Dicen que las arrugas hablan de la experiencia de vida, pero a la hora de mirarnos al espejo preferimos que la experiencia no se manifieste de esa manera. Un cutis suave, terso es el ideal y hay tratamientos que cumplen este deseo.
Después de los 30 todo cambia abruptamente en nuestra cara. Los surcos de la sonrisa quedan petrificados aun cuando estemos serias; los poros se dilatan como si tuvieran vida propia; los ojos empiezan a compartir espacio con ciertas insolentes arruguitas y la piel, en su totalidad, nos pide a gritos agua todo el día.
A pesar de que demanda esfuerzo porque en estética nada se logra sin constancia, estas catástrofes pueden vencerse de la mano de la cosmética más moderna y revolucionaria.
La clave está en saber qué elegir para cada parte de la cara, en cómo preparar la piel para que esté más receptiva a los tratamientos y en respetar las necesidades propias de las etapas de la vida. Como en toda guerra, es fundamental conocer al enemigo para ganar.
De ahí que comprender por qué envejece nuestra piel es el puntapié inicial para alcanzar resultados notables.
Numerosos estudios realizados por dermatólogos en el mundo entero y, tal como se afirmó en el XIX Congreso Mundial de Dermatología realizado en Sldney, Australia, los rayos UV (ultravioleta) de la luz del día son responsables de más de las 2/3 partes del envejecimiento de la piel.
El resto del daño se adjudica al deterioro celular natural, a factores hormonales, a otros agravantes, como la polución o agresiones climáticas (nieve, frío, viento) y también a hábitos de vida, como la dieta, el consumo de cigarrillo, las horas de sueño escasas y al estrés. Dado que el envejecimiento responde a múltiples factores, es comprensible que un plan de ataque efectivo comprenda varios frentes.
En primer lugar es vital la limpieza, Aunque este dato parezca obvio para las más cuidadosas, está demostrado que más de la mitad de las mujeres de entre 15 y 40 años no demaquilla a diario su piel.
Para los expertos de Vichy, la famosa línea francesa, "la higiene del rostro es un tratamiento de salud cotidiano".
Frente a las agresiones de los contaminantes atmosféricos, la limpieza de la piel ayuda a oxigenar y a activar la respiración celular. Hay que hacerla dos veces por día, usar protección solar (tanto en verano como en invierno) y exfoliar una o dos veces por semana para quitar células muertas.
Cuando la piel está bien limpia y exfoliada, recién entonces está preparada para recibir las propiedades de las cremas hidratantes, que mantienen la piel con un nivel óptimo de humedad durante el día, y de las que combaten el envejecimiento cutáneo, cualquiera sea el factor desencadenante.
Después de los 30 todo cambia abruptamente en nuestra cara. Los surcos de la sonrisa quedan petrificados aun cuando estemos serias; los poros se dilatan como si tuvieran vida propia; los ojos empiezan a compartir espacio con ciertas insolentes arruguitas y la piel, en su totalidad, nos pide a gritos agua todo el día.
A pesar de que demanda esfuerzo porque en estética nada se logra sin constancia, estas catástrofes pueden vencerse de la mano de la cosmética más moderna y revolucionaria.
La clave está en saber qué elegir para cada parte de la cara, en cómo preparar la piel para que esté más receptiva a los tratamientos y en respetar las necesidades propias de las etapas de la vida. Como en toda guerra, es fundamental conocer al enemigo para ganar.
De ahí que comprender por qué envejece nuestra piel es el puntapié inicial para alcanzar resultados notables.
Numerosos estudios realizados por dermatólogos en el mundo entero y, tal como se afirmó en el XIX Congreso Mundial de Dermatología realizado en Sldney, Australia, los rayos UV (ultravioleta) de la luz del día son responsables de más de las 2/3 partes del envejecimiento de la piel.
El resto del daño se adjudica al deterioro celular natural, a factores hormonales, a otros agravantes, como la polución o agresiones climáticas (nieve, frío, viento) y también a hábitos de vida, como la dieta, el consumo de cigarrillo, las horas de sueño escasas y al estrés. Dado que el envejecimiento responde a múltiples factores, es comprensible que un plan de ataque efectivo comprenda varios frentes.
En primer lugar es vital la limpieza, Aunque este dato parezca obvio para las más cuidadosas, está demostrado que más de la mitad de las mujeres de entre 15 y 40 años no demaquilla a diario su piel.
Para los expertos de Vichy, la famosa línea francesa, "la higiene del rostro es un tratamiento de salud cotidiano".
Frente a las agresiones de los contaminantes atmosféricos, la limpieza de la piel ayuda a oxigenar y a activar la respiración celular. Hay que hacerla dos veces por día, usar protección solar (tanto en verano como en invierno) y exfoliar una o dos veces por semana para quitar células muertas.
Cuando la piel está bien limpia y exfoliada, recién entonces está preparada para recibir las propiedades de las cremas hidratantes, que mantienen la piel con un nivel óptimo de humedad durante el día, y de las que combaten el envejecimiento cutáneo, cualquiera sea el factor desencadenante.