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miércoles, 20 de julio de 2011

La Belleza en la edad media


¿Cómo es suplantada el agua? Por el frotado, el polvo y el perfume. Se presta atención a las partes del cuerpo que no se cubren: rostro y manos, y el agua (moderada en sus efectos nocivos por vino o vinagre) sólo se considera apropiada para la boca y las manos.

El polvo aparece por primera vez como un champú seco y se transforma en un elemento de distinción social (ningún aristócrata se deja ver sin él). El perfume también es muy importante (especialmente en forma de toallas). Lo que interesa, fundamentalmente, es la apariencia de limpio.

Nuevos cánones de belleza

En el período moderno, la belleza de la mujer cambia sus cánones: pasa de lo esbelto a lo relleno: de lo sencillo al maquillaje. Se modifican los hábitos de comida y la delgadez se transforma en símbolo de pobreza. Las mujeres de clase alta quieren distinguirse de sus hermanas subalimentadas, enfermas de raquitismo y escorbuto. También comienzan a plantearse diferencias, ya que no sólo hay que diferenciarse de los hombres sino de otras mujeres de clase social inferior.

La modernidad viene así acompañada de la belleza, y este canon se mantiene 300 años: piel blanca, pelo rubio, labios y mejillas rojos, cejas negras, cuello y manos largos y finos, pies pequeños, pechos firmes, redondos y blancos. Las pestañas son vistas sin valor estético, por lo que se las ignora y, a veces, se las arranca del todo.

Con la imprenta (mediados del siglo XV), aparecen en Europa libros de secretos de belleza, escritos en general por hombres. El pintarse no está totalmente aprobado, sin embargo, las mujeres insisten en embellecerse. A las que se pintan se las acusa de alterar el rostro de Dios, lo que esconde el temor masculino al engaño. El siglo XVIII tratará de poner fin al artificio del maquillaje imponiendo la estética de lo natural.

La mujer se oculta, pese a que muestra los pechos lechosos, embellecidos con polvo o colorete. Debe ser delicada para oponerse á la virilidad del hombre. A diferencia de la Edad Media, la belleza no es vista como algo maligno sino necesario. La fealdad se asocia con el vicio y lo inferior.

Entre los años 1500 y 1700 se produce un resurgimiento de la castidad y la timidez. Por ejemplo, para dormir, el camisón reemplaza al desnudo y la mitad inferior del cuerpo se convierte en algo innombrable y prohibido (en la pintura, esa zona aparece cubierta por hojas de higuera o de parra).

martes, 19 de julio de 2011

La transpiración masculina


La transpiración humana es necesaria, vital. Con el sudor, nuestro cuerpo se desintoxica, controla su temperatura y mantiene su balance de agua. Pero en ciertas regiones del cuerpo -especialmente en las axilas, la ingle, el perineo, y los pies-nuestro sudor contiene moléculas de ácidos muy volátiles (caproico, por ejemplo), que en contacto con el aire producen aromas inconfundibles.

Para las personas que dicen que no pueden hacer nada contra su mal olor axilar (o de cualquier otro origen), hoy la ciencia ha desarrollado una batería de productos frente a los cuales no hay excusa que valga. En primer lugar, hay que recordar que no se trata de acabar con la transpiración, sino con su mal olor.

Resulta un peligroso error tratar de eliminar la producción de sudor, imprescindible para el buen funcionamiento de la piel. La presentación de los productos desodorantes es variada:

aerosoles, barras, envases a bolilla ("rollón" ), etc. Todos ellos son el perfecto vehículo de compuestos desodorantes que, como sabemos, se dividen en dos grandes grupos:

1. Desodorizantes: simplemente perfuman el sudor. Su acción está limitada por la actividad física y por el tipo de transpiración de la persona que lo usa. Todos los desodorantes modernos incluyen, también en su formulación, poderosos compuestos bactericidas.

2. Antitranspirantes: además de desodorizar, controlan el flujo de transpiración. Están especialmente indicados para aquellas personas que transpiran en exceso y algunos contienen un agente químico dosificador, que libera gradualmente el principio activo del producto de acuerdo a la transpiración de cada momento en particular.

Una advertencia: no confíe el control de su transpiración únicamente a los llamados jabones desodorantes. Su acción es un buen complemento, pero nunca un sustituto.

domingo, 17 de julio de 2011

Ejercicios Físicos para Mujeres


ENTRADA EN CALOR
Ejercicios de movilidad de las articulaciones involucradas y de elongación de los músculos a utilizar (5 minutos como mínimo). Ejercicios aeróbicos (carrera, trote, escalador) para incrementar la frecuencia cardíaca y la irrigación de sangre a las piernas (6 minutos como mínimo 12 minutos como máximo).

-Tiempo total: 10 minutos.

SILLON DE ABDUCTORES
• Músculos utilizados: abductores de cadera, glúteos medio y menor. En forma accesoria glúteo mayor y tensor de la fascialata.

- El ejercicio puede realizarse de dos maneras: con el trortco inclinado hacia adelante (trabajan más ¡os glúteos) y con el tronco apoyado en el respaldo (trabajan más los abductores). En éste último nunca arquear la columna lumbar..

MULTI CADERA
• Músculos utilizados: glúteos mayor e isquiotibiales

- Mantener siempre la cadera en una flexión de aproximadamente 30 a 90 grados para evitar que la curvatura lumbar se acentúe.
- No es recomendable para aquellas personas que presenten molestias en la región lumbar.
- Este ejercicio es semejante al que se realiza con polea.
- Siempre, para realizar ejercicios de glúteos la espalda no debe estar derecha, sino Inclinada hacia adelante.

ESTOCADAS
• Músculos utilizados; glúteos,isquioti-biales,cuádriceps.

- Para principiantes se debe realizar el ejercicio con ambos pies apoyados, separados algo más que el ancho de hombros. Se flexlona la rodilla de adelante, siempre con la pierna de atrás ligeramente flexionada y el talón levantado. La rodilla de adelante no debe pasar la línea de la punta del pie. El peso del cuerpo debe repartirse entre ambos pies y la cadera

viernes, 15 de julio de 2011

Metrosexuales - aromas para hombres


LOS MEJORES AROMAS

No lo hemos dicho hasta ahora, pero resulta obvio que una buena presencia nunca estará completa si no se acompaña de un aroma adecuado. En este sentido, se podría escribir un libro sobre todas las fragancias que han sido pensadas para el gusto del hombre. Acidos, frutales o dulces, la variedad de perfumes masculinos iguala a la de los femeninos.

De acuerdo a su graduación, los perfumes de hombre -al igual que los de mujer- abarcan:

Extractos: son concentrados y de máxima persistencia.

Aguas de baño (las eau de toilette): la forma más utilizada, de concentración y persistencia media. Las lociones para después de afeitarse: poseen la concentración más baja. Entre ellas se destacan aquellas que, además de perfumar, retres-can y tonifican la piel que, como ya hemos visto, sufre mucho con la afeitada.

Además, casi todas las lociones after-shave han incorporado a sus fórmulas compuestos antisépticos, para evitar que los poros todavía dilatados por la afeitada sirvan de refugio para bacterias, lo que luego se traduce en exceso de grasitud, poros tapados, y reacciones alérgicas.

Un párrafo aparte merecen los nuevos perfumes-desodorantes-corporales: se trata de aerosoles que contienen -en forma muy diluida- las fragancias habituales, pero combinadas con una sustancia que en perfumería se conoce como fijadora, lo que permite aumentar la persistencia sin tener que subir la concentración. A esto se le suma un desodorante volátil de base alcohólica, y el resultado es un perfume para aplicar en todo el cuerpo.

Una práctica y efectiva solución para que quienes realizan muchas actividades sin volver a su casa, conserven la revitalizante sensación -y presencia- de frescura obtenida en la ducha matinal.

El talco líquido: constituye una de las nuevas vedettes en materia de aromas para los varones ya que, como su nombre lo indica, un líquido con un perfume persistente se convierte, al contacto con la piel, en el conocido talco, con lo que se evita lo engorroso de la aplicación en su forma clásica. Existe talco líquido desodorante, perfumado, hidratante y exfoliante.

miércoles, 13 de julio de 2011

El Orgasmo en la Pareja


Con el período de máxima excitación, deviene el orgasmo y la eyaculación en el varón. Esto provoca un rápido descenso en la excitación, lo cual deriva en una sensación de desgano inmediatamente posterior al coito. De allí el dicho popular que indica que cuando el varón eyacula "quiere darse vuelta y dormir".

Fisiológicamente, está preparado para eso, ya que entra en un período en el que pierde la motivación sexual: a los veinte años, este plazo es de dos minutos, y con la edad los tiempos se alargan cada vez más.

Este es otro punto en el que hombre y mujer responden de manera distinta: ellas pueden quedar en el mismo nivel de excitación después de tener un orgasmo, o descender, pero poco. La curva de pérdida de la excitación (que en el hombre se produce casi instantáneamente después del éxtasis), en las mujeres se produce de forma mucho más lenta.

Esto es lo que hace que la mujer después de lograr el éxtasis, desee seguir abrazando a su pareja, tocándolo, e incluso pidiéndole más sexo. Por otra parte, las mujeres pueden tener más de un orgasmo, y orgasmos más prolongados.

Este es el esquema básico de las fisiologías masculinas y femeninas, lo cual condiciona la respuesta sexual de ambos. No obstante, la actitud de los amantes también está condicionada por lo cultural. La reacción amatoria es, entonces, una mezcla de lo físico y lo cultural.

lunes, 11 de julio de 2011

Consejos para una buena afeitada


Es importante tener en claro que antes, durante y después de la afeitada, la piel debe mantener la misma tasa de hidratación, es decir, que el flujo de agua sobre el cutis debe mantenerse constante. Por esta razón las emulsiones pre y post afeitada provocan un efecto revitalizante que no sólo se traduce en un mejoramiento del aspecto, sino que además suaviza la piel maltratada por la afeitada.

Hoy, la brocha ha pasado casi al olvido, reemplazada por geles, espumas y mousses para afeitarse. Quien desee utilizarlos debe saber que existen algunos compuestos que no pueden faltar: Giicerol: un poderosísimo agente hidratante.

Alantoína: un compuesto descongestivo que sirve para calmar la irritación generada por el afeitado. Además, posee acción cicatrizante, con lo que se curan los pequeños cortes accidentales.

Agentes neutralizantes: confieren a la espuma un carácter químico neutro, lo que evita cualquier eventual reacción alérgica. En resumen, un buen producto para afeitar debe preparar la piel para el afeitado, facilitar el corte del pelo desde la base y proteger la piel.

Del mismo modo, podemos decir que las lociones, espumas o geles para después de afeitar deben cumplir tres condiciones principales: calmar la irritación, brindar una sensación de frescura lo más duradera posible e hidratar la piel.

Esta meticulosa descripción de lo que debe ser una afeitada ideal y del conjunto de productos con los que hoy cuentan los hombres para lograrla, es sólo el punto de partida. Veamos qué otras cosas se pueden hallar en el arsenal de la belleza masculina.

domingo, 10 de julio de 2011

La Educación Sexual


Ni el hombre ni la mujer son educados sexualmente en nuestro país; esto es un hecho incontrovertible.

Sin embargo, existe la costumbre de pensar que el hombre ya sabe lo suficiente, con lo cual la mujer se casa confiada, sin preocuparse lo más mínimo de este problema.

Sólo más tarde empieza a considerar que algo no marcha del todo bien, que ella no se siente satisfecha, y como ahora ya no está tan de moda decir que la mujer no tiene por qué sentir placer durante el acto sexual, comienza a impacientarse, a hablar de estos asuntos con sus amigas, y a hacerle algunos reproches a su marido.

Pero lo que ni le pasa por la cabeza es considerar que el marido, cuando ambos se casaron, era tan ignorante como ella misma. ¿De dónde deberá provenirle la ciencia ? En los países en que las mujeres decentes son tan decentes, la única ocasión que tiene un hombre de realizar experiencias sexuales es frecuentando alguna prostituta, y como es lógico no es ésta la mejor escuela del amor.

Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, el hombre lo ignora todo de la mujer, y por este motivo, no por mala fe, obra a menudo con gran torpeza, dejándola casi siempre sumida en una gran tensión nerviosa.

¿Qué debe hacer la mujer en estos casos ? Pues bien, educar al marido, ya lo hemos dicho. Pero claro, antes de educar al marido necesita educarse a sí misma. ¿Y cómo Otra solución puede ser decirle al marido: «Acabo de leer un libro muy interesante acerca de la vida sexual», y dejarlo descuidadamente a su alcance. Sería sorprendente que no se le ocurriera ojearlo.

Finalmente una última consideración: es necesario darle a este problema toda la importancia que tiene. Hasta ahora se ha considerado tema tabú y ello ha sido la causa de la infelicidad de muchas mujeres. Es hora, pues, de que se preocupen de él, y, sobre todo, que tengan presente que sin una vida sexual satisfactoria no pueden sentirse colmadas, y que de su infelicidad van a hacer partícipes, aún sin proponérselo, a sus maridos y a sus hijos, ya que si no están contentas les será muy difícil reprimir sus accesos de mal humor y disimular su tristeza.

La resignación, tan aconsejada hasta hace poco, es ineficaz, pues, aunque la mujer conscientemente quiera ignorarla, la depresión subsiste y acaba por salir a flote y por repercutir en el bienestar de toda la familia.

Por ella misma y por los suyos, la mujer consciente no puede seguir sumida en la ignorancia ni permitir que su marido desconozca la importancia de la vida sexual y su íntima relación con la vida afectiva.

sábado, 9 de julio de 2011

Racismo y Religión en el Amor


Con respecto a las barreras raciales existen diversos grados de rigor; es más tolerable la unión de un blanco con una lejana mujer china o japonesa (la raza blanca siente, pese a su superioridad técnica, un cierto respeto por la cultura secular y el exótico «misterio» de la raza amarilla) que el matrimonio realizado entre blancos ynegros.

El problema racial, con su carga de tipo social y político, puede llegar a ser un cáncer nacional que obnubila la mente y empuja a tomar partido no sólo a los núcleos familiares a los que pertenece la pareja, directamente afectados, sino también a los círculos periféricos componentes de sus respectivos estratos sociales.

Son más repudiables, para una mentalidad racista, los lazos conyugales contraídos por una mujer blanca y un hombre de color que a la inversa (a no ser que el marido sea un fabuloso príncipe oriental, especie ya muy escasa y cuyos tres o cuatro últimos representantes están demasiado ocupados en sus caballos de carreras y en sus «romances» con estrellas de cine, para pensar en realizar una unión duradera y estable). Los colonizadores blancos conquistaron a las mujeres indígenas, considerándolo un privilegio de su raza. Pero ¡ay del hombre de color que osó mirar a una mujer blanca!

Y. sin embargo, paradójicamente, en el caso concreto Id problema racial norteamericano, la posibilidad de un matrimonio entre una mujer blanca y un hombre negro nene más viabilidad que el caso contrario, ya que también entre los discriminados negros norteamericanos la mujer sufre una doble alienación: como negra y como mujer.

¿Por qué? Porque, por regla general, el acceso a la Uni-versidad —punto de contacto humano entre la juventud, por ende, favorable a la atracción amorosa— es más fácil para el hombre negro que para su compañera de color

Por su parte las barreras religiosas —exceptuando desusados fanatismos— también tienden a desaparecer. Todas las denominaciones cristianas reconocen en sus legislaciones la realidad del matrimonio mixto, tanto entre cristianos de confesión distinta como entre una persona cristiana y una persona de otro credo o agnóstica.

Pero el problema se plantea cuando los dos contrayentes son sinceros creyentes de su religión y desean transmitir a sus hijos sus respectivas creencias. Aquí, realmente, ya no se trata de barreras exteriores, sino de convicciones íntimas que afectan a la convivencia marital y a la educación de los hijos, poniendo en peligro el precioso don de la libertad personal de los cónyuges.

Pero será, precisamente, la auténtica vivencia de su respectiva fe la que puede ayudar a estos esposos, ya que la autenticidad y sinceridad de sus creencias es un valor humano en sí mismo, que probablemente ayudará a comprender y respetar las creencias —o el agnosticismo— del otro consorte.

jueves, 7 de julio de 2011

Problemas internos de Pareja


Podría decirse que existen dos clases «tipo» de desajuste matrimonial: la desavenencia íntima, que suele ser menos evidente pero mucho más peligrosa, y el choque que es producto de las presiones ejercidas sobre el matrimonio por circunstancias ajenas a la intimidad de la pareja.

El choque íntimo se debe a las presiones que en la relación conyugal se ejercen de dentro a fuera, aun cuando a veces, por mor de las conveniencias sociales, nada de ello vislumbran los extraños.

Los distintos niveles de cultura, la desarmonía sexual, las alteraciones temperamentales, pero principalmente las diferencias de educación y de mentalidad, podrían ser especificaciones de estos conflictos latentes, dificilísimos de extirpar, ya que el germen de desunión —y, por tanto, el germen de desafección y decepción— se oculta en lo más íntimo de la pareja y afecta a la respectiva personalidad y libertad de los cónyuges.

Asimismo existe el choque matrimonial producto de la presión que el mundo circundante, externo al matrimonio en sí, ejerce sobre la pareja, actuando con su rechazo o su reprobación sobre el comportamiento íntimo de los cónyuges.

Las diferencias de raza, de religión e incluso de nacionalidad o clanes políticos adversos, son un ejemplo claro de cómo el mundo exterior puede crear —y de hecho crea— antagonismos difícilmente salvables, a no ser que los consortes posean una gran dosis de fuerza moral, un profundo amor y una perfecta identidad de fines y propósitos.

Las desigualdades de tipo íntimo (menos visibles, pero más intensas e insalvables, aunque los cónyuges pertenezcan a un mismo estrato social y económico, si no existe entre ellos armonía sexual e identidad cultural) llevan a la desunión matrimonial, aunque no se exteriorice.

Por el contrario, las desigualdades de tipo externo, mucho más espectaculares, significan unas barreras dificilísimas de romper al comienzo de la relación amorosa, pero salvado el primer momento (tal experiencia sólo pueden permitírsela personalidades muy formadas y maduras), estas mismas presiones, no menos que el desgarramiento que cada cónyuge ha tenido que sufrir para vencer ancestrales prejuicios, se convierten en fuente de auténtico amor y compenetración.

Por otra parte, estas barreras pueden llegar a desaparecer por sí solas (las debidas a nacionalismos xenófobos, por ejemplo) y la marcha de la humanidad tiende a levantarlas o a convertirlas en fácilmente franqueables.

martes, 5 de julio de 2011

La Boda para la mujer - Parte 2


De acuerdo; hemos exagerado. Este lo es intolerable. Pero es que a veces la manera más convincente de demostrar que algo está llegando a ser intolerable es exagerarlo al máximo, llevarlo hasta sus últimas consecuencias, a las más absurdas. Y el hecho de que la mujer, o de que muchas mujeres están en venta es incontrovertible. Y también intolerable. La mujer necesita al hombre, pero el hombre también necesita a la mujer, y, sin embargo, normalmente se atreve a ser él mismo, y no vive tan pendiente de gustar.

Por eso podemos llegar a la conclusión de que si bien procurar gustar es algo que honra a todo ser humano (hombre o mujer), porque es una deferencia hacia los demás y una muestra de respeto para con uno mismo, el hecho de que el gustar se convierta en una obsesión es aniquilador; despersonaliza y cosifica, o sea, arruina la personalidad y convierte a los seres humanos en cosas.

b) Las niñas tienen que ser obedientes y sumisas. Esta obediencia y sumisión, que hace unos años se llamaba modestia, se ha considerado tradicionalmente el principal adorno de la mujer. Es uno de los requisitos indispensables de la feminidad, palabra mágica cuyo principal encanto reside en que nadie sabe exactamente cómo definirla, pero que se puede expresar con un encogimiento de hombros y la sonrisa vaga y coqueta de quien está en el intríngulis. De todos modos —y dejando de lado esta espinosa cuestión (la de la feminidad)—, hay que tener presente que tampoco la docilidad y la sumisión acaban aquí. Ahondemos un poco más.

Lo más grave de estas adorables y femeninas cualidades es que llevan a la mujer a aceptar como buenas —sin atreverse ni siquiera a reconsiderarlas un momento— una serie de normas de conducta que le vienen impuestas desde la infancia y cuya principal finalidad es conseguir que se adapte plenamente a su condición de ser humano a medias, de ser humano al que no se sabe bien por qué le están sutilmente vedadas las actividades que mejor contribuyen al desarrollo de la personalidad del individuo, y a su conciencia de incidir de alguna manera en el mundo; de ser humano, en definitiva, cuya única misión consiste en hacer agradable la vida a los hombres y en perpetuar la especie, cuando lo que debiera hacer es pensar por su cuenta, discutir las normas de conducta y enfrentarse a ellas. Dejar, en resu midas cuentas, de ser sumisamente femenina para convertirse en un ser independiente que somete a crítica lo que se le inculca y que decide por sí mismo su destino.

c) El fin de toda mujer es casarse y tener hijos. Puesto que el hombre es animal social, parece lógico que viva en compañía y que se una a otro ser del sexo opuesto formando una sociedad cuyo fin sea el satisfacerse mutuamente las necesidades afectivas y sexuales y educar a los hijos. Hasta aquí muy bien. Nada que objetar. Lo que sí es criticable es el considerar que la participación social de la mujer termina así, en tan estrechos horizontes, y que fuera del matrimonio nada le incumbe, todo le es ajeno.

Este planteamiento adolece del defecto al que anteriormente nos hemos referido: la pequenez. Es una visión del mundo estrecha, limitada, mezquina. Y a quien perjudica mayormente es a la mujer, que de hecho se limita a la sociedad matrimonial, porque el hombre, mediante el trabajo, encuentra la manera de incidir en la realidad, de participar en otras sociedades y ser plenamente animal social.

d) El matrimonio colma todas las necesidades y apetitos de la mujer. Otro error. Otra pequeña idea falsa. No hay necesidad de demostrarlo. Basta ir por ahí, mirar la cara de muchas de las mujeres de más de cuarenta años y preguntarles por su matrimonio. El torrente de palabras es anonadador y tristemente ilustrativo. El descontento, el rencor, la insatisfacción y la necesidad de descargarse las impulsan a hablar, dando la impresión, en algunos casos, de que se recrean en su propia desgracia y de que encuentran en ella la respuesta adecuada a su fracaso.

Y, sin embargo, lo curioso es que sus diatribas se dirijan sistemáticamente contra el marido, como si él, y no la ideología responsable de que ellas pongan todos sus anhelos y esperanzas en el matrimonio, fuera el único culpable de la insostenible situación.

La mayoría de ellas piensan que si se hubieran casado con otro hombre..., que si él ganara más dinero..., si fuera menos egoísta..., y no ven que la causa del fracaso no es el marido sino el enfoque que ellas han dado al matrimonio al convertirlo en su única aspiración, al condenar todos sus intereses y afectos en las cuatro paredes del hogar. No se dan cuenta, en resumen, de que el verdadero responsable es la pequeña idea que ellas tienen de sí mismas y de sus necesidades, del hombre y del mundo.