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jueves, 4 de agosto de 2011

Excitación y Culminación Sexual - Parte 1


La excitación sexual se produce por la presencia de estímulos capaces de activar el aparato genital. Dichos estímulos pueden tener innumerables orígenes, pero en general proviene de causas físicas o psicológicas.

La estimulación de cualquiera de las zonas erógenas es capaz, por sí sola, de poner en marcha los mecanismos fisiológicos necesarios para la excitación sexual.

Pero no son éstos los únicos estímulos capaces de desencadenar una respuesta sexual. Las sensaciones que provienen de todos los órganos de los sentidos: oído, vista, olfato, gusto y tacto, en un momento dado pueden sexualizarse, siempre que exista una predisposición psicológica para ello. Las caricias en la mejilla efectuadas por la madre o por el compañero, si bien físicamente son idénticas, difieren mucho por su efecto psicológico, hasta el punto que en el segundo caso pueden adquirir matices sexuales.

Otras veces la excitación sexual puede producirse por efecto de un recuerdo o un pensamiento que aflore y haga revivir momentos sexuales pasados. Son éstos los estímulos psicológicamente puros, capaces de provocar una excitación sexual prescindiendo de las sensaciones facilitadas por los sentidos.

Si bien todo proceso mental puede actuar sobre nosotros al aumentar o exaltar cualquier estímulo sexual físico, frecuentemente se observan fenómenos contrarios, es decir, disminuciones e incluso aboliciones de toda la sexualidad. De este modo se explica que la estimulación de un centro erógeno pueda desencadenar una sensación de repulsión en lugar de una actividad sexual, por ejemplo, cuando no es efectuada por el compañero sexual sino por un desconocido. Las impotencias sexuales, tanto del hombre como de la mujer, tienen casi siempre su origen en fenómenos de índole mental.

martes, 2 de agosto de 2011

Matirmonio - Eduación del Marido


Qué poco preparados llegan por regla general los hombres al matrimonio! Por ello, y para facilitar la educación de los maridos, se han escrito estas páginas, divididas. para mayor claridad, en tres apartados que corres-rorden a la educación de la afectividad (enseñar al marido a ser cariñoso), a la educación doméstica (enseñarle a colaborar en las tareas del hogar, o, como mínimo, a no obstaculizarlas) y a la educación sexual (hacerle comprender que también la mujer experimenta necesidades de este upo y que del satisfacerlas o no depende en gran medida su equilibrio psíquico y su felicidad). Es realmente difícil, cuando de «educación del marido» trata, saber por dónde empezar.

¡Existen tantas cosas, pequeñas cosas que una mujer desearía cambiar de su mando! ¿Y cuáles son esas cosas? «¡Oh, quisiera que mi marido fuese más atento conmigo, que se interesase más por mis problemas,- que me consultase más a menudo, que me hablara como cuando éramos novios, que fuese más cariñoso, que me llevara más a menudo a cenar fuera, al cine...» Estas cosas y otras parecidas acostumbran a responder la mayor parte de las mujeres cuando se les pregunta a este respecto. Y si nos fijamos bien, todos estos deseos o velados reproches pueden reducirse a un solo problema: el de la afectividad.

La educación que se da a la mujer tiende a convertirla en un ser dulce, cariñoso y lleno de atenciones para con los demás. A la niña se la educa sentimentalmente. En cambio, al niño no. Desde su más tierna edad oye aquello de que «los hombres no lloran», se le dan juguetes bélicos y se encuentra, además, con una serie de prohibiciones sociales que le impiden jugar con muñecas, hacer comidas, «labores», y, en general, toda una serie de actividades que siempre han sido consideradas femeninas.

Teniendo presente estas cosas ya no podemos extrañarnos tanto de que al hombre adulto le cueste tanto mostrarse «cariñoso», y más en público, puesto que, dada la mentalidad absurda que impera entre nosotros, estas demostraciones de afecto podrían suscitar comentarios como los siguientes: «es un calzonazos», «se le cae la baba por su mujer» y otros parecidos, que, como es lógico, habrían de herir profundamente al marido.

Por todo esto, y porque no hay que olvidar que la afectividad es el resultado de una educación determinada, la mujer no debería hacer responsable a su marido individualmente de este defase emocional, sino darse cuenta de que lo que ocurre es que la diferente educación que ha recibido es causa de esta especie de inhibición afectiva. Por otra parte debería comprender que también a él puede chocarle su manera de comportarse, hasta el punto de considerarla a veces «pegajosa» o «pesada», y sentirse algo cohibido ante sus muestras de cariño.

domingo, 31 de julio de 2011

Dos sexos en la Sexualidad


Para comprender la sexualidad rio basta conocer la anatomía y la fisiología de los aparatos genitales masculino y femenino; es necesario, también, saber por qué en la evolución de las especies se han diferenciado los dos sexos de forma tal que, para hacer posible la procreación, es imprescindible la participación de ambos.

¿Qué ventajas supone esta organización sobre la de los animales unisexuales?

La existencia de dos sexos en los animales superiores, entre los que está incluido el hombre, confiere a la reproducción un perfeccionamiento que afecta principalmente a la retransmisión de caracteres genéticos, y brinda mejores defensas a la fecundación y al desarrollo del embrión.

Para explicar el aspecto genético será útil ver qué ocurre en los animales inferiores unisexuados, cuyo organismo consta de una sola célula; estos seres representan una de las organizaciones animales más simples. Su reproducción tiene lugar mediante la división en dos mitades de toda la célula, distribuyéndose en igual proporción los elementos que componen el animal. Se logra asi que de un solo individuo originario se formen dos. Estos dos nuevos seres serán idénticos entre sí, y a la vez idénticos a la célula originaria: tendrán todas las características de ésta, pero no habrán adquirido carácter nuevo alguno.

De ello se deduce que es ínfima la capacidad evolutiva de estos organismos, o sea, que muy difícilmente adquieren nuevos caracteres que los perfeccionen y supongan una ventaja frente al medio en que viven. Sólo de vez en cuando experimentan un fenómeno llamado de conjugación, que consiste en la unión entre dos de estas células, que mezclan o conjugan sus propiedades genéticas; de tal unión surgen de nuevo los dos seres unicelulares con sus caracteres mezclados. Este fenómeno, que no debe confundirse con el de la reproducción, se realiza después de varias divisiones celulares, según la especie de que se trate.

Semejante deficiencia en la transmisión genética queda reparada en los animales superiores gracias a la bisexualidad; la participación de dos elementos sexualmente distintos comporta la mezcla forzosa de ambos caracteres genéticos que, por lo tanto, se transmiten a la prole.
Es así como el hombre tiene asegurada la capacidad de perfeccionamiento y adquisición de nuevos caracteres en la evolución de su especie, puesto que la fecundación del óvulo por el espermatozoide determina la transmisión de los caracteres genéticos de ambos progenitores en cada uno de los hijos.

sábado, 30 de julio de 2011

Adulterio y Abandono


EL ADULTERIO Y EL ABANDONO

Por lo que atañe a los conflictos sexuales, que tan a menudo están planteados y desarrollados abierta o encubiertamente en obras artísticas o literarias, veamos un ejemplo sencillo: el del adulterio y el abandono. Ante una representación altamente dramática de un conflicto semejante, muchos espectadores experimentarán una emoción creciente que puede llegar a una descarga catártica (como, por ejemplo, el llanto).

Esta emoción puede deberse tanto al temor inconsciente de sufrir agravios similares cuanto al contradictorio deseo, también inconsciente, de provocarlos.

En cualquier caso, la identificación con alguno de los personajes del drama, o con la situación en su conjunto, permite la liberación momentánea de una angustia profundamente personal, cuyas causas pueden ser insolubles o de muy difícil solución. En tal caso, el sujeto necesitará periódicamente sucesivas catarsis que le permitan mantener el equilibrio de su personalidad, según sus propias exigencias morales y las de la sociedad en que vive.

Agregaremos, por último, que todos podemos, mediante una profunda y objetiva introspección, o bien con la ayuda de una persona experta, reconocer y tomar conciencia de nuestros propios procesos de identificación y catarsis, pero esto no significa en lo más mínimo que podamos provocarlos conscientemente; la génesis y el desarrollo de estos fenómenos pertenecen a los estratos subconscientes de la personalidad humana.

Su conocimiento sirve tan sólo (y no es poca cosa) para una comprensión más vasta y profunda de cuanto ocurre en nosotros mismos y en los demás.

viernes, 29 de julio de 2011

Síntomas de excitación sexual


Cómo distinguir los síntomas

Como hecho básico debemos saber que en los casos de auténtica excitación sexual, estos síntomas -taquicardia, sudoración, tensión muscular, etc.-

Se instalan cuando el hombre está en la cama con la persona amada y no se confunden con los síntomas propios de la excitación (ansiedad) que aparece antes de ir a la cama. En los eyaculadores precoces, el comienzo de estos síntomas es brusco; en quienes están excitados sexualmente sin ansiedad, en cambio, el comienzo es habitualmente creciente y estas personas sólo llegan a su apogeo en el momento del orgasmo.

Es fundamental aclarar que las personas con eyaculación precoz y con estos síntomas, producto de la fantasía anticipatoria y del fracaso, deben prestar especial atención a la aparición de taquicardia, sudoración, etcétera, y no confundir su ansiedad con excitación sexual.

En caso de duda o cuando se está seguro de que los síntomas son producto de la ansiedad, es aconsejable detener la acción sexual, disfrutar más de la mirada y de las caricias (por ejemplo, a través de un masaje no sexual), que seguir en una situación que, a causa de su confusión, impedirá el control de la eyaculación.

Por otra parte, sus compañeras deben saber también cuál es el propósito de frenar la crisis ansiosa, de modo de poder colaborar y garantizar así que el coito vaginal se efectúe con más seguridad.

miércoles, 27 de julio de 2011

Barreras sociales en la pareja


El matrimonio «burgués» ideal sería el realizado entre personas de un idéntico estrato social y sin grandes desniveles económicos. En el mundo rural pervive aún la prevención contra el forastero «que se lleva» la novia del pueblo, o contra la extraña que se inserta en la estrecha comunidad pueblerina a través de su matrimonio con un convecino.

Naturalmente es absurdo pensar que en el mundo sin barreras, hacia el que vamos, la elección de la persona con la cual se desea construir un hogar, debe reducirse al limitado círculo del clan familiar o de la cerrada clase social. Es imposible poner muros y delimitar los campos donde escoger el cónyuge que habrá de compartir la vida matrimonial; los viajes, los medios de comunicación y la democratización de la enseñanza tienden a romper los muros de ancestrales compartimentos estancos.

La juventud, que marcha decididamente hacia el último tercio del siglo xx, mantiene un contacto tan directo y estrecho entre los dos sexos, que la atracción amorosa surge entre las parejas cuyos miembros proceden de los más dispares estamentos sociales. Y, en muchos casos, precisamente esta disparidad es factor de atracción, como ocurre con la fascinación que los jóvenes bohemios —e incluso los hippies— ejercen sobre las «bien educadas» jovencitas burguesas.

Las simples barreras económicas y sociales han sido frecuentemente rotas en innumerables creaciones literarias —más que en la vida real— gracias a los poetas y a los espíritus sentimentales; desde el rosado «romance» de la humilde pastora y el gallardo príncipe a las grandes tragedias amorosas, sin olvidar a las pálidas y decimonónicas doncellas que luchaban por librar sus contrariados amores de la tiranía de un linajudo y severo padre o de la codicia de un malvado tutor...

Pero no hay que olvidar que toda esta literatura amorosa pone la palabra FIN cuando comienza —en realidad— la vida cotidiana y común de la pareja víctima de tantas tribulaciones. Es decir, cuando el telón se levanta sobre la realización concreta y diaria del vulgar «contigo, pan y cebolla».

El problema se agrava en los países clasistas, porque entonces las barreras han dejado de ser externas para incidir directamente en la convivencia cotidiana de los esposos. La desigualdad social —aún más que la económica— entraña, desgraciadamente, una profunda disparidad de sensibilidad, educación y cultura, que la pareja perteneciente a diferentes estratos sociales, sólo con grandes esfuerzos podrá superar a lo largo del camino del matrimonio.

lunes, 25 de julio de 2011

Excitación o Ansiedad en la Sexualidad


¿Excitación sexual o ansiedad?

Todas las personas tienen, en situaciones sexuales diferentes, sensaciones corporales difíciles de discriminar, que se confunden entre las propias de la excitación sexual y las que pertenecen al terreno de los llamados trastornos de ansiedad.

Por ejemplo, la taquicardia, propia de la excitación sexual, puede ser leída también como muestra de un proceso ansioso. Lo mismo puede suceder con la tensión muscular, la transpiración, la respiración acelerada, etc. Todas estas manifestaciones pertenecen tanto al campo de la excitación sexual como al de la excesiva ansiedad.

Sabemos que uno de los componentes básicos de quienes padecen eyaculación precoz es su exceso de manifestaciones ansiosas. Por lo tanto, es conveniente saber distinguir cuándo estos síntomas responden a su excitación sexual auténtica y cuándo son producto de la excesiva ansiedad. Reconocer esto hará mucho más fácil su manejo en la situación sexual de pareja.

sábado, 23 de julio de 2011

Diferencias de edad en la pareja


LA EDAD, ¿FACTOR DE DESAJUSTE?

La diferencia de edad entre los cónyuges es un signo externo de desajuste matrimonial. Y, sin embargo, no es este aspecto exterior el que puede hacer fracasar un matrimonio, sino algo más íntimo; la diferencia de madurez entre la pareja.

Y esta diferencia de madurez, que abarca aspectos tan trascendentes como la sexualidad, la inteligencia, la voluntad y la responsabilidad, puede darse, y de hecho se da frecuentemente, entre matrimonios de igual edad, sobre todo cuando éste ha sido realizado muy tempranamente y la pareja en el transcurso de los años se ha ido haciendo adulta mental y socialmente, pero siguiendo un ritmo diferente de maduración.

Asimismo la diferencia de edad cronológica puede ser un factor de desunión tanto cuanto más joven sea el cónyuge menor; es muy diferente la boda entre una muchacha de dieciocho años (casi una adolescente) con un hombre de cuarenta, que la realizada por una mujer madura de treinta y cinco años con un hombre de sesenta, aun cuando en este caso la diferencia de años sea aún mayor.

Así, pues, más que de una diferencia externa de edad, el matrimonio debe precaverse contra una íntima diferencia de madurez. Esa muchacha de dieciocho años, difícilmente alcanzará el completo desarrollo de su personalidad, dada su situación de «eterna menor» dentro de la pareja conyugal.

jueves, 21 de julio de 2011

El Lenguaje del Amor


Cada uno de nosotros utiliza para comunicarse sexualmente con los demás todo un lenguaje de palabras, miradas, signos y gestos que revelan lo que sentimos, deseamos y rechazamos. Esos códigos varían de una cultura a otra y de una persona a otra.

El lenguaje amoroso usado dentro de las situaciones sexuales es variado. De manera que las caricias en los pechos y en el pene hacen a la riqueza de la comunicación. Nuestros cuerpos son como mapas.

En él existen, como en una lámina de estudio, varias flechas que marcan sobre su cartografía las zonas erógenas culturalmente reconocidas. No son puntos arbitrarios: coinciden con lugares de gran concentración de terminaciones nerviosas, cuya inervación les concede una especial sensibilidad por lo que pueden responder a una estimulación adecuada. La punta de los pezones y el clítoris en la anatomía femenina, y el pene y aun las tetillas en la masculina entran en esta clasificación.

Pero, ¿toda estimulación de los pechos femeninos es placentera? A veces no. Una diferencia de milímetros, una presión excesiva o la falta de ganas de recibirla modifican la respuesta. Cada uno debe realizar el descubrimiento necesario sobre el "mapa" de su compañero o compañera. Una auténtica travesía para enriquecer la sensibilidad.

Por otra parte, hay que recordar que no todos los días se alcanzan las mismas sensaciones. Ni se obtienen por vía rutinaria o encuentros sin imaginación. Quizás el pelo, la nuca, los pies, los brazos y todo el resto de la superficie corporal estén a la espera de ser visitados.

Toda nuestra piel es como un guante que nos cubre y ella es nuestro gran órgano sexual. Cuando existe confianza y comunicación en la pareja, las posibilidades de placer aumentan. Es importante que leas un libro de Alex Comfort: "La alegría del sexo". Te ayudará en tu vida sexual presente y futura.

miércoles, 20 de julio de 2011

La Belleza en la edad media


¿Cómo es suplantada el agua? Por el frotado, el polvo y el perfume. Se presta atención a las partes del cuerpo que no se cubren: rostro y manos, y el agua (moderada en sus efectos nocivos por vino o vinagre) sólo se considera apropiada para la boca y las manos.

El polvo aparece por primera vez como un champú seco y se transforma en un elemento de distinción social (ningún aristócrata se deja ver sin él). El perfume también es muy importante (especialmente en forma de toallas). Lo que interesa, fundamentalmente, es la apariencia de limpio.

Nuevos cánones de belleza

En el período moderno, la belleza de la mujer cambia sus cánones: pasa de lo esbelto a lo relleno: de lo sencillo al maquillaje. Se modifican los hábitos de comida y la delgadez se transforma en símbolo de pobreza. Las mujeres de clase alta quieren distinguirse de sus hermanas subalimentadas, enfermas de raquitismo y escorbuto. También comienzan a plantearse diferencias, ya que no sólo hay que diferenciarse de los hombres sino de otras mujeres de clase social inferior.

La modernidad viene así acompañada de la belleza, y este canon se mantiene 300 años: piel blanca, pelo rubio, labios y mejillas rojos, cejas negras, cuello y manos largos y finos, pies pequeños, pechos firmes, redondos y blancos. Las pestañas son vistas sin valor estético, por lo que se las ignora y, a veces, se las arranca del todo.

Con la imprenta (mediados del siglo XV), aparecen en Europa libros de secretos de belleza, escritos en general por hombres. El pintarse no está totalmente aprobado, sin embargo, las mujeres insisten en embellecerse. A las que se pintan se las acusa de alterar el rostro de Dios, lo que esconde el temor masculino al engaño. El siglo XVIII tratará de poner fin al artificio del maquillaje imponiendo la estética de lo natural.

La mujer se oculta, pese a que muestra los pechos lechosos, embellecidos con polvo o colorete. Debe ser delicada para oponerse á la virilidad del hombre. A diferencia de la Edad Media, la belleza no es vista como algo maligno sino necesario. La fealdad se asocia con el vicio y lo inferior.

Entre los años 1500 y 1700 se produce un resurgimiento de la castidad y la timidez. Por ejemplo, para dormir, el camisón reemplaza al desnudo y la mitad inferior del cuerpo se convierte en algo innombrable y prohibido (en la pintura, esa zona aparece cubierta por hojas de higuera o de parra).