Hoy, se sabe con certeza que ninguna mujer puede escaparle al hábito de limpiar el rostro y el cuello dos veces al día. Los dermatólogos marcan la pubertad como punto de inicio del tratamiento y la recomendación, a partir de allí, es no abandonar jamás la rutina de las cremas.
En esta etapa aumenta la grasitud de la piel y suelen aparecer las primeras señales del acné. El efecto buscado no es tan sólo eliminar los restos de maquillaje sino también remover las células muertas y los desechos producidos por el propio organismo. Para ello, debe elegirse un producto indicado de acuerdo a las necesidades de su biotipo cutáneo:
Piel seca o madura: suele ser muy común en las mujeres de más de 35 años. Los preparados fluidos de tacto emoliente, las emulsiones de agua en aceite o las leches con alfa-hidroxiáci-dos son lo más recomendado para desprender fácilmente los productos de maquillaje, los residuos de transpiración y las partículas de polvo, sin resecar la piel ni hacer que pierda sus propiedades humectantes. Los productos demasiados abrasivos, con alcohol o astringentes quedan descartados porque pueden producir mayor sequedad.
Piel seborreica o con problemas de acné: el exceso de grasitud y de secreción sebácea, característicos de este tipo de cutis, pueden contrarrestarse y controlarse con una emulsión de aceite en agua de PH levemente alcalino, una leche de limpieza con alfa-hidroxiáci-dos o una espuma limpiadora, que no cause irritación ni sea demasiado agresiva.
También puede usar luego de la leche limpiadora un jabón bactericida o de glicerina. Los clásicos de azufre no son recomendables porque resecan e irritan demasiado la piel. Una buena limpieza diaria junto con los tratamientos especiales indicados por el dermatólogo o la cosmiatra resultan los pilares fundamentales para normalizar el equilibrio de las glándulas sebáceas, controlar los brillos indeseados y afinar la textura de la piel. Los productos elegidos deben ser libres de aceites y de elementos grasos.
Piel sensible: las irritaciones o reacciones propias de este biotipo cutáneo deben evitarse con la utilización de emulsiones de limpieza de consistencia blanda, preparadas en base a sustancias acuosas, lo cual permite extender el preparado sin necesidad de frotar demasiado o realizar maniobras muy bruscas. El aloe vera, la manzanilla, el ammamelis, el tilo, el ginseng y otros componentes naturales resultan sumamente beneficiosos para este tipo de piel. En este caso, quedan eliminados los productos con micrográ-nulos porque pueden producir un efecto no deseado.
Piel mixta: el tratamiento combinado ideal para este tipo de piel consiste en aplicar un producto para piel grasa en la frente, la nariz y la pera, donde, suele acumularse mayor grasitud, y tratar el resto de la cara con un producto para piel seca o normal, según sea el caso.
En esta etapa aumenta la grasitud de la piel y suelen aparecer las primeras señales del acné. El efecto buscado no es tan sólo eliminar los restos de maquillaje sino también remover las células muertas y los desechos producidos por el propio organismo. Para ello, debe elegirse un producto indicado de acuerdo a las necesidades de su biotipo cutáneo:
Piel seca o madura: suele ser muy común en las mujeres de más de 35 años. Los preparados fluidos de tacto emoliente, las emulsiones de agua en aceite o las leches con alfa-hidroxiáci-dos son lo más recomendado para desprender fácilmente los productos de maquillaje, los residuos de transpiración y las partículas de polvo, sin resecar la piel ni hacer que pierda sus propiedades humectantes. Los productos demasiados abrasivos, con alcohol o astringentes quedan descartados porque pueden producir mayor sequedad.
Piel seborreica o con problemas de acné: el exceso de grasitud y de secreción sebácea, característicos de este tipo de cutis, pueden contrarrestarse y controlarse con una emulsión de aceite en agua de PH levemente alcalino, una leche de limpieza con alfa-hidroxiáci-dos o una espuma limpiadora, que no cause irritación ni sea demasiado agresiva.
También puede usar luego de la leche limpiadora un jabón bactericida o de glicerina. Los clásicos de azufre no son recomendables porque resecan e irritan demasiado la piel. Una buena limpieza diaria junto con los tratamientos especiales indicados por el dermatólogo o la cosmiatra resultan los pilares fundamentales para normalizar el equilibrio de las glándulas sebáceas, controlar los brillos indeseados y afinar la textura de la piel. Los productos elegidos deben ser libres de aceites y de elementos grasos.
Piel sensible: las irritaciones o reacciones propias de este biotipo cutáneo deben evitarse con la utilización de emulsiones de limpieza de consistencia blanda, preparadas en base a sustancias acuosas, lo cual permite extender el preparado sin necesidad de frotar demasiado o realizar maniobras muy bruscas. El aloe vera, la manzanilla, el ammamelis, el tilo, el ginseng y otros componentes naturales resultan sumamente beneficiosos para este tipo de piel. En este caso, quedan eliminados los productos con micrográ-nulos porque pueden producir un efecto no deseado.
Piel mixta: el tratamiento combinado ideal para este tipo de piel consiste en aplicar un producto para piel grasa en la frente, la nariz y la pera, donde, suele acumularse mayor grasitud, y tratar el resto de la cara con un producto para piel seca o normal, según sea el caso.