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martes, 19 de abril de 2011

La teoría ovista


En el siglo XVI, los especialistas piensan la generación como resultado de tres elementos: el semen masculino, el femenino y la sangre menstrual. Se instala un desfasaje entre los descubrimientos de la ciencia y los conocimientos vulgares.

Hay que tener en cuenta que es a fines del siglo XVII cuando la investigación científica conoce gran e-fervescencia.

Una gran renovación la constituye el Nuevo tratado de los órganos genitales de Regnier de Graaf, quien en 1672 da forma a la teoría ovista (descubrimiento del óvulo) que reemplaza a la teoría seminista.

A través de ella, se llega a la conclusión de que todos los hombres tendrían un origen en el huevo, un huevo que existe antes del coito en los ovarios de la mujer. Hasta el descubrimiento de los espermatozoides, el hombre pierde un poco su privilegio creador. Todo esto provoca un cambio en la actitud del médico ante la mujer generadora de vida.

La madre cuenta en la construcción del embrión y esto lleva a un estudio de las leyes de la herencia. La fecundación aparece así como un combate entre dos sémenes (masculino y femenino) en el útero, y este combate, cuando se torna incierto, daría origen al hermafrodita, quien lleva en sí mismo la polémica de la doble sexualidad.

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