El flirt es una relación entre un hombre y una mujer que se sienten recíprocamente atraídos y que, deportivamente, «juegan al amor». Para que el flirt se produzca tiene que existir un tácito acuerdo de intrascendencia.
El flirt no se propone ningún fin; su perfección consiste en su incapacidad de perfección. Esto lo distingue del galanteo. Tienen en común la necesidad de sentirse en un medio social puritano en el cual los eufemismos sean moneda corriente y cuya opulencia haga posible el ocio.
Pero así como el galanteo alimenta una pasión y se propone alcanzar la satisfacción del deseo que la impulsa, ü flirt exige un grado suficiente de frialdad que compense el deseo y anule toda finalidad.
El medio ambiente idóneo para el galanteo fue la sociedad francesa sociológicamente católica y libertina. El flirt, en cambio, surgió en la sociedad anglosajona —concretamente, la norteamericana—, con una base de profundo puritanismo y el propósito de emanciparse de la ley severa sin auténtico riesgo. En ambas actitudes el amor entra en juego para ser atraído y rechazado, para convertirlo en placer fugaz.
Pero así como en el galanteo del libertino existe un proceso de seducción que lleva consigo el concepto de transgresión, en el flirt no hay seductor ni seducida, no sólo porque el flirt no conduce a ninguna solución, sino porque la mujer establece su condición de igualdad con el hombre.
A pesar de todas estas distinciones, el sentido del flirt y sus diversas ramificaciones no se nos aparecerá claro si no tratamos de esclarecer, en un rápido itinerario, las fases de la relación amorosa, sus ritos, su lenguaje literario, su magia y, en definitiva, su teatralidad.
Para que aparezca la dialéctica amorosa, es decir, para que exista un espacio de tiempo entre la elección del enamorado y la correspondencia y la aceptación de la enamorada, y viceversa, es necesario que el amor encuentre dificultades. El flechazo mutuo, el «yo te quiero, tú me quieres», no tiene historia. Si Romeo y Julieta no hubieran pertenecido a unas familias enemigas, se hubieran casado al cabo de pocos días del famoso baile y la historia de amor por excelencia no hubiera existido.
El flirt no se propone ningún fin; su perfección consiste en su incapacidad de perfección. Esto lo distingue del galanteo. Tienen en común la necesidad de sentirse en un medio social puritano en el cual los eufemismos sean moneda corriente y cuya opulencia haga posible el ocio.
Pero así como el galanteo alimenta una pasión y se propone alcanzar la satisfacción del deseo que la impulsa, ü flirt exige un grado suficiente de frialdad que compense el deseo y anule toda finalidad.
El medio ambiente idóneo para el galanteo fue la sociedad francesa sociológicamente católica y libertina. El flirt, en cambio, surgió en la sociedad anglosajona —concretamente, la norteamericana—, con una base de profundo puritanismo y el propósito de emanciparse de la ley severa sin auténtico riesgo. En ambas actitudes el amor entra en juego para ser atraído y rechazado, para convertirlo en placer fugaz.
Pero así como en el galanteo del libertino existe un proceso de seducción que lleva consigo el concepto de transgresión, en el flirt no hay seductor ni seducida, no sólo porque el flirt no conduce a ninguna solución, sino porque la mujer establece su condición de igualdad con el hombre.
A pesar de todas estas distinciones, el sentido del flirt y sus diversas ramificaciones no se nos aparecerá claro si no tratamos de esclarecer, en un rápido itinerario, las fases de la relación amorosa, sus ritos, su lenguaje literario, su magia y, en definitiva, su teatralidad.
Para que aparezca la dialéctica amorosa, es decir, para que exista un espacio de tiempo entre la elección del enamorado y la correspondencia y la aceptación de la enamorada, y viceversa, es necesario que el amor encuentre dificultades. El flechazo mutuo, el «yo te quiero, tú me quieres», no tiene historia. Si Romeo y Julieta no hubieran pertenecido a unas familias enemigas, se hubieran casado al cabo de pocos días del famoso baile y la historia de amor por excelencia no hubiera existido.
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