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martes, 31 de julio de 2012

Consejos para superar una crisis matrimonial

La clave de un matrimonio no reside en cómo se manejan las discusiones, sino en cómo comparten el resto de su vida. Tanto si usted considera que su pareja es el paraíso, como si piensa que tal vez le vendrían bien algunos retoques o si está a punto de rendirse, le proponemos que ponga en práctica estas treinta formas de acrecentar y mejorar el amor que los une para superar la crisis.

Preste atención a los detalles de la vida de su pareja. Por ejemplo, si a su marido le gusta el tango, ¿usted sabe por qué, desde cuándo o qué es lo que más le gusta de este género musical? Del mismo modo, cuéntele por ejemplo algunos detalles interesantes de su clase de yoga y muéstrele su colección de perfumes. Este conocimiento mutuo es el que da sentido a la vida en común y la fortaleza para sortear las tormentas.

Tenga en cuenta que algunos cambios como el nacimiento de un hijo, una enfermedad, cambios en el trabajo y el mismo paso del tiempo van modificando a las personas: hay que mantenerse al día con las "noticias" del otro. Demuéstrele a su pareja que usted lo conoce y comprende sus estados de ánimo.

El cariño y la admiración son dos de los elementos más importantes en una relación duradera y gratificante. Aunque las parejas pueden distraerse por los errores de su compañero, si siente que la persona con la que se casó es dig-na de respeto y cariño todavía hay esperanza.

Una forma de descubrir si el amor todavía está vivo es tratar de retrotraerse a los primeros tiempos. Traten de recordar la primera vez que se vieron, qué disfrutaban juntos, a qué amigos frecuentaban, qué los hacía reír. Vuelvan a los viejos lugares y las costumbres de los primeros meses de casados.

Reflexione acerca de lo que más admira de su pareja y lo que más enciende su pasión. Cuánto más en contacto estén con los sentimientos positivos que albergan el uno por el otro menos probabilidades habrá de que se muestren despreciativos ante una diferencia de opinión.

Preste atención a los pequeños pedidos. Por ejemplo, si su marido dice "¡qué frío!", en lugar de ignorarlo ofrézcale un café o unos mates calentitos. Asimismo, si usted le comenta que consiguió algo que estaba buscando hacía tiempo y recibe de su parte una felicitación, una pregunta o un comentario es porque él está prestando atención a su pedido.

Cada uno y en conjunto respondan a las siguientes preguntas: ¿tienen ganas de verse al final de la jornada?, ¿disfrutan mirando televisión o haciendo las compras en el supermercado juntos?, ¿el tiempo se pasa volando cuando salen a pasear? Acercarse es la base de la conexión emocional, la pasión y la satisfacción. Si tiene dudas sobre qué responder, simplemente ponga en práctica estas premisas y observe los resultados.

Comentar cómo le fue en el día a cada uno es muy importante como ayuda para soportar las tensiones que no son provocadas por el matrimonio y evitar que éstas influyan sobre la pareja. Es importante que los dos se escuchen. Trate de elegir un momento que resulte adecuado para los dos.

Trate de encontrar las peticiones razonables dentro de cada reclamo. Por ejemplo, si su marido quiere salir a cenar a lo de unos amigos, pero usted está muy cansada, en lugar de negarse piense que en realidad quiere compartir con usted ese buen momento. Puede "negociar" la idea de pasar sólo a tomar un café.

Tenga en cuenta que al elegir una pareja a largo plazo está eligiendo inevitablemente una serie de problemas sin solución con los que deberá convivir durante todo ese tiempo. La forma de prosperar es aceptarlos y aprender a tratarlos.

Cuídese a usted misma. Respete sus propios tiempos y espacios personales. No se olvide de disfrutar de lo que más le gusta. Estar bien le dará una mejor predisposición para ocuparse de su pareja.

Los planteos agresivos suelen ser la señal de que la persona que los hace no se siente reconocida, respetada y amada por el otro. Ante una situación así, trate de mantener la calma y escuchar a su pareja. Si la agresión persiste o sobrepasa los límites de lo tolerable, protéjase.

En las discusiones esté atenta para no echarle toda la culpa a su pareja. Use frases que se refieran a usted en lugar de él, describa lo que está pasando sin evaluar ni juzgar, exprésese con claridad, sea amable y agradecida y no se guarde nada.

Amar a una persona no significa estar siempre de acuerdo con ella. Todos los resentimientos reprimidos se transforman en odio. Por eso, es mejor no dejar pasar mucho tiempo para comentar lo que le molesta.

Cambiar para mejor es un trabajo duro, pero con cada paso hacia adelante el camino se vuelve más fácil y gratificante. Prepárese para los retrocesos momentáneos y acepte la necesidad de reapren-der una lección hasta incorporar el mecanismo. Los dos deben estar dispuestos a acompañarse mutuamente en el crecimiento y buscar ayuda si es necesario.

Preste atención a la influencia que tiene la familia de cada uno en la relación. No son ocos los casos en que matrimonios felices se convirtieron en campos de batalla a causa de las opiniones de suegros, hermanos, cuñados o primos segundos.

Tenga en cuenta que las dificultades económicas, el desempleo y las deudas importantes suelen ocupa un lugar preponderante en la relación. Aunque ninguno de los dos esté especialmente interesado en el dinero, la simple necesidad de cubrir los gastos más elementales genera un nivel de estrés que repercute en la pareja.

Si alguno de los dos siente la necesidad de alejarse, no se trata necesariamente de una crisis terminal. En todo caso, lo mejor es tomar las cosas con calma, dialogar todo lo que sea necesario y, sobre todo, respetar los tiempos del otro.

La intimidad reafirma nuestros lados femeninos y masculinos más que cualquier otra actividad en pareja que realice el matrimonio, pero para tener una relación satisfactoria no deben faltar la creatividad y la consideración. Cuando se cambia la manera de hacer el amor no se necesita cambiar de pareja.

Ante una situación de estrés, algunas personas tienden a priorizar y concentrarse en lo más urgente, por lo que suelen olvidar las responsabilidades que consideran menos importantes. En cambio, otras se diversifican y adquieren conciencia de la variedad de problemas a la que deben hacer frente. Es común que ellos se sientan agobiados por todo lo que queda por hacer y tal vez tengan dificultades para decidir por dónde comenzar. Si comprende esta situación evitará gran cantidad de peleas.

El amor que siente por sus hijos no compite con el de su pareja. Tómense tiempo para estar juntos solos al menos un rato a la semana.

Recuerde que lo que a usted le resulta fácil preguntar puede ser difícil para el otro; así como lo que a usted le resulta fácil escuchar puede ser doloroso para el otro, y viceversa.

La mayoría de las parejas comienza los altercados por alguna situación específica y termina discutiendo acerca de su manera de discutir. Si se calma y se toma el tiempo para escuchar a su pareja aumentarán las posibilidades de que él la escuche.

No permita que las obligaciones cotidianas interfieran con la posibilidad de disfrutar con su pareja. La ropa para planchar puede esperar un rato más; si la casa está limpia no necesita otra repasada una vez cada tanto; la cama puede hacerse antes de acostarse. Su pareja necesita que se ocupe de ella i hoy mismo.

Es muy fácil que también el trabajo se convierta en una excusa para encerrarse en sí mismo. Comunicarse con el otro no requiere de un gran esfuerzo físico. No deje pasar oportunidades que podrían  ser únicas.

Los especialistas afirman que existen cuatro situaciones de "terapia intensiva" de una relación. Estos consisten en que sus integrantes:
a)consideren que los problemas matrimoniales son muy graves.
b)intenten solucionar los problemas a solas porque hablar parece inútil.
c) empiecen a llevar vidas separadas.
d) se sientan solos.

El matrimonio no es sólo educar a los chicos y dividir las tareas hogareñas. También se refiere a la posibilidad de crear una vida interior juntos, una conexión que supere la cotidianeidad.

Los pequeños rituales íntimos generan una conexión única entre los integrantes de una pareja. Brindar con una copa de vino todos los aniversarios de su casamiento, mirar películas de acción que fascinan a los dos, seguir la trayectoria de un autor y leer juntos sus novelas, salir ambos a correr dos veces por semana son sólo algunos \ ejemplos que hablan de la unidad.

Conocer los valores de su pareja y hablar sobre ellos es imprescindible. Usted debe saber qué es lo más importante para él, y él, qué es lo más importante para usted.
i Dentro de esta escala, cuánta más compatibilidad haya, mejor. En las diferencias debe reinar la tolerancia y la comprensión. Además, cada aspecto tiene su propia escala de valores independiente: el trabajo, los hijos, los fines de semana, el tiempo libre, el espacio propio, los  amigos y la familia son sólo algunos de ellos.

Si sienten que no pueden resolver la situación por sus propios medios, siempre está la posibilidad de solicitar ayuda a un profesional de la psicología que coordine y dirija la tarea.

martes, 2 de agosto de 2011

Matirmonio - Eduación del Marido


Qué poco preparados llegan por regla general los hombres al matrimonio! Por ello, y para facilitar la educación de los maridos, se han escrito estas páginas, divididas. para mayor claridad, en tres apartados que corres-rorden a la educación de la afectividad (enseñar al marido a ser cariñoso), a la educación doméstica (enseñarle a colaborar en las tareas del hogar, o, como mínimo, a no obstaculizarlas) y a la educación sexual (hacerle comprender que también la mujer experimenta necesidades de este upo y que del satisfacerlas o no depende en gran medida su equilibrio psíquico y su felicidad). Es realmente difícil, cuando de «educación del marido» trata, saber por dónde empezar.

¡Existen tantas cosas, pequeñas cosas que una mujer desearía cambiar de su mando! ¿Y cuáles son esas cosas? «¡Oh, quisiera que mi marido fuese más atento conmigo, que se interesase más por mis problemas,- que me consultase más a menudo, que me hablara como cuando éramos novios, que fuese más cariñoso, que me llevara más a menudo a cenar fuera, al cine...» Estas cosas y otras parecidas acostumbran a responder la mayor parte de las mujeres cuando se les pregunta a este respecto. Y si nos fijamos bien, todos estos deseos o velados reproches pueden reducirse a un solo problema: el de la afectividad.

La educación que se da a la mujer tiende a convertirla en un ser dulce, cariñoso y lleno de atenciones para con los demás. A la niña se la educa sentimentalmente. En cambio, al niño no. Desde su más tierna edad oye aquello de que «los hombres no lloran», se le dan juguetes bélicos y se encuentra, además, con una serie de prohibiciones sociales que le impiden jugar con muñecas, hacer comidas, «labores», y, en general, toda una serie de actividades que siempre han sido consideradas femeninas.

Teniendo presente estas cosas ya no podemos extrañarnos tanto de que al hombre adulto le cueste tanto mostrarse «cariñoso», y más en público, puesto que, dada la mentalidad absurda que impera entre nosotros, estas demostraciones de afecto podrían suscitar comentarios como los siguientes: «es un calzonazos», «se le cae la baba por su mujer» y otros parecidos, que, como es lógico, habrían de herir profundamente al marido.

Por todo esto, y porque no hay que olvidar que la afectividad es el resultado de una educación determinada, la mujer no debería hacer responsable a su marido individualmente de este defase emocional, sino darse cuenta de que lo que ocurre es que la diferente educación que ha recibido es causa de esta especie de inhibición afectiva. Por otra parte debería comprender que también a él puede chocarle su manera de comportarse, hasta el punto de considerarla a veces «pegajosa» o «pesada», y sentirse algo cohibido ante sus muestras de cariño.

viernes, 8 de abril de 2011

Crisis de Matrimonio


La fórmula para superar las crisis matrimoniales residen en que los esposos logren establecer la igualdad en el cumplimiento de las tareas hogareñas.

De acuerdo con una investigación realizada por la trabajadora social israelí Claire Rabin: "La sabiduría consiste en encontrar buenos motivos para seguir casados". El marido y la esposa deben dividirse las tareas hogareñas, aseguró la investigadora.

Un estudio que se centró en la Universidad norteamericana de Seattle y continuó en la inglesa de Cambridge alcanzando a 150 parejas, comprobó que las mujeres interrogadas se mostraron menos felices que sus maridos por sentir que su relación no es honesta y mucho menos igualitaria.

Para Rabin la igualdad no es "mitad y mitad", sino la expresión de una gran amistad, de respeto en las elecciones del otro, aunque no aporte pa-ramantenerelhogar. "En síntesis —dice la experta—, que nadie se sienta utilizado por el otro."