me seduzcas todo el día y no sólo en el mismo y exacto momento en que se te despertaron las ganas de hacer el amor".
Crítica: "Nunca me das el gusto de tomar la iniciativa en el sexo" Deseo oculto: "Me gustaría que te demostraras más interesada en hacer el amor"

Manifestación positiva del deseo:
"Realmente me gusta cuando me hacen el amor a mí. Eso me hace sentir más amado y deseado". Haga el mismo ejercicio con tres cosas que le gustaría mejorar en la forma de hacer el amor de su pareja. Recuerde: la comunicación efectiva no garantiza el acatamiento.

martes, 11 de octubre de 2011

Hablar de sexo con la pareja


Contrariamente a la creencia popular, hablar de sexo no destruye la magia sino que hace que la magia siga viva. Muchos estudios refuerzan la idea de que la comunicación es un ingrediente esencial en una relación sexual satisfactoria.

Por ejemplo, en una investigación realizada entre 2000 mujeres, aquellas que se sentían cómodas al hablar de sus necesidades sexuales reportaban sexo más frecuente y pleno que las mujeres que se sentían inhibidas verbalmente.

El 81 por ciento de las mujeres que se sentían bien al hablar sobre sexo eran siempre o frecuentemente orgásmicas, en oposición al 63 por ciento de aquellas que se sentían incómodas al expresar sus deseos. Aquí le ofrecemos una guía de ejercicios que podrán ayudar a la pareja a encarar sus miedos de expresarse.

Este ejercicio ayudará a mejorar la comunicación en la pareja y pensar sobre las áreas en las que existen problemas. Chequee los puntos que son verdaderos. Yo debería...

- Hablar de mis necesidades más específicamente.

- Hablar sobre sexo con mayor frecuencia.

- Escuchar más cuidadosamente lo que mi pareja tiene que decir.

- Hacerle más preguntas a mi pareja sobre sus necesidades y deseos.

- Ser capaz de cumplir los deseos de mi pareja

Si nota que su pareja está haciendo un esfuerzo para comunicarse positivamente o expresar sus necesidades sexuales, no olvide demostrarle su apreciación.

sábado, 13 de agosto de 2011

La Pareja - educación de maridos


Como hemos apuntado anteriormente, entendemos por «educación doméstica» el hecho de enseñar al marido a ayudar en los trabajos de la casa, y, lo que es más difícil, convencerle para que «se deje enseñar» a realizar estos menesteres.

Desde que el ser humano se hizo sedentario, hace muchos millares de años, los varones y las mujeres se repartieron el trabajo de la siguiente manera: el varón salía a cazar y a pescar para conseguir los alimentos fundamentales, y la mujer permanecía en casa al cuidado de los hijos, de los animales domésticos y de las tierras, en las que se empezaba a cultivar algunas plantas. En el hogar la mujer se ocupaba también de tejer, de fabricar utensilios de cerámica, etc.

Ha llovido mucho desde entonces. El varón, para vivir, ya no se ve obligado a cazar ni a luchar a muerte con su prójimo por una presa cualquiera. Sin embargo, la mujer sigue en casa. Con lavadora, aspiradora y demás, pero sigue en casa. Y esto no es justo. En una sociedad tan desarrollada industrialmente como la actual, la mujer debería haberse incorporado plenamente al proceso productivo y los enojosos trabajos caseros deberían haberse colectivizado de tal manera que no esclavizaran a nadie.

A la mujer se le ha tendido una trampa, está en un círculo vicioso. Vean si no. La mujer se ocupa de las cosas del hogar porque «no trabaja», y no trabaja porque se tiene que ocupar de la casa. De esto se desprende que si ella no hace un esfuerzo real para que las cosas dejen de funcionar de esta manera, dentro de unos cuantos millares de años más la situaciórf seguirá, en lo que a la mujer respecta, igual que en el neolítico.

Sólo podrá romper las cadenas que la esclavizan mediante al hecho consumado. Si trabaja, si ejerce una profesión, las tareas domésticas se harán solas. Descubrirá de pronto que en vez de lavar la ropa en casa, aunque sea con ayuda de una lavadora, puede recurrir a una lavandería que le devolverá la ropa limpia y seca; descubrirá que comer en los restaurantes es agradable y variado, o que las comidas sencillas que se preparan en casa en un momento son las más sanas y que además no engordan; descubrirá que sus hijos aprenden a desenvolverse solos con gran rapidez y que se vuelven cada día más sociables; descubrirá que el planchado, si compra la ropa con inteligencia, es una actividad que ha pasado a la historia; descubrirá, en fin, que un mundo nuevo se abre ante ella y que, sin saber cómo, se ha liberado de un suplicio absurdo.

¿Y en cuanto a la educación del marido? Pues bien: se hará también sola. Si el varón se considera incapaz de realizar cualquier trabajo doméstico es porque su educación se ha realizado en otra dirección (recordemos que las cocinas, las muñecas, las labores le estaban prohibidas), por lo que se sentiría disminuido en su calidad de varón si se viera obligado a prestar ciertos servicios.

Y, sin embargo, las tareas del hogar no son femeninas en sí, sino que lo son porque hasta ahora las ha realizado la mujer, y esto porque ella, como ser humano de segunda categoría, debía realizar los trabajos menos satisfactorios desde el punto de vista de la realización personal.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Diferencias en la Pareja


¿Y cómo superar estas diferencias? Pues bien. Ante todo es necesario tener presente que, aparte de la diferencia de caracteres —diferencia que puede ser más o menos acusada según los casos—, existe una diferencia educacional de la que ni hombres ni mujeres son responsables directamente, y que sólo pueden remediar, por una parte, siendo conscientes de ella, y, por otra, mediante un esfuerzo de comprensión mutua y de verdadero cariño.

No hay que impacientarse en ningún caso. Como parece ser que «el predicar con el ejemplo» suele dar buenos resultados, lo mejor es que la mujer, dosificándolas y sin hacerse pesada, insista en sus atenciones y demostraciones de cariño para con el marido de manera que éste, insensiblemente, se vaya acostumbrando a ellas y acabe por corresponder.

Los reproches, las quejas, los dramas y los llantos no hacen más que agravar la situación, pues el marido considera «que no hay para tanto» y se siente vagamente culpable, lo que no contribuye a mejorar la situación sino a empeorarla, porque el sentimiento de culpa le hace reaccionar con violencia y, de esta manera, las relaciones se van haciendo cada vez más tirantes.

Quede claro, por tanto, que lo que hay que hacer es mostrarse comprensivo en todo momento y aprovechar con inteligencia las ocasiones favorables, y saber abandonar la partida cuando las circunstancias lo requieran. En definitiva: el viejo «tira y afloja».

De todos modos, es necesario hacer notar que la actitud del hombre obedece también a otras causas (el trabajo productivo, el tener que enfrentarse con las incidencias a menudo nada gratas de la «lucha por la vida», etc.) y que, por tanto, no es posible que un matrimonio pueda vivir en perpetuo idilio, encerrados ambos esposos en una torre de marfil, sin contacto con el mundo exterior.

Asimismo debe la mujer tener presente que si ella dejara el hogar para trabajar también fuera de Enlacecasa, sus horizontes se ampliarían, disminuiría su necesidad, a veces enfermiza, de afecto, y, por tanto, disminuirían también sus exigencias, y que, al enfrentarse con problemas parecidos a los que afectan a su marido, tendría más cosas en común con él y reinaría entre ambos este compañerismo que sólo es posible hallar entre personas que sienten las mismas inquietudes y que comparten afectos e intereses.

Vemos, por tanto, que si bien suele ser cierto que los hombres se comportan muchas veces de manera egoísta y poco considerada, es igualmente cierto que el universo femenino es demasiado cerrado, y que el hombre puede fácilmente ahogarse en él. Por eso a la mujer le incumbe también esforzarse por estar en contacto con el mundo; saber lo que ocurre, leer, interesarse por la actividad profesional del marido, etc., y también, y esto sería la solución más eficaz, ejercer, aunque sólo fuera durante unas horas, una actividad que la satisficiera fuera de casa, de manera que se relacionara diariamente con otras personas, con lo cual el marido no sería su única posibilidad de incidir en el mundo, ni se vería obligado a llenar, él sólo, el vacío afectivo que, por lo general, se va creando alrededor de la mayoría de las amas de casa.

martes, 2 de agosto de 2011

Matirmonio - Eduación del Marido


Qué poco preparados llegan por regla general los hombres al matrimonio! Por ello, y para facilitar la educación de los maridos, se han escrito estas páginas, divididas. para mayor claridad, en tres apartados que corres-rorden a la educación de la afectividad (enseñar al marido a ser cariñoso), a la educación doméstica (enseñarle a colaborar en las tareas del hogar, o, como mínimo, a no obstaculizarlas) y a la educación sexual (hacerle comprender que también la mujer experimenta necesidades de este upo y que del satisfacerlas o no depende en gran medida su equilibrio psíquico y su felicidad). Es realmente difícil, cuando de «educación del marido» trata, saber por dónde empezar.

¡Existen tantas cosas, pequeñas cosas que una mujer desearía cambiar de su mando! ¿Y cuáles son esas cosas? «¡Oh, quisiera que mi marido fuese más atento conmigo, que se interesase más por mis problemas,- que me consultase más a menudo, que me hablara como cuando éramos novios, que fuese más cariñoso, que me llevara más a menudo a cenar fuera, al cine...» Estas cosas y otras parecidas acostumbran a responder la mayor parte de las mujeres cuando se les pregunta a este respecto. Y si nos fijamos bien, todos estos deseos o velados reproches pueden reducirse a un solo problema: el de la afectividad.

La educación que se da a la mujer tiende a convertirla en un ser dulce, cariñoso y lleno de atenciones para con los demás. A la niña se la educa sentimentalmente. En cambio, al niño no. Desde su más tierna edad oye aquello de que «los hombres no lloran», se le dan juguetes bélicos y se encuentra, además, con una serie de prohibiciones sociales que le impiden jugar con muñecas, hacer comidas, «labores», y, en general, toda una serie de actividades que siempre han sido consideradas femeninas.

Teniendo presente estas cosas ya no podemos extrañarnos tanto de que al hombre adulto le cueste tanto mostrarse «cariñoso», y más en público, puesto que, dada la mentalidad absurda que impera entre nosotros, estas demostraciones de afecto podrían suscitar comentarios como los siguientes: «es un calzonazos», «se le cae la baba por su mujer» y otros parecidos, que, como es lógico, habrían de herir profundamente al marido.

Por todo esto, y porque no hay que olvidar que la afectividad es el resultado de una educación determinada, la mujer no debería hacer responsable a su marido individualmente de este defase emocional, sino darse cuenta de que lo que ocurre es que la diferente educación que ha recibido es causa de esta especie de inhibición afectiva. Por otra parte debería comprender que también a él puede chocarle su manera de comportarse, hasta el punto de considerarla a veces «pegajosa» o «pesada», y sentirse algo cohibido ante sus muestras de cariño.

sábado, 30 de julio de 2011

Adulterio y Abandono


EL ADULTERIO Y EL ABANDONO

Por lo que atañe a los conflictos sexuales, que tan a menudo están planteados y desarrollados abierta o encubiertamente en obras artísticas o literarias, veamos un ejemplo sencillo: el del adulterio y el abandono. Ante una representación altamente dramática de un conflicto semejante, muchos espectadores experimentarán una emoción creciente que puede llegar a una descarga catártica (como, por ejemplo, el llanto).

Esta emoción puede deberse tanto al temor inconsciente de sufrir agravios similares cuanto al contradictorio deseo, también inconsciente, de provocarlos.

En cualquier caso, la identificación con alguno de los personajes del drama, o con la situación en su conjunto, permite la liberación momentánea de una angustia profundamente personal, cuyas causas pueden ser insolubles o de muy difícil solución. En tal caso, el sujeto necesitará periódicamente sucesivas catarsis que le permitan mantener el equilibrio de su personalidad, según sus propias exigencias morales y las de la sociedad en que vive.

Agregaremos, por último, que todos podemos, mediante una profunda y objetiva introspección, o bien con la ayuda de una persona experta, reconocer y tomar conciencia de nuestros propios procesos de identificación y catarsis, pero esto no significa en lo más mínimo que podamos provocarlos conscientemente; la génesis y el desarrollo de estos fenómenos pertenecen a los estratos subconscientes de la personalidad humana.

Su conocimiento sirve tan sólo (y no es poca cosa) para una comprensión más vasta y profunda de cuanto ocurre en nosotros mismos y en los demás.

miércoles, 27 de julio de 2011

Barreras sociales en la pareja


El matrimonio «burgués» ideal sería el realizado entre personas de un idéntico estrato social y sin grandes desniveles económicos. En el mundo rural pervive aún la prevención contra el forastero «que se lleva» la novia del pueblo, o contra la extraña que se inserta en la estrecha comunidad pueblerina a través de su matrimonio con un convecino.

Naturalmente es absurdo pensar que en el mundo sin barreras, hacia el que vamos, la elección de la persona con la cual se desea construir un hogar, debe reducirse al limitado círculo del clan familiar o de la cerrada clase social. Es imposible poner muros y delimitar los campos donde escoger el cónyuge que habrá de compartir la vida matrimonial; los viajes, los medios de comunicación y la democratización de la enseñanza tienden a romper los muros de ancestrales compartimentos estancos.

La juventud, que marcha decididamente hacia el último tercio del siglo xx, mantiene un contacto tan directo y estrecho entre los dos sexos, que la atracción amorosa surge entre las parejas cuyos miembros proceden de los más dispares estamentos sociales. Y, en muchos casos, precisamente esta disparidad es factor de atracción, como ocurre con la fascinación que los jóvenes bohemios —e incluso los hippies— ejercen sobre las «bien educadas» jovencitas burguesas.

Las simples barreras económicas y sociales han sido frecuentemente rotas en innumerables creaciones literarias —más que en la vida real— gracias a los poetas y a los espíritus sentimentales; desde el rosado «romance» de la humilde pastora y el gallardo príncipe a las grandes tragedias amorosas, sin olvidar a las pálidas y decimonónicas doncellas que luchaban por librar sus contrariados amores de la tiranía de un linajudo y severo padre o de la codicia de un malvado tutor...

Pero no hay que olvidar que toda esta literatura amorosa pone la palabra FIN cuando comienza —en realidad— la vida cotidiana y común de la pareja víctima de tantas tribulaciones. Es decir, cuando el telón se levanta sobre la realización concreta y diaria del vulgar «contigo, pan y cebolla».

El problema se agrava en los países clasistas, porque entonces las barreras han dejado de ser externas para incidir directamente en la convivencia cotidiana de los esposos. La desigualdad social —aún más que la económica— entraña, desgraciadamente, una profunda disparidad de sensibilidad, educación y cultura, que la pareja perteneciente a diferentes estratos sociales, sólo con grandes esfuerzos podrá superar a lo largo del camino del matrimonio.

sábado, 23 de julio de 2011

Diferencias de edad en la pareja


LA EDAD, ¿FACTOR DE DESAJUSTE?

La diferencia de edad entre los cónyuges es un signo externo de desajuste matrimonial. Y, sin embargo, no es este aspecto exterior el que puede hacer fracasar un matrimonio, sino algo más íntimo; la diferencia de madurez entre la pareja.

Y esta diferencia de madurez, que abarca aspectos tan trascendentes como la sexualidad, la inteligencia, la voluntad y la responsabilidad, puede darse, y de hecho se da frecuentemente, entre matrimonios de igual edad, sobre todo cuando éste ha sido realizado muy tempranamente y la pareja en el transcurso de los años se ha ido haciendo adulta mental y socialmente, pero siguiendo un ritmo diferente de maduración.

Asimismo la diferencia de edad cronológica puede ser un factor de desunión tanto cuanto más joven sea el cónyuge menor; es muy diferente la boda entre una muchacha de dieciocho años (casi una adolescente) con un hombre de cuarenta, que la realizada por una mujer madura de treinta y cinco años con un hombre de sesenta, aun cuando en este caso la diferencia de años sea aún mayor.

Así, pues, más que de una diferencia externa de edad, el matrimonio debe precaverse contra una íntima diferencia de madurez. Esa muchacha de dieciocho años, difícilmente alcanzará el completo desarrollo de su personalidad, dada su situación de «eterna menor» dentro de la pareja conyugal.

sábado, 9 de julio de 2011

Racismo y Religión en el Amor


Con respecto a las barreras raciales existen diversos grados de rigor; es más tolerable la unión de un blanco con una lejana mujer china o japonesa (la raza blanca siente, pese a su superioridad técnica, un cierto respeto por la cultura secular y el exótico «misterio» de la raza amarilla) que el matrimonio realizado entre blancos ynegros.

El problema racial, con su carga de tipo social y político, puede llegar a ser un cáncer nacional que obnubila la mente y empuja a tomar partido no sólo a los núcleos familiares a los que pertenece la pareja, directamente afectados, sino también a los círculos periféricos componentes de sus respectivos estratos sociales.

Son más repudiables, para una mentalidad racista, los lazos conyugales contraídos por una mujer blanca y un hombre de color que a la inversa (a no ser que el marido sea un fabuloso príncipe oriental, especie ya muy escasa y cuyos tres o cuatro últimos representantes están demasiado ocupados en sus caballos de carreras y en sus «romances» con estrellas de cine, para pensar en realizar una unión duradera y estable). Los colonizadores blancos conquistaron a las mujeres indígenas, considerándolo un privilegio de su raza. Pero ¡ay del hombre de color que osó mirar a una mujer blanca!

Y. sin embargo, paradójicamente, en el caso concreto Id problema racial norteamericano, la posibilidad de un matrimonio entre una mujer blanca y un hombre negro nene más viabilidad que el caso contrario, ya que también entre los discriminados negros norteamericanos la mujer sufre una doble alienación: como negra y como mujer.

¿Por qué? Porque, por regla general, el acceso a la Uni-versidad —punto de contacto humano entre la juventud, por ende, favorable a la atracción amorosa— es más fácil para el hombre negro que para su compañera de color

Por su parte las barreras religiosas —exceptuando desusados fanatismos— también tienden a desaparecer. Todas las denominaciones cristianas reconocen en sus legislaciones la realidad del matrimonio mixto, tanto entre cristianos de confesión distinta como entre una persona cristiana y una persona de otro credo o agnóstica.

Pero el problema se plantea cuando los dos contrayentes son sinceros creyentes de su religión y desean transmitir a sus hijos sus respectivas creencias. Aquí, realmente, ya no se trata de barreras exteriores, sino de convicciones íntimas que afectan a la convivencia marital y a la educación de los hijos, poniendo en peligro el precioso don de la libertad personal de los cónyuges.

Pero será, precisamente, la auténtica vivencia de su respectiva fe la que puede ayudar a estos esposos, ya que la autenticidad y sinceridad de sus creencias es un valor humano en sí mismo, que probablemente ayudará a comprender y respetar las creencias —o el agnosticismo— del otro consorte.

jueves, 7 de julio de 2011

Problemas internos de Pareja


Podría decirse que existen dos clases «tipo» de desajuste matrimonial: la desavenencia íntima, que suele ser menos evidente pero mucho más peligrosa, y el choque que es producto de las presiones ejercidas sobre el matrimonio por circunstancias ajenas a la intimidad de la pareja.

El choque íntimo se debe a las presiones que en la relación conyugal se ejercen de dentro a fuera, aun cuando a veces, por mor de las conveniencias sociales, nada de ello vislumbran los extraños.

Los distintos niveles de cultura, la desarmonía sexual, las alteraciones temperamentales, pero principalmente las diferencias de educación y de mentalidad, podrían ser especificaciones de estos conflictos latentes, dificilísimos de extirpar, ya que el germen de desunión —y, por tanto, el germen de desafección y decepción— se oculta en lo más íntimo de la pareja y afecta a la respectiva personalidad y libertad de los cónyuges.

Asimismo existe el choque matrimonial producto de la presión que el mundo circundante, externo al matrimonio en sí, ejerce sobre la pareja, actuando con su rechazo o su reprobación sobre el comportamiento íntimo de los cónyuges.

Las diferencias de raza, de religión e incluso de nacionalidad o clanes políticos adversos, son un ejemplo claro de cómo el mundo exterior puede crear —y de hecho crea— antagonismos difícilmente salvables, a no ser que los consortes posean una gran dosis de fuerza moral, un profundo amor y una perfecta identidad de fines y propósitos.

Las desigualdades de tipo íntimo (menos visibles, pero más intensas e insalvables, aunque los cónyuges pertenezcan a un mismo estrato social y económico, si no existe entre ellos armonía sexual e identidad cultural) llevan a la desunión matrimonial, aunque no se exteriorice.

Por el contrario, las desigualdades de tipo externo, mucho más espectaculares, significan unas barreras dificilísimas de romper al comienzo de la relación amorosa, pero salvado el primer momento (tal experiencia sólo pueden permitírsela personalidades muy formadas y maduras), estas mismas presiones, no menos que el desgarramiento que cada cónyuge ha tenido que sufrir para vencer ancestrales prejuicios, se convierten en fuente de auténtico amor y compenetración.

Por otra parte, estas barreras pueden llegar a desaparecer por sí solas (las debidas a nacionalismos xenófobos, por ejemplo) y la marcha de la humanidad tiende a levantarlas o a convertirlas en fácilmente franqueables.

viernes, 1 de julio de 2011

Desigualdades y rupturas de Matrimonio


LAS DESIGUALDADES CONYUGALES
El matrimonio es un «estado» y un continuo proyecto a realizar conjuntamente por dos seres humanos de diferente sexo. En la pareja humana que se ama de verdad no puede ocurrir como entre los animales.

Éstos, en determinado momento dan y reciben corporalmente para después seguir cada uno su camino, sin volver a encontrarse jamás, excepto en algunas especies en las que el macho y la hembra conviven un tiempo juntos para cuidar a sus crías.

No. La pareja humana está formada por dos seres que, además de estar unidos sexualmente, tienen por delante un camino que recorrer. Un camino que recorrerán juntos y durante el cual, juntos, irán creando vida y amor. Es una entrega sin reservas, es un darse para siempre: este camino es la gran aventura de los cónyuges, ya que su mutua entrega compromete hasta la médula la realidad íntima de cada uno de ellos.

Todo hombre o mujer perteneciente a nuestra moderna civilización siente, al unirse a su pareja, el deseo y la ambición de alcanzar juntos un porvenir común. Sean cuales fueren sus creencias, la pareja humana que se une para formar un hogar realiza un acto volitivo de continuidad y de permanencia.

MATRIMONIOS ROTOS
Desgraciadamente, son muchos los casos en los que estos deseos resultan fallidos y la pareja rompe su unión con los consiguientes traumas sentimentales, familiares y sociales. Sin necesidad de grandes y extraordinarios dramas, el cotidiano acontecer de la vida se encarga, en numerosas ocasiones, de reducir a la nada aquel impulso sagrado que empujó un día a un hombre y a una mujer a hacerse mutua entrega de sí mismos.

Las causas que pueden acabar con un matrimonio son innumerables e incalificables, ya que un mismo hecho puede ser motivo de desavenencia en una pareja, mientras puede significar un auténtico lazo de unión para otra (como ocurre, por ejemplo, con los problemas o graves disgustos causados por los hijos, o con la obtención de un brillante nivel económico).

Pero es indudable que el germen de un matrimonio fallido se encuentra siempre en la inadecuada elección de la pareja. Se realizan matrimonios cuya desigualdad entre ambos cónyuges es tan notoria que, con grandes probabilidades de acierto, se puede predecir que dicho matrimonio está abocado al fracaso.

lunes, 28 de febrero de 2011

Mitos y realidades sobre el Matrimonio


¿Se siente un poco decepcionada con su matrimonio? Puede suceder que en el camino de la verdadera felicidad se estén interponiendo algunos mitos, según sugiere un experto.
Estos son algunos de los aspectos más comunes y la verdad que subyace detrás de ellos, según los analiza el psicólogo ruce Baldwin, autor del libro "Mejorando juntos".

Mito: Nuestro matrimonio mejoraría, sólo si el otro cambiara.
Realidad: Para mejorar un matrimonio, ambos cónyuges tienen que cambiar. Comience trabajando sobre sus propios defectos y tratando de cambiar su conducta. Su pareja responderá a ese "nuevo yo" suyo.

Mito: El amor lo puede todo.
Realidad: No es tan así. En las primeras etapas del romance, es fácil amar. Pero cuando se inmiscuyen los problemas de la vida real, el amor lleva esfuerzo, adaptación, comunicación y cambio.
Hay que tratar de adaptarse a las necesidades del otro.

Mito: Si realmente fuéramos el uno para el otro, nunca estaríamos en desacuerdo.
Realidad: Es sano y normal que dos personas estén en desacuerdo. Pero cuando discutan, no usen palabras fuertes.

Mito: Nuestros hijos nos impiden ser felices.
Realidad: Los niños complican un matrimonio, pero no lo arruinan. Para mantener fuerte el matrimonio, hágase tiempo para pasar solo con su pareja.

Mito: Nuestro matrimonio está destinado a fracasar porque somos muy diferentes.
Realidad: Las personas siempre son diferentes, lo que importa es cómo se manejan esas diferencias. Esté dispuesto a hacer concesiones.

Mito: Nuestro matrimonio sería más feliz si tuviéramos más dinero.
Realidad: La felicidad no cuesta un centavo. Muchos multimillonarios están infelizmente casados. Si no puede disfrutar de la vida sin dinero extra, no podrá disfrutarla con él.

Mito: Nos irá bien si pasamos más tiempo juntos.
Realidad: Lo importante es cómo pasan ese tiempo compartido. El hablar sólo de trabajo, cuentas y los niños, no ayudará a que su matrimonio funcione. Cuando estén juntos, relájese y haga algo que ambos disfruten.

Mito: Si tenemos una buena relación sexual, todo lo demás irá bien.
Realidad: No es real. El sexo aislado no resolverá los problemas. Asegúrese de mostrar a su pareja genuinos gestos de cariño. Tómele la mano, háganse mimos en el sofá. Demuéstrele lo que realmente le importa.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Mujer pareja

Mujer pareja
¿El trabajo los está distanciando?
Si casi no se ven y hay poco diálogo, es la hora de reflexionar.
Tal vez en esta etapa su pareja está haciendo carrera en la empresa en que trabaja y lo primero que tuvo que sacrificar son los horarios. Por consiguiente se va muy temprano por la mañana y usted nunca sabe cuándo vuelve.
También es posible que por la situación económica, deba trabajar más horas para progresar en un negocio o en su carrera.

Lo cierto es que cuando trata de contarle cómo resolvió un problema descubre que él ni siquiera sabe que lo tenía. Ahí toma conciencia de que cada vez se ven menos y casi no hablan de sus cosas. Es que cuando él llega por la noche, suele estar tan cansado que no quiere ni oír hablar de problemas y en general se enchufa con el televisor o está irritado y de mal humor.

Hay circunstancias, como por ejemplo cuando el marido se queda sin trabajo, en que es la mujer la que debe hacer el esfuerzo extra y salir a trabajar. También es posible que usted ya tenga un trabajo fuera de casa y ambiciones laborales o profesionales que le exigen muchas horas. Es bastante común que, entre los 30 y 40 años, tanto hombres como mujeres inviertan el mayor esfuerzo en afirmarse o crecer en los proyectos personales.
El problema es que, a veces, esto influye negativamente en la relación de pareja: se ven muy poco y se van alejando, o cuando se encuentran están demasiado cansados para charlar y compartir cosas. Si hay hijos la situación se agrava, porque ellos también tienen exigencias y necesitan que papá y mamá les dediquen tiempo. Si la situación le resulta conocida, tal vez sea el momento de parar y replantearse horarios menos exigentes, o en casos límite, optar por la pareja o por el trabajo.