El abrigo deportivo, tanto de mañana como de tarde, es el que se usa con mayor frecuencia, puesto que el noventa por ciento de la vida activa tiene lugar durante las horas diurnas. En consecuencia deberá ser elegante, cómodo y práctico. Entre las telas más difundidas, y por consiguiente las más idóneas, figuran el pelo de camello.
Al abrigo deportivo se le puede aplicar un cuello de pieles, aunque deberá optarse por las menos ostentosas como la marmota, el castor, la nutria, los diversos tipos de cordero, y el visón. que actualmente se utiliza mucho como piel deportiva. Con estos abrigos sientan a la perfección los accesorios airosos y prácticos, cuya misión consistirá en reavivar el color de la prenda, a menudo oscuro.
Son muy adecuados los pañuelos de seda, las bufandas de lana, el bolso en bandolera, las medias fantasía, de hilo o de lana, los gorritos de piel o de lana, los zapatos tipo mocasín, las botas altas, y los guantes, los cuales pueden ser de lana de color, así como de pekari.
Para el abrigo deportivo, las pieles, además de realzar los acabados, pueden emplearse también como faz interior de la prenda. Para ello se utilizan pieles que no sean lujosas, como el conejo y el cordero, o bien pieles un poco gastadas por el uso, ya inservibles, de castor, nutria, visón, etc. Así podrá obtenerse un abrigo de estilo deportivo y, al propio tiempo, muy cálido.
Entre los abrigos deportivos se puede incluir el de napa o de gamuza, con el interior de pelo (muy necesario en invierno, ya que la piel, por sí sola, no es muy caliente), o bien el abrigo de añinos, revuelto, que tiene la piel en el exterior y el pelo en el interior. Para esta clase de prendas se sigue una línea menos clásica que para las anteriormente citadas, pues el material con que aquéllas se confeccionan ya tiene, de por sí, un carácter marcadamente deportivo que permite cualquier fantasía.
En estos casos se suele emplear la línea redingote, con mangas montadas, cintura señalada y falda un tanto evadida en la parte inferior. Es permisible algún rebuscamiento original en la botonadura, que puede ser de alamares, y en los acabados de piel que bordean toda la prenda y recuerdan, vagamente, los capotes de los soldados rusos de la época zarista.
Al abrigo deportivo se le puede aplicar un cuello de pieles, aunque deberá optarse por las menos ostentosas como la marmota, el castor, la nutria, los diversos tipos de cordero, y el visón. que actualmente se utiliza mucho como piel deportiva. Con estos abrigos sientan a la perfección los accesorios airosos y prácticos, cuya misión consistirá en reavivar el color de la prenda, a menudo oscuro.
Son muy adecuados los pañuelos de seda, las bufandas de lana, el bolso en bandolera, las medias fantasía, de hilo o de lana, los gorritos de piel o de lana, los zapatos tipo mocasín, las botas altas, y los guantes, los cuales pueden ser de lana de color, así como de pekari.
Para el abrigo deportivo, las pieles, además de realzar los acabados, pueden emplearse también como faz interior de la prenda. Para ello se utilizan pieles que no sean lujosas, como el conejo y el cordero, o bien pieles un poco gastadas por el uso, ya inservibles, de castor, nutria, visón, etc. Así podrá obtenerse un abrigo de estilo deportivo y, al propio tiempo, muy cálido.
Entre los abrigos deportivos se puede incluir el de napa o de gamuza, con el interior de pelo (muy necesario en invierno, ya que la piel, por sí sola, no es muy caliente), o bien el abrigo de añinos, revuelto, que tiene la piel en el exterior y el pelo en el interior. Para esta clase de prendas se sigue una línea menos clásica que para las anteriormente citadas, pues el material con que aquéllas se confeccionan ya tiene, de por sí, un carácter marcadamente deportivo que permite cualquier fantasía.
En estos casos se suele emplear la línea redingote, con mangas montadas, cintura señalada y falda un tanto evadida en la parte inferior. Es permisible algún rebuscamiento original en la botonadura, que puede ser de alamares, y en los acabados de piel que bordean toda la prenda y recuerdan, vagamente, los capotes de los soldados rusos de la época zarista.
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