Naturalmente, con este género de vestidos también los accesorios deberán ser de noche. Los zapatos confeccionados en raso, en canneté, del mismo tejido que el vestido cuando la consistencia de éste lo permita, en napa, o en lame de oro o de plata.
Con el vestido largo se podrán usar zapatos de tacón fino, de hasta seis centímetros, con escote clásico, y el zapato sandalia. Con los vestidos cortos estarán mejor los zapatos de tacón un poco más bajo, con los escotes adornados de cualquier aplicación, tipo hebilla o botone i tos de strass.
Con los pantalones se llevará un tacón rigurosamente bajo (tres centímetros como máximo) y ancho. Los zapatos ideales para los pantalones son los de forma deportiva, realizados, en contraste, con materiales refinados, como el raso o el lame. Con los pantalones muy largos, tipo pijama, pueden hacerse concesiones con zapatos de tacón bastante alto, a favor de las menos altas, aunque esta concesión al tacón alto deba tomarse con una cierta reserva.
Por lo que se refiere a la cena en un círculo, la fórmula no cambia respecto de la cena en casa. También aquí la cena podrá desenvolverse de pie o sentados a la mesa, y, por lo tanto, se harán las mismas distinciones y se seguirán los mismos criterios que ya han sido expuestos.
Muy distinta es la situación cuando la cena se celebra en un restaurante. Todo el tono de la indumentaria será de un estilo mucho más discreto y apagado. Por esta razón no se llevará vestido de noche, ni largo ni corto, y muchísimo menos conjunto de pantalón.
Para la cena en el restaurante se dará preferencia a una elegancia sobria, en la que contarán más los detalles que lo aparatoso.
Se llevará un vestido de línea simple, en tejido como el cady de mucho cuerpo, el crepé de lana, el tricot de seda o de lana, y la mezcla de lana y seda en colores suaves, como el negro, el blanco, el beige, el marrón, el gris perla o el azul. Estos vestidos podrán tener discretos escotes, serán con mangas o sin ellas, y tendrán mucha importancia el corte, las incrustaciones y todo cuanto, en suma, sirve para distinguir a un vestido elegante.
La simplicidad de tales vestidos podra reavivarse por medio de joyas elegantes en oro blanco, perlas y brillantes. No deberán ser aparatosas, pues contrastarán con el tono moderado del conjunto, pero podrán ser muy refinadas y preciosas.
Con el vestido largo se podrán usar zapatos de tacón fino, de hasta seis centímetros, con escote clásico, y el zapato sandalia. Con los vestidos cortos estarán mejor los zapatos de tacón un poco más bajo, con los escotes adornados de cualquier aplicación, tipo hebilla o botone i tos de strass.
Con los pantalones se llevará un tacón rigurosamente bajo (tres centímetros como máximo) y ancho. Los zapatos ideales para los pantalones son los de forma deportiva, realizados, en contraste, con materiales refinados, como el raso o el lame. Con los pantalones muy largos, tipo pijama, pueden hacerse concesiones con zapatos de tacón bastante alto, a favor de las menos altas, aunque esta concesión al tacón alto deba tomarse con una cierta reserva.
Por lo que se refiere a la cena en un círculo, la fórmula no cambia respecto de la cena en casa. También aquí la cena podrá desenvolverse de pie o sentados a la mesa, y, por lo tanto, se harán las mismas distinciones y se seguirán los mismos criterios que ya han sido expuestos.
Muy distinta es la situación cuando la cena se celebra en un restaurante. Todo el tono de la indumentaria será de un estilo mucho más discreto y apagado. Por esta razón no se llevará vestido de noche, ni largo ni corto, y muchísimo menos conjunto de pantalón.
Para la cena en el restaurante se dará preferencia a una elegancia sobria, en la que contarán más los detalles que lo aparatoso.
Se llevará un vestido de línea simple, en tejido como el cady de mucho cuerpo, el crepé de lana, el tricot de seda o de lana, y la mezcla de lana y seda en colores suaves, como el negro, el blanco, el beige, el marrón, el gris perla o el azul. Estos vestidos podrán tener discretos escotes, serán con mangas o sin ellas, y tendrán mucha importancia el corte, las incrustaciones y todo cuanto, en suma, sirve para distinguir a un vestido elegante.
La simplicidad de tales vestidos podra reavivarse por medio de joyas elegantes en oro blanco, perlas y brillantes. No deberán ser aparatosas, pues contrastarán con el tono moderado del conjunto, pero podrán ser muy refinadas y preciosas.
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