Para la mujer el sentido más importante es el tacto. En la relación sexual a ella le interesa dónde, cómo y con qué intensidad la tocan para conseguir su excitación. La mujer no estará preparada para recibir y triplicar la energía sexual, ya que las regiones primarias estarán no congestionadas (no están henas de sangre, como es necesario en estos momentos.
Para que se cumpla este requisito, primero se deberán estimular los puntos sensibles secundarios (detrás del cuello, de las orejas, la espalda, la cara interna de los brazos y casi toda la piel, depende de cada mujer) para ir preparando las otras zonas, que son las realmente importantes.
Por ello, cuando el hombre comienza el juego sexual estimulando los pezones o el clítoris, la mujer se bloquea, y esto hace que la curva de excitación de la que hablábamos (la lubricación) se haga mucho más lenta. Para el varón, en cambio, el sentido más importante es el visual. De ahí la importancia de los filmes eróticos, los espejos, las luces y la lencería erótica, que no es tan fundamental para la mujer como para el hombre.
El gran problema desde el punto de vista cultural es que el hombre cree que la mujer se excita de la misma forma que él. Así, el varón lleva a su casa videos pornográficos para que ella se excite, logrando el efecto contrario al buscado.
El cree que ella se desespera por ser penetrada todo el tiempo, mientras que lo que ella quiere es jugar, ser acariciada y mimada. Si el hombre logra entender que la mujer siente distinto, seguramente se acortarán muchas de las distancias que separan a los sexos.
En cuanto a los hombres, ocurre algo similar: muchas de ellas creen que siempre debe ser el macho quien inicie sexual-mente los juegos, y quien deba estimularla. De hecho, a todos los hombres les gusta que ellas también actúen y tengan un rol más protagónico en la relación sexual. Es más, ellos también necesitan que los exciten para lograr una buena erección.
Tanto en las mujeres como en los varones, el deseo sexual está regulado por una hormona, que es la testoste-rona. En los varones el deseo es más continuo que en las mujeres, que poseen un deseo más cíclico. En ellas, el período pre y post menstrual inmediato aumenta su predisposición sexual.
Según diversas teorías, esto se debe al brusco descenso de la progesterona, que es la hormona que inhibe el deseo sexual. Al descender, la mujer aumenta su deseo amatorio. Otros especialistas explican este fenómeno diciendo que es un pico de testosterona en la mitad del ciclo, que tarda unas dos semanas en actuar, el que produce el aumento del deseo antes y después de la menstruación.
Además, el deseo sexual femenino está más ligado con lo cultural. Por ello, se dice que el ambiente y la necesidad de compromiso de la mujer influye en su deseo amatorio.
Para que se cumpla este requisito, primero se deberán estimular los puntos sensibles secundarios (detrás del cuello, de las orejas, la espalda, la cara interna de los brazos y casi toda la piel, depende de cada mujer) para ir preparando las otras zonas, que son las realmente importantes.
Por ello, cuando el hombre comienza el juego sexual estimulando los pezones o el clítoris, la mujer se bloquea, y esto hace que la curva de excitación de la que hablábamos (la lubricación) se haga mucho más lenta. Para el varón, en cambio, el sentido más importante es el visual. De ahí la importancia de los filmes eróticos, los espejos, las luces y la lencería erótica, que no es tan fundamental para la mujer como para el hombre.
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El cree que ella se desespera por ser penetrada todo el tiempo, mientras que lo que ella quiere es jugar, ser acariciada y mimada. Si el hombre logra entender que la mujer siente distinto, seguramente se acortarán muchas de las distancias que separan a los sexos.
En cuanto a los hombres, ocurre algo similar: muchas de ellas creen que siempre debe ser el macho quien inicie sexual-mente los juegos, y quien deba estimularla. De hecho, a todos los hombres les gusta que ellas también actúen y tengan un rol más protagónico en la relación sexual. Es más, ellos también necesitan que los exciten para lograr una buena erección.
Tanto en las mujeres como en los varones, el deseo sexual está regulado por una hormona, que es la testoste-rona. En los varones el deseo es más continuo que en las mujeres, que poseen un deseo más cíclico. En ellas, el período pre y post menstrual inmediato aumenta su predisposición sexual.
Según diversas teorías, esto se debe al brusco descenso de la progesterona, que es la hormona que inhibe el deseo sexual. Al descender, la mujer aumenta su deseo amatorio. Otros especialistas explican este fenómeno diciendo que es un pico de testosterona en la mitad del ciclo, que tarda unas dos semanas en actuar, el que produce el aumento del deseo antes y después de la menstruación.
Además, el deseo sexual femenino está más ligado con lo cultural. Por ello, se dice que el ambiente y la necesidad de compromiso de la mujer influye en su deseo amatorio.
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