La intensidad de cualquier dolor puede aumentar o disminuir en relación a los factores externos.
La manera en que se comporta el entorno del paciente tiene, en este sentido, mucha importancia.
Si el sufrimiento físico viene acompañado de padecimiento psíquico, es muy probable que el dolor se incremente porque este último produce una importante contracción muscular.
Una sonrisa, una palabra de aliento o algún gesto cariñoso, por el contrario, ayudan a que el enfermo pueda relajarse y se tranquilice. Por eso, cuando tenemos a nuestro lado a alguien que está sufriendo, es necesario:
• Permanecer tranquilo, a pesar de que el dolor convierta en injusto e hiriente al que lo sufre.
Sonreír siempre, aunque no se tenga ganas.
• Darle esperanzas en todo momento.
• No contagiarse con el estado de ánimo del otro, sino mantener en todo momento la serenidad para poder estar siempre alerta ante cualquier reacción inesperada que ponga en peligro la salud y hasta la vida de quien sufre. Uno podrá actuar mucho más sereno.
Otro de los factores que pueden acrecentar el dolor son los errores del tratamiento, debido al médico, al paciente o a los familiares que lo acompañan, que muchas veces no actúan en forma conveniente.
Por eso, es preciso tener mucho cuidado en cada uno de los requerimientos del tratamiento.
La manera en que se comporta el entorno del paciente tiene, en este sentido, mucha importancia.
Si el sufrimiento físico viene acompañado de padecimiento psíquico, es muy probable que el dolor se incremente porque este último produce una importante contracción muscular.
Una sonrisa, una palabra de aliento o algún gesto cariñoso, por el contrario, ayudan a que el enfermo pueda relajarse y se tranquilice. Por eso, cuando tenemos a nuestro lado a alguien que está sufriendo, es necesario:
• Permanecer tranquilo, a pesar de que el dolor convierta en injusto e hiriente al que lo sufre.
Sonreír siempre, aunque no se tenga ganas.
• Darle esperanzas en todo momento.
• No contagiarse con el estado de ánimo del otro, sino mantener en todo momento la serenidad para poder estar siempre alerta ante cualquier reacción inesperada que ponga en peligro la salud y hasta la vida de quien sufre. Uno podrá actuar mucho más sereno.
Otro de los factores que pueden acrecentar el dolor son los errores del tratamiento, debido al médico, al paciente o a los familiares que lo acompañan, que muchas veces no actúan en forma conveniente.
Por eso, es preciso tener mucho cuidado en cada uno de los requerimientos del tratamiento.