¿Y el hombre ? También muy idealizado, no se inquieten. El HOMBRE ha de ser fuerte como Sansón y enamorado como Romeo, astuto como Ulises y candido como un niño, poderoso como Estados Unidos y simpático como Andorra, con la gracia de un efebo y la experiencia de un viejo.
Como se comprenderá, incluso para un HOMBRE resulta muy difícil reunir estas cualidades.
De soltera, la muchacha soluciona el desfase que existe entre su ideal y la realidad saltándose a la torera la realidad mediante el procedimiento de convencerse a sí misma de que él no es así, sino que se comporta así por determinadas razones, o porque está nervioso, y que cuando se casen ya saldrá a flote su maravillosa y recóndita verdadera naturaleza (la de Príncipe Azul).
De esta manera el «cuando nos casemos» se convierte en la piedra filosofal capaz de convertir a un hombre normal y corriente en Príncipe Azul y de igualar una jovencita juiciosa al niño que cree aún en los Reyes Magos.
Como se comprenderá, incluso para un HOMBRE resulta muy difícil reunir estas cualidades.
De soltera, la muchacha soluciona el desfase que existe entre su ideal y la realidad saltándose a la torera la realidad mediante el procedimiento de convencerse a sí misma de que él no es así, sino que se comporta así por determinadas razones, o porque está nervioso, y que cuando se casen ya saldrá a flote su maravillosa y recóndita verdadera naturaleza (la de Príncipe Azul).
De esta manera el «cuando nos casemos» se convierte en la piedra filosofal capaz de convertir a un hombre normal y corriente en Príncipe Azul y de igualar una jovencita juiciosa al niño que cree aún en los Reyes Magos.