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lunes, 31 de octubre de 2011

El Noviazgo


¿Por qué los jóvenes de hoy día evitan el poner una etiqueta clasificadora a sus relaciones amorosas? «No somos novios; sólo salimos juntos», responden invariablemente a las indagaciones paternas que tratan de esclarecer, de acuerdo con categorías tradicionales, cuál es la situación sentimental de la pareja y sus posibilidades o propósitos matrimoniales.

Y aquí está el meollo del asunto: las costumbres amorosas han evolucionado rápidamente en esta segunda mitad del siglo xx y uno de sus hechos más significativos es que el enamoramiento y la relación ilusionada entre los dos sexos tiene una serie de manifestaciones, matices y proyecciones difíciles de encuadrar en los cánones vigentes en la precedente generación.

Las jóvenes parejas no se sienten ligadas por lazos formales aun cuando existan entre ellos sentimientos amorosos. Así, de una manera libre y espontánea, se conocen y compenetran al paso que calibran sus mutuas cualidades y defectos, pero siempre libres de ataduras, cuyo rompimiento —además del consiguiente impacto emocional— implicaría conflictos de tipo social y familiar.

Esta libertad les permite cambiar de pareja y adquirir una mayor experiencia en las relaciones humanas sin sujetarse a reglas ni compromisos.

El peligro reside en que esta situación se orienta excesivamente hacia la diversión, pues, libre de responsabilidades y deberes, en ella sólo se compromete una parte de la personalidad. Después de compartir gran número de fiestas, risas, besos, discusiones y estudios, ella y él siguen con una idea harto incompleta sobre el posible acoplamiento de sus respectivas personalidades en el matrimonio.

Una cosa es pasear en coche las noches de primavera o tumbarse en la arena de las playas, retozar y bañarse juntos en el mar, rozarse las bronceadas piernas y mirarse a los ojos... y otra muy distinta saber qué puede sentir el uno hacia el otro cuando en invierno se está pálido y fatigado, cuando se descubren en el otro cónyuge lagunas, deficiencias y reacciones que no tienen nada de románticas; cuando los platos están sin fregar, y las facturas se amontonan...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Mujer pareja

Mujer pareja
¿El trabajo los está distanciando?
Si casi no se ven y hay poco diálogo, es la hora de reflexionar.
Tal vez en esta etapa su pareja está haciendo carrera en la empresa en que trabaja y lo primero que tuvo que sacrificar son los horarios. Por consiguiente se va muy temprano por la mañana y usted nunca sabe cuándo vuelve.
También es posible que por la situación económica, deba trabajar más horas para progresar en un negocio o en su carrera.

Lo cierto es que cuando trata de contarle cómo resolvió un problema descubre que él ni siquiera sabe que lo tenía. Ahí toma conciencia de que cada vez se ven menos y casi no hablan de sus cosas. Es que cuando él llega por la noche, suele estar tan cansado que no quiere ni oír hablar de problemas y en general se enchufa con el televisor o está irritado y de mal humor.

Hay circunstancias, como por ejemplo cuando el marido se queda sin trabajo, en que es la mujer la que debe hacer el esfuerzo extra y salir a trabajar. También es posible que usted ya tenga un trabajo fuera de casa y ambiciones laborales o profesionales que le exigen muchas horas. Es bastante común que, entre los 30 y 40 años, tanto hombres como mujeres inviertan el mayor esfuerzo en afirmarse o crecer en los proyectos personales.
El problema es que, a veces, esto influye negativamente en la relación de pareja: se ven muy poco y se van alejando, o cuando se encuentran están demasiado cansados para charlar y compartir cosas. Si hay hijos la situación se agrava, porque ellos también tienen exigencias y necesitan que papá y mamá les dediquen tiempo. Si la situación le resulta conocida, tal vez sea el momento de parar y replantearse horarios menos exigentes, o en casos límite, optar por la pareja o por el trabajo.